oido nada, o le importara un bledo lo que pensaramos de el-. ?Que haceis aqui tan tarde? Habeis acabado vuestro trabajo, ?verdad?
Espere a que contestase Jack, ya que de los dos era el quien llevaba la voz cantante, por decirlo asi, pero pasaron unos segundos embarazosos y no abrio la boca. A pesar de la mirada de apremio que le dirigi, se limito a beber un trago de cerveza y sonreirme en silencio.
– Hemos terminado, senor -dije finalmente-. Los caballos estan listos para cabalgar manana.
Nat salio de la bodega mirando la etiqueta de las dos botellas de vino que habia escogido. Se volvio y me inspecciono de forma parecida. Tardo un poco en reaccionar, como si no entendiera por que estaba entablando una conversacion con alguien que ocupaba un puesto tan inferior en la cadena alimentaria. Entonces dio un paso hacia nosotros. Apestaba a alcohol y tabaco y me pregunte en que condiciones iria a cazar a la manana siguiente.
– Saldremos a las once, muchachos. No se que instrucciones os habra dado Davies, pero esa es la hora de la partida, asi que los caballos tienen que estar listos bastante antes.
– Estamos aqui desde las siete, senor -dije.
– De acuerdo, supongo que tendreis tiempo suficiente. -Consulto el reloj de bolsillo-. ?No deberiais iros a dormir si teneis que levantaros tan temprano? No quiero que llegueis tarde.
Nos dirigio una de sus sonrisas de superioridad, que le devolvi por cortesia. En cuanto a Jack, ni se inmuto. Observe que Nat lo miraba con una cierta aprension, como si temiera que de repente volcara la mesa y lo estrangulase. El ambiente estaba tan cargado que podria haberse cortado con un cuchillo.
– Bueno, me voy -concluyo sin saber que mas decir-. Hasta manana.
Cuando cerro la puerta con suavidad, solte un suspiro de alivio. Habia temido que nos rinera por beber la cerveza de su padre, un lujo que teniamos prohibido, pero o no le importaba o no habia caido en la cuenta.
– Supongo que no te da miedo, ?verdad, Mattie? -pregunto Jack al rato, con suspicacia.
Solte una carcajada.
– ?Miedo? -dije-. Es una broma, ?no?
– A fin de cuentas, no es mas que un hombre. Y ni siquiera eso.
Me retrepe en la silla, reflexionando. Jack se equivocaba: Nat no me daba miedo. En mi vida me habia cruzado con individuos mucho mas amenazadores que Nat Pepys y siempre habia salido bien parado. Pero me intimidaba, no estaba acostumbrado a la autoridad y menos viniendo de alguien que tenia solo dos o tres anos mas que yo. Nat me ponia nervioso, no se por que. El reloj de pared de la cocina dio las doce de la noche.
– Sera mejor que me largue. -Acabe la cerveza de un trago, me puse en pie y me meti la botella en el bolsillo para tirarla por el camino de vuelta a casa de los Amberton-. Nos vemos manana.
Jack alzo la botella en senal de despedida, pero no dijo nada. Al abrir la puerta, el claro de luna inundo la cocina, y sali al frio de la noche. Cuando rodee la casa en direccion al camino de entrada vi la fiesta de Nat y sus amigos por la ventana. Armaban mucho alboroto y parecian muy animados. Oi que un hombre gritaba, a continuacion se hizo el silencio y una joven empezo a cantar. Oculto entre las sombras contemple la gran casa donde trabajaba. ?Viviria asi algun dia? ?Como era posible que hubiese gente tan rica? ?Que habia que hacer para ser como ellos?
Estaba seguro de que yo nunca lo lograria, pero me equivoque.
La manana de la caceria, Dominique y otra ayudante de cocina bastante agraciada se hallaban apostadas a las puertas de los establos con bandejas de oporto en las manos. Nat las habia seleccionado entre el servicio y las habia provisto de los uniformes mas elegantes que pudo encontrar. Era evidente que mi «hermana» atraia la atencion de todos los hombres de la partida. Creo que era consciente de ello, que incluso estaba encantada, pero apenas miro a ninguno mientras iba ofreciendo oporto y sonriendo con amabilidad. Al verla salir de la cocina unos minutos antes, yo habia sonreido como haria cualquiera que viese a un amigo vestido de punta en blanco, pero Dominique habia pasado de largo sin hacerme caso, como si se considerara muy superior a mi profesionalmente.
