– Vaya por ese pasillo y, cuando llegue al final, encontrara otra recepcion a la derecha -aclaro anticipandose a mi siguiente pregunta, ahora que habiamos aclarado quien era yo-. Vera a una chica sentada a una mesa; pidale que llame a Tommy por el telefonillo. Esta esperandolo, ?verdad?
Le di las gracias y avance por el pasillo. A los lados colgaban grandes fotos enmarcadas de, supuse, los actores y actrices «le la serie, tanto del pasado como del presente. Al pie de cada una aparecian dos nombres impresos, el real y el ficticio, asi i omo la fecha de su actuacion. Solo reconoci a dos o tres que habian sido entrevistados en la television o la prensa rosa veinte anos atras. Al final del pasillo vi la foto de mi sobrino y lei: «Tommy DuMarque-Sam Cutler, 1991 en adelante.» Aparecia serio y circunspecto. Sonrei; no podia evitar sentirme orgulloso ile su exito. Era una foto muy estilizada y profesional -nadie, m siquiera mi sobrino, podia ser tan guapo en la realidad-, pero aun asi alegraba la vista. Abri la puerta y di mi nombre a la chica sentada a la mesa. Hizo una llamada rapida y me senalo un sofa para que tomara asiento. En todo el rato que estuve alli apenas me quito el ojo mientras mascaba chicle ruidosamente, un habito que detesto.
Cuando por fin se abrio otra puerta y aparecio mi sobrino, me quede perplejo. Tommy avanzo hacia mi sin levantar la mirada del suelo. La recepcionista se enderezo, se pego el chicle detras de la oreja y empezo a teclear briosamente su ordenador, observando a la estrella con el rabillo del ojo.
– ?Dios mio, Tommy! -exclame, preguntandome que nuevos horrores me esperaban-. ?Que te ha pasado?
Vestia tejanos destenidos y una cenida camiseta negra que le marcaba los pectorales y los musculos del cuello y dejaba al descubierto sus brazos morenos y fuertes. ?Como podia ser que un chico tan apuesto siempre estuviera metido en lios? Estaba claro que habia recibido una paliza recientemente: tenia el ojo izquierdo medio cerrado y tumefacto, la mejilla muy hinchada, un labio partido y un repugnante hilo de sangre seca en la barbilla.
– ?Que ha ocurrido…? -pregunte, consternado.
– No te preocupes, tio Matthieu -dijo mientras franqueabamos la puerta por la que habia entrado hacia un momento-. Estoy bien. Ha sido esta manana. Carl se ha enterado de lo de Tina y yo y cuando he llegado a casa me estaba esperando. Me ha sacudido de lo lindo. Pero tranquilo, sobrevivire.
– Carl… -Titubee. El nombre me sonaba de algo; quiza se tratara de un conocido suyo que me habia presentado en alguna ocasion-. ?Asi que ha sido Carl…?
– Tina esta embarazada, ?sabes? -continuo, como si lo que le ocurria fuera lo mas normal del mundo-. Pero, claro, no se sabe si el padre de la criatura es Carl, el nuevo camarero o yo. Lo malo es que no puede hacerse ahora el test de paternidad, pues tiene algo raro en los genes y si se hiciera la prueba podria danar al feto. De modo que tendremos que esperar a que nazca el bebe. En fin, que estamos metidos en un buen lio, y con suspense anadido.
?De que me estaba hablando?… Pero de pronto comprendi y suspire aliviado.
– ?Claro, Carl…! -dije entre risas-. Es una especie de pariente, ?verdad?
– Mas o menos. Es el hijo adoptado del ex marido de mi madre con su segunda mujer. No existe parentesco sanguineo, pero tenemos el mismo apellido. Sam Cutler y Carl Cutler. La gente nos toma por hermanos, pero nunca nos hemos llevado muy bien. Me envidia porque…
– Me parece que empezare a ver la serie de nuevo -dije por enesima vez. Cuando Tommy se lanzaba a hablar de su personaje, parecia que no fuera a parar nunca-. Jamas me acuerdo de nadie.
