la idea del telefono descolgado o la linea desconectada era la buena. Decidi dar una ojeada en torno a la casa. Eche a andar por la parte de la izquierda, deteniendome en cada ventana. Ni una sola tenia las persianas levantadas o las cortinas abiertas pese al calor. Y ademas, todas estaban protegidas por gruesas rejas. Por detras vi una segunda puerta, de servicio, tan hermetica como la primera. La unica ventana que no tenia rejas no merecia ni siquiera ese calificativo. Era un ventanuco de vidrio emplomado, opaco, y lo divise en la parte superior del garaje. No me habria sido dificil encaramarme hasta el, romperlo y deslizarme dentro. No era el caso, asi que lo olvide.
Volvi a la puerta principal. Solo por si acaso, comprobe que alguna de las llaves de Laura no abriese cualquiera de las tres cerraduras. Fracase.
Alex iba a esperar.
Mi hilo conductor se romperia en cualquier momento.
– Tozudo -me dije.
Mucho. Demasiado. Cada vez que iba a rendirme veia a Laura y oia a las malditas moscas.
Llegue al Mini, me meti en el y dedique un minuto o dos a pensar. Eso fue decisivo. De haberme ido, no la hubiese visto. De haberme esperado, ella me habria visto y no se habria detenido. Las cosas son a veces simples, cuestion de un segundo.
Julia.
Primero vi aparecer un taxi. No le preste mayor atencion hasta que paso a mi lado, me fije en su pasajera y se me paralizo el gesto de ir a arrancar el coche. No estuve seguro hasta que el taxi se detuvo frente a la casa de Alex. Entonces si. De el bajo Julia, la falsa «prima» de Laura que me habia tomado el pelo por la manana. Llevaba la misma camiseta amarilla y la misma falda negra. Y, por supuesto, su enorme bolso colgando del hombro.
Me aplaste en el asiento del Mini y fingi no existir. Asome los ojos a ras de ventanilla y segui sus movimientos.
Julia entro por la cancela. El taxi esperaba. Lo mismo que yo, la preciosidad debia estarle buscando, escamada de tanta comunicacion telefonica. No tardo ni un minuto en volver a salir, furiosa, con los punos apretados. Cerro la cancela violentamente, esparciendo ecos metalicos por el silencio del barrio. Se metio en el taxi y entonces me oculte del todo.
No arranque hasta que el taxi estuvo a cierta distancia de mi. Puse la primera e inicie la persecucion.
No queria dejar mucha distancia, pero tampoco acercarme demasiado. Mi mayor miedo era que Julia volviera la cabeza y me viera. No lo hizo en ningun momento. No se movia. Eso me tranquilizo.
Seguir a un coche por Barcelona no es algo facil. Se requiere practica, a no ser que tengas un buen entrenamiento policial, que no era mi caso. Si dejaba que los coches se interpusieran entre el taxi y yo, un semaforo acabaria separandonos y me quedaria con las ganas de conocer su destino. Si me pegaba a su trasero…
Me pegue a su trasero.
Cada vez que nos deteniamos, yo me tapaba la cara o fingia manipular la radio o buscar algo en los asientos posteriores.
En una de las paradas la vi con un movil pegado a la oreja. Miro algo en direccion al otro lado y vi que no hablaba. Creo que se enfurecio, porque sacudio la mano y el movil. Marco un segundo numero y en esta ocasion si la vi concentrada en una conversacion antes de que el semaforo cambiara a verde. El dialogo debio de ser vehemente. Agito la mano libre, la cabeza, y por sus gestos entendi que estaba discutiendo con alguien.
Se acabo el movil.
Y tambien la persecucion.
Estabamos en la plaza de la Bonanova. Yo ya habia estado alli por la manana, siguiendo a Agata Garrigos hasta la calle San Juan de la Salle. El taxi se detuvo de pronto al inicio de Muntaner y vi que ella pagaba la carrera. No podia parar ni buscar aparcamiento, so pena de perderla, asi que continue unos metros, despacio, mientras la observaba. Julia atraveso la plaza con el bolso colgado de su hombro y se detuvo en las escalinatas de la iglesia de San Gervasio y Protasio. Yo estaba bastante desguarnecido, aunque mi perseguida no tenia por que estar pendiente de un Mini blanco y negro. Por detras me hicieron luces y alguien toco el claxon. Eso ya era mas grave, asi que tuve que moverme.
Deje el paso libre y estudie mis posibilidades. Acabe dando la vuelta a la plaza y me detuve en la esquina de San Juan de la Salle con el paseo de San Gervasio. Alli aun era mas vulnerable, pero no tenia otra opcion. Me hundi en el asiento asomando solo los ojos. Todavia pensaba que era una casualidad, que Julia estaba alli, tan cerca de la vivienda de Agata Garrigos, por un simple azar.
