– Por cierto, se me olvidaba -dijo cuando hubo recuperado su apariencia de Tommy DuMarque y se disponia a salir del camerino-, tenemos que hablar.

Lo mire. ?Hablar? ?De que? Tal vez no habia conseguido ingresar alguno de mis talones a tiempo para pagar sus deudas.

– Esta semana recibi un guion. Al parecer, de un autor que tu recomiendas.

Di un paso hacia atras, perplejo.

– ?Que? ?Que tipo de guion?

Se encogio de hombros y empezo a buscar por el caotico camerino.

– Ni idea. Como comprenderas, no lo he leido; no quiero arriesgarme. Aqui tenemos normas muy estrictas al respecto. Si recibimos un guion, tenemos que devolverlo el mismo dia junto con una declaracion estandar de la BBC segun la cual ni el firmante ni el agente ni nadie que represente a este, asi como ningun agente nombrado por el firmante, ningun representante de la BBC o agente del mismo, han abierto el guion ni leido siquiera la primera pagina. Un manuscrito no solicitado puede desencadenar una verdadera pesadilla legal, te lo aseguro.

– ?Y yo que tengo que ver con todo eso?

– Pues no lo se. -Dio con sus llaves entre el revoltijo de cosas esparcidas por el suelo y recogio el abrigo-. Bueno, la verdad es que antes de devolver el guion lei la carta que lo acompanaba. Era de un tio que te conocio en una fiesta. Al parecer hablasteis del guion y tu le recomendaste que me lo enviase, por si me interesaba.

– Eso es absurdo. No recuerdo nada de lo que dices. Un tipo que hablo conmigo en una fiesta… ?Como se llamaba?

Hizo una pausa para recordar.

– No lo se… Segun el, hace poco estabais en una fiesta y te gusto lo que…

– Ya caigo. -De pronto recorde-. ?No se llamaria Lee Hocknell por casualidad?

Tommy chasqueo los dedos y me senalo.

– Exacto. Lo recuerdo porque se apellidaba igual que aquel pobre tipo que la palmo de sobredosis hace un par de meses y organizo todo ese lio.

– Es su hijo -dije. Y anadi indignado-: ?Y no nos conocimos en una fiesta, sino en el funeral de su padre, joder!

– Eso es lo que ponia en la carta.

– No es verdad que le recomendara que te enviase el guion. Que raro. Recuerdo que estaba escribiendo una historia policiaca o algo asi para television. Tu nombre salio a colacion no se como, pero jamas pense que te la mandaria.

Tommy se encogio de hombros y apago las luces del camerino antes de salir.

– No importa -repuso con indiferencia-. Ya te he dicho que lo he devuelto.

– No entiendo como ha podido enviarlo. Que caradura. Te juro que en ningun momento se me ocurrio aconsejarle que lo hiciera.

Solto una carcajada.

– No te preocupes, de verdad. Cambiemos de tema. ?Que me cuentas de nuevo?

Ahora fui yo quien se echo a reir.

– Cuando te diga a quien debo engatusar la semana que viene, no me creeras.

16

Anoro a Dominique

Nat Pepys no era apuesto, pero su porte confiado delataba a un hombre que se sentia a gusto con su aspecto y posicion en el mundo. Andaba dando zancadas por el jardin igual que un pavo real; las piernas iban delante del cuerpo de forma antinatural y su cuello se bamboleaba como el de un pavo tisico. Llego a Cageley House un martes por la tarde sin compania. Habia castigado tanto al caballo que, al enfilar la entrada y frenar en seco ante los establos, el pobre animal tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no caerse. El muy imbecil de Nat podria haber salido despedido y romperse el cuello. Me parecio que el caballo se asustaba, y me dio pena. Aunque no conocia a Nat, Jack me habia hablado de un modo tan despectivo de el que enseguida me irrito su comportamiento.