– Bueno, por eso estas aqui hoy -dijo mientras llegabamos a un decorado que me resultaba familiar: el salon de la pequena casa adosada de los Cutler en el este de Londres.
Dos minutos, Tommy. -Un hombrecito barbudo con un auricular en la oreja paso por nuestro lado y le dio una palmadita en el brazo.
– Sientate alli, tio Matthieu. -Senalo una silla en un rincon-. Y no hagas ruido, ?eh? En cuanto acabe la escena sere todo tuyo.
Obedeci. Habia cuatro camaras en varios puntos del plato y unos quince tecnicos. Junto a la mesa del salon vi un rostro conocido: la madre de Tommy en la serie, una actriz que en los anos sesenta habia tenido bastante exito en peliculas comicas. Una chica que no aparentaba mas de doce anos estaba dandole los ultimos toques al maquillaje. En la decada de los sesenta su estrella habia declinado, pero habia vuelto a brillar el primer dia de emision de la serie, y ahora se la consideraba una joya de la corona. Su personaje se llamaba Minnie, y la prensa sensacionalista la llamaba afectuosamente Minnie
El director pidio silencio en el plato; alguien le saco la revista al chico, que protesto airado; los tecnicos se apartaron del objetivo de las camaras y empezo el
– Me importa un pimiento lo que me digas de esa Carla lenson -espeto Minnie mientras encendia un cigarrillo-. Es un mal bicho y no quiero que vuelvas a verla, ?has entendido? -Tenia un acento barriobajero, pero en la vida real hablaba como una dama de sangre azul. En ese momento ya nadie debia de recordar su voz verdadera.
– ?Oh, tia Minnie! -refunfuno el chico, desesperado, como si todos los adultos la tuvieran tomada con el y conspirasen para que siguiera eternamente con pantalones cortos y piruletas-. No haciamos nada malo, te lo juro. Solo estabamos jugando con mi nueva Nintendo, de verdad.
– De acuerdo, no digo ni que si ni que no, pero entonces no entiendo por que llevaba la blusa desabrochada hasta el ombligo, ensenando las… ya me entiendes, para que todo el mundo las viera.
– Es la moda. Asi es como van las tias actualmente, ?vale? -repuso el chico, indignado por la mentalidad carca de la mujer-. No te enteras de nada.
– ?Pues tu si que te vas a enterar si vuelves a ver a esa zorrita, Davy Cutler! -vocifero Minnie
– No es una zorra, tia. ?Ya me gustaria que lo fuera!
Mientras tenia lugar ese dialogo, dos camaras se movian un poco sobre el
– ?Oh, Dios mio! -exclamo Minnie, levantandose para acercarse presurosa a su hijo, a quien en el interin le habian aplicado mas sangre de pega-. Pero ?que te ha pasado, hijo mio?
– Ha sido Carl, seguro -intervino Davy, feliz de cambiar de tema por un rato-. Se habra enterado de que Sam se ha enrollado con su chica.
– Cierra la boca -mascullo Minnie senalando con un dedo al chico-. No es verdad lo que dice, ?verdad, hijo? - pregunto mientras su expresion de incredulidad se transformaba sutilmente en una mueca de decepcion.
– Callate, callate -gimio Tom dirigiendose a Davy, que tanto podia ser su primo como su hermano de leche o cualquier nino de la calle a quien un buen dia habian decidido acoger.
– Es la pura verdad -replico Davy, a la defensiva.
– Te he dicho… -Tommy hizo una larga pausa-. Te he dicho que te calles. -Otra pausa-. ?No me has oido o que?
Con la cabeza de Tommy apoyada en el regazo, Minnie los miro sucesivamente y de pronto, con una expresion misteriosa, fijo la vista en mi -lease «en el horizonte»- y su rostro se ensombrecio. Las lagrimas asomaron a sus ojos, solto la cabeza de Tommy, que golpeo audiblemente contra el suelo, y salio llorando a moco tendido por la puerta del salon. Luego se oyo un fuerte portazo procedente del tecnico de efectos sonoros situado a mi espalda.
– ?Corten! -grito el director-. Muy bien, muchachos. Gracias.