No era asi.
A los cinco minutos, en los cuales Julia se puso mas y mas nerviosa, aparecio la misma Agata Garrigos.
Vestia de forma tan elegante como por la manana, y no solo se le adivinaba caracter por su ropa, sino por su manera de caminar o su aspecto. Me hice de nuevo a la idea de que era toda una dama, posicion, buen nivel, personalidad concreta, calidad humana que no puede comprarse con dinero. Agata Garrigos destilaba carisma y clase. Y como llevaba todo el dia pensando en peliculas sin saber por que, desde lo del retrato de Laura, le encontre un parecido con Julio Andrews.
Temi que Julia me viese, porque la recien llegada paso muy cerca del Mini. Volvi a aplastarme, hurtandole mi imagen a la falsa prima de Laura, y recobre la tranquilidad. Al pasar me fije en el rostro de la mujer, ojos tristes, labios fijos y abatidos, un halo de amargura enmarcado en un semblante de palida determinacion.
El primer detalle en el que repare fue que Julia y Agata Garrigos no debian de conocerse de antes. La recien llegada camino sin mucha conviccion hacia la belleza, y la belleza la espero sin dar muestras de estar muy segura de que fuese la persona que esperaba. Agata Garrigos pregunto algo y luego, cuando Julia le tendio la mano, ella se la nego. Hubo un intercambio de palabras, rapido, preciso. Julia expreso algo de manera tajante y concisa. Estaba tan lejos que ni siquiera pude interpretar el movimiento de sus labios. Pero los rostros mantenian una fuerte tension. Hubo algun que otro movimiento con la mano, imperioso, golpeando la palma abierta de la otra. Agata Garrigos la escucho en silencio, sin moverse al principio. Despues, nego con la cabeza. Julia insistio y saco algo de su bolso. Se lo enseno. Entonces la aparecida hundio su rostro entre las manos y se deshizo, se quebro lo mismo que una estatua de hielo. Mi belleza matutina miro a derecha e izquierda, preocupada por esas lagrimas. Opto por empujar escaleras arriba a la otra, hasta que estuvieron al amparo de las columnas de la iglesia. La Garrigos se dejo arrastrar. Ya no luchaba. A salvo una vez mas, Julia no se preocupo de consolarla. Ataco por segunda vez, vehemente. Yo aun estaba en mala posicion para ver nada.
Pense en bajar y acercarme con disimulo, pero no tuve opcion. De pronto, Agata Garrigos asintio con un movimiento de cabeza e hizo ademan de retirarse. Julia la retuvo y le insistio todavia mas, con bastante mala leche a juzgar por sus gestos secos. La otra asentia y asentia. Todo acabo pocos segundos despues. Una bajo las escaleras a la carrera y la otra se quedo arriba durante unos instantes.
Vi como Agata Garrigos enfilaba por su calle hacia arriba, muy afectada, descompuesta, aplastada por un peso invisible, y como Julia descendia por fin desde lo alto de la iglesia. Arranque el coche y espere. Mi perseguida levanto una mano y detuvo un taxi.
Hice una maniobra rapida, sali de espaldas, le corte la trayectoria a uno que venia por el paseo de San Gervasio y que se puso a gritarme con la ventanilla abierta, e inicie el nuevo seguimiento con las mismas pocas precauciones que la primera vez. Mi belleza de ojos almendrados empezaba a resultarme desconcertante, pero por lo menos unia poco a poco a algunos de los elementos sueltos de mi investigacion.
El taxi arranco Muntaner abajo, hasta Mitre. Nos metimos en el tunel y pasamos por debajo de la Diagonal. Salio a la altura de la travesera de Les Corts, enfilo por ella y continuo su marcha hasta detenerse frente a COM Radio. Yo me meti en la zona de aparcamiento de las motos por si las moscas. Julia abono la carrera y cruzo la calzada hasta los jardines Bacardi. Temiendo perderla, baje y eche a correr. Pero ya no hizo falta mas.
Mi amiga se metio en el primer edificio que asomaba a los jardines, en la confluencia de Comandante Benitez. Lo hizo abriendo la puerta con su propia llave, que extrajo de las profundidades abismales de su bolso.
Regrese al coche y busque un aparcamiento legal. Pense que, a lo peor y pese a las llaves, visitaba a alguien o hacia un recado, un minuto, y desaparecia de nuevo. Me arriesgue. De todas maneras tuve suerte y aparque bastante mas rapido de lo esperado. Eche a correr de vuelta a los jardines Bacardi y entre en el edificio aprovechando que la puerta estaba abierta en ese momento gracias a unos ninos. Espere que me interceptara un conserje o algo parecido. No fue asi. Gracias a eso pude leer los nombres de los buzones.
Estuve a punto de gritar.