Lloviznaba y al desmontar alzo los ojos al cielo como si con una mirada fria pudiese fulminar las nubes que tenia encima de la cabeza. Se acerco a nosotros mas fresco que una lechuga, olfateando el aire como si fuera suyo, contento de volver a Cageley para reclamar sus derechos sobre la propiedad. Era mas bajo que Jack y yo - de pie y calzado con las botas de montar no debia de superar el metro setenta-, y aunque aun no habia cumplido los veintiuno el pelo empezaba a escasearle y en algunas zonas clareaba. El acne de la adolescencia habia dejado huellas en su rostro, pero tenia unos ojos azul turqui que llamaban la atencion; quiza constituyeran su unico rasgo atractivo. Lucia un fino bigote que se toqueteaba continuamente, como si temiera perderlo.

– Hola, Colby -dijo a Jack como si yo no estuviera alli. Mi amigo habia dejado de limpiar el establo por un momento y, apoyado en la horca, miraba de reojo al recien llegado con aversion apenas disimulada-. ?Todo bien?

– Me llamo Holby, senor Pepys -contesto Jack en tono gelido-. Jack Holby. ?Recuerda?

Nat se encogio de hombros y sonrio al palafrenero dandose aires. En toda la comarca no habia dos hombres de la misma edad mas diferentes. Jack era guapo, alto y fuerte, su cabello dorado brillaba al sol y no habia mas que verlo para saber que se pasaba la mayor parte del tiempo al aire libre. Nat era todo lo contrario: tez cetrina y cuerpo enclenque. Saltaba a la vista que uno habia trabajado toda su vida y el otro no. Conociendo lo mucho que Jack lo detestaba, yo no entendia como se atrevia Nat a envanecerse de ese modo delante de el. Si se peleaban, la cosa acabaria muy mal, no me cabia duda. Pero entonces me acorde de las ambiciones que albergaba Jack; queria llegar a ser alguien, y si para lograrlo tenia que doblegarse ante un cretino como Nat Pepys durante unos anos, no le faltaba fortaleza de caracter para hacerlo.

– Bueno, no pretenderas que recuerde los nombres de toda mi servidumbre, ?verdad, Holby? -pregunto Nat en tono jovial-. Un hombre de mi posicion -anadio tras una pausa.

– No importa, menos aun teniendo en cuenta que no formo parte de su servidumbre. -Mi amigo mantenia un tono cortes, aunque sus palabras se volvian cada vez mas insolentes-. El que me paga es su padre, y asi ha sido siempre. E imagino que tambien le paga a usted.

– De modo que imaginas eso, ?eh? ?Y quien se encarga de que todos los meses haya dinero suficiente en las arcas? -pregunto Nat sonriendo de oreja a oreja, y a continuacion se volvio hacia mi, tal vez para evitar enzarzarse en una discusion.

Ignoraba si en el pasado se las habian tenido alguna vez, pero sabia algo que no debia de escaparsele a Nat Pepys: Jack no se andaria con contemplaciones en lo que se referia al hijo del patron.

– ?Y tu? -pregunto mirandome de arriba abajo. Hizo una mueca mientras decidia si mi aspecto le gustaba y agrego-: ?Quien diablos eres?

El tono no era tan agresivo corno las palabras, pero al no saber como dirigirme a el me quede callado. Nunca habia tratado directamente con su padre ni con su madre, y el era lo mas cercano a un patron que me hablaba desde mi llegada a Cageley. Mire a Jack en busca de apoyo.

– Se llama Matthieu Zela -dijo Jack acudiendo al fin en mi ayuda-. Es el nuevo palafrenero.

– ?Matthieu que? -Nat parecia sorprendido-. ?Como dices que se llama?

– Zela.

– ?Zela? Dios mio, ?y que apellido es ese? Pero, chico, ?de donde provienes, con semejante nombre?

– Naci en Paris, senor -respondi en voz baja, sonrojandome-. Soy frances.

– Ya se donde esta Paris, gracias -replico-. Lo creas o no, estudie un poco de geografia en el colegio. ?Y que es lo que te ha traido por estos pagos, si no te importa que lo pregunte?

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