Sacamos los caballos de las cuadras y los atamos en varios puntos alrededor del patio. Nat y sus amigos iban de un lado a otro bebiendo oporto y felicitaban a los caballos por su buen aspecto, como si hubieran hecho algo para conseguirlo. Actuaban como si Jack y yo no estuvieramos alli. A mi amigo no le importaba (creo que ni lo advirtio), pero yo me senti ofendido, pues habia trabajado mucho y merecia un minimo de reconocimiento. Era joven.
Por fin dio comienzo la caceria, y caballos y perros cruzaron en tropel las verjas de Cageley House en direccion a una gran extension que habia al otro lado de la propiedad.
Durante unos minutos oi los incesantes ladridos de los perros que correteaban por las colinas, asi como las profundas notas de los cuernos que iban detras. Despues de que Dominique y Mary-Ann se marcharan a preparar la comida y lavar las copas de oporto, Jack y yo fuimos a almorzar. Al entrar en la cocina las dos amigas estaban riendo, pero enmudecieron de golpe e intercambiaron una mirada de complicidad que nos excluia tanto a Jack como a mi. Como de costumbre, mi amigo fue directo a la despensa para ver que encontraba, y yo me sente a la mesa esperando que Dominique me dirigiera unas palabras amables, algo que me demostrase que aun le importaba.
– Que quieres que te diga -comento Mary-Ann mientras arrastraba un enorme saco desde la despensa. Se dejo caer en una silla junto a la cual habia una palangana llena de agua y empezo a mondar patatas-, A mi tambien me gustaria salir a cazar. Me encantan los trajes que llevan y el modo en que cabalgan de un lado para otro. Ay, eso es mucho mejor que quedarse aqui pelando patatas.
– Te caerias de la montura a la primera y te romperias la crisma -se burlo Jack-. ?Cuando montaste por ultima vez?
– Podria aprender, ?no? Si Nat Pepys es capaz de hacerlo, no puede ser tan dificil.
– Seguro que lleva toda la vida montando a caballo -dije, y al ver que apoyaba a Jack, Dominique me miro asqueada-. Pero quiza no se te diera mal despues de todo -murmure para ganarme su aprobacion.
– Supongo que estareis enterados del compromiso -dijo Mary-Ann despues de un rato, y puso cara de «se algo que vosotros ignorais».
Me quede de una pieza.
– ?Nat va a casarse? -Estaba claro que Jack tampoco sabia nada.
– Al parecer ya no -continuo Mary-Ann-. Corrian rumores de que se habia comprometido con una joven de buena familia de Londres, creo que era la hija de un amigo del padre. Pero ella se entero de que una noche de juerga Nat visito una de esas casas que ningun caballero deberia pisar, y rompio el compromiso.
Jack solto un bufido.
– ?De buena se libro! -exclamo entre risas-. Me pregunto quien en su sano juicio querria casarse con ese adefesio…
– Tampoco esta tan mal -dijo Mary-Ann-. Ademas, un dia recibira un tercio de esta propiedad, lo que no es poco. Un hombre con dinero puede tener la cara mas fea del mundo, que nadie se dara cuenta.
– De modo que es eso lo que te gusta de el, ?eh, Mary-Ann? -pregunto Jack negando con la cabeza, desdenoso-. En la vida hay cosas mas importantes que las propiedades, ?sabes?
– Vaya, que raro. -La muchacha se sorbio la nariz y se concentro en las patatas-. Normalmente quienes hablan asi son los duenos de propiedades, no los desgraciados que no tienen donde caerse muertos.
Mire alrededor y pense en lo maravilloso que seria nacer con dinero, heredar una fortuna y vivir sin trabajar.
– Un hombre como Nat nunca haria feliz a una mujer -apunte, deseoso de contentar a Jack, quien apenas parecia escucharme.
Mary-Ann solto una carcajada.
– ?Que sabras tu de lo que hace o no hace feliz a una mujer? -dijo casi llorando de risa-. Seguro que ni siquiera has hecho manitas con una chica. Eres solo un criajo -me espeto.
Me quede mudo, con la mirada fija en la mesa y el rostro encendido, y con el rabillo del ojo vi que Dominique se volvia hacia la pila y nos daba la espalda.
– ?Tu que dices? -anadio Mary-Ann dirigiendose a su amiga-. ?Crees que tu hermano se ha acostado alguna vez con una mujer?
– Ni lo se ni me importa -contesto Dominique, tajante-. Ya esta bien por hoy. Algunas tenemos cosas que