Habia una Julia, de apellido Pons. Solo eso. Era en el cuarto piso.

Subi en el ascensor, me detuve frente a su puerta, tome aire y pulse el timbre.

Unos pasos acelerados se aproximaron por el otro lado.

La puerta se abrio y la primera reaccion de Julia fue tan natural como abrir la boca y los ojos.

Creo que era la ultima persona del mundo a la que esperaba ver en su casa en esos momentos.

XVI

Tenia el pie dispuesto, por si ella pretendia cerrarmela en las narices. No paso nada. Sus ojos ya eran bastante grandes, asi que ahora parecian lagos. La carnