Solto un bufido.

– Quiza un poco por eso -respondio-, pero para ser sincero, Mattie, te dire que nunca me ha gustado. Siempre me horrorizo el modo en que te trataba, ya te lo dije. Es una mala persona.

Me encogi de hombros.

– Pero yo la queria. ?No te parece raro?

Fruncio el entrecejo y alzo la mirada. Empezaba a clarear y hacia rato que deberiamos habernos marchado.

– Por cierto, ?donde esta Dominique? -pregunto.

No supe que responder. ?Le contaria la verdad? ?Me atreveria a explicarle lo que me habia ocurrido esa noche?

– No viene con nosotros. Se queda.

Asintio lentamente, un poco sorprendido, pero decidio no insistir.

– ?Y Tomas?

No dije nada. Se produjo un largo silencio.

– Bien -dijo al cabo, montando en un caballo-. Larguemonos de aqui.

Puse un pie en el estribo del otro caballo, me encarame a su lomo y me puse en camino detras de Jack. No mire atras ni una sola vez, y aunque ahora me gustaria describir el viaje que hicimos hasta el sur de Inglaterra y la travesia a bordo de un barco que nos condujo al continente y nuestra libertad, no conservo ningun recuerdo de esos momentos. Mi infancia habia terminado. Y aunque todavia me quedaban muchos anos por vivir -muchos mas de los que podia imaginar entonces-, en el momento en que mi caballo franqueo las puertas por las que un ano antes habia entrado en Cageley, me converti en un adulto.

Y, por primera vez en mi vida, me senti completamente solo.

25

Noviembre-diciembre de 1999

Tara propuso que nos reunieramos en el mismo restaurante italiano del Soho donde, a principios de ano, habiamos hablado sobre sus perspectivas de trabajo y la posibilidad de que dejara la emisora. Dado que no sabia como iba a encontrarla, cuando llegue y me sente a la mesa a esperar estaba un poco nervioso. En los ultimos seis meses ni habiamos hablado ni la habia visto en television.

Aun asi, cuando presionado por Caroline y sus compinches en la emisora la habia llamado por telefono, habia aceptado de inmediato verse conmigo, y antes de concertar la cita mantuvimos una conversacion de diez minutos.

Cuando por fin llego, me lleve una agradable sorpresa. La ultima vez que la habia visto era la personificacion de la mujer profesional y moderna. Llevaba un traje de diseno (que no tenia nada que ver con la ropa provocativa que usaba en television) y un corte a lo garcon impecable, como si su estilista hubiera estado sentado a las puertas del restaurante para darle los ultimos toques antes de salir a la pasarela. Pero ahora, seis meses despues, apenas la reconoci. En lugar del traje de chaqueta llevaba unos caros tejanos blancos y una blusa sencilla, abierta en el cuello. Se habia dejado crecer el pelo -castano con discretos reflejos rubios-, que le caia sobre los hombros de forma natural. Sostenia la clasica agenda de anillas y apenas llevaba maquillaje. Tenia muy buen aspecto y aparentaba su edad.

– Tara -titubee, impresionado por su transformacion-. Casi no te reconozco. Estas guapisima.

Me miro un instante en silencio antes de esbozar una sonrisa.

– Gracias -dijo, y me parecio que se sonrojaba un poco-. Eres muy amable. Y tu tampoco tienes mal aspecto para ser un hombre de mediana edad.

Solte una carcajada (?a cuantos hombres de mediana edad que hubieran cumplido los doscientos cincuenta anos conocia?) y negue con la cabeza. Tras las formalidades de rigor y despues de pedir una comida relativamente ligera, nos reclinamos en nuestros asientos y guardamos un incomodo silencio. Dado que era yo quien la habia invitado a comer, se suponia que debia iniciar la conversacion.

– ?Que tal te va en la BBC? -pregunte-. Mucho mejor que con nosotros, imagino.

Se encogio de hombros.

– Voy tirando -respondio sin mucho entusiasmo-. No es lo que esperaba, la verdad.

– Ah, ?no?

– Bueno, se gastan un dineral en ficharte, pero en cuanto te tienen no saben que hacer contigo. Me parece una extrana forma de funcionar.

– A eso se lo llama mantener el talento bajo control. Estan dispuestos a contratar a una barbaridad de gente para tenerla atada de pies y manos, no tanto para que trabaje para ellos, sino para evitar que lo haga para otros. Es una practica antigua. La he visto muchas veces.

– No me interpretes mal -dijo, deseosa de aparentar que estaba contenta con su situacion laboral-. Tengo un monton de responsabilidades. Dentro de unas semanas ire a Rio de Janeiro para participar en un programa especial de vacaciones. Esa misma semana saldre en La hora de las preguntas, y el mes proximo voy a redisenar el salon de Gary Lineker mientras el hace lo propio con el mio en un programa de decoracion especial. Solo nos daran dos dias, de modo que… -Parecio buscar la expresion adecuada, pero no la encontro y dejo la frase inacabada. Baje la vista al plato que acababan de servirme y empece a comer, evitando mirarla para no ver su expresion de amargura.

– Bueno, me alegro de que te vaya tan bien y de que tengas tanto trabajo -logre decir por fin-. Aunque en la emisora te echamos mucho de menos, claro.

– Ya, ya. ?Con la prisa que os disteis en quitarme de en medio!

– Eso no es verdad -proteste-. Entonces estabamos metidos en un lio y me parecio que si habias recibido una buena oferta de la BBC te convenia aceptar. Solo estaba pensando en tu porvenir.

Tara se echo a reir. No creia nada de lo que acababa de decirle, y yo tampoco.

– Ah, vale. En todo caso, ya no importa. Ademas, yo tampoco me porte muy bien. Aparte de la oferta de trabajo, tenia otros motivos para dejar la emisora, como puedes comprender.

La mire sorprendido, pero dirigio la vista mas alla de mi hombro a una pareja de famosos que acababa de sentarse a una mesa. Los saludo con la cabeza y se llevo otro trozo de pizza a la boca.

– ?Ah! ?Como esta Tommy? -pregunto, como si hubiera tenido la intencion de interesarse por el nada mas poner los pies en el restaurante.

– No muy bien.

– Cuando lei lo que le habia ocurrido me dio mucha pena.

– Se veia venir. Llevaba anunciandolo desde hacia tiempo. La historia no esta de su lado.

– Pero al menos ha salido del coma, ?no?

– Eso si. Y ha vuelto a casa, lo que es buena senal. Pero esta muy deprimido. Y todavia no se sabe si seguira en la serie cuando se reponga del todo.

– Sera un duro golpe. Conozco a la productora y es una verdadera arpia. La tipica guardiana de la moral hipocrita. Le importa un pimiento mostrar todos los vicios y perversiones humanas en su serie, pero si alguien se comporta como un ser humano en la vida real, pone el grito en el cielo. Es una pesadilla de mujer. Aunque no soy quien para decirlo.

– No te pases, Tara -dije con una sonrisa, sin saber que pensar de su actitud. ?Queria ganarse mi simpatia o me estaba tomando el pelo descaradamente?-. Tu no eres tan mala -anadi con malicia.

– Antes lo era. -Hizo una pausa y se mordio el labio inferior mientras se preguntaba si tendria el valor de pronunciar el discurso que llevaba preparado. Al fin, no sin un ligero tartamudeo, anadio-: Mira, Matthieu, debo decirte una cosa. Hace mucho que queria llamarte para hablar de eso, pero no reunia el coraje suficiente. Desde que me telefoneaste, sin embargo, he decidido tragarme el orgullo y soltarlo todo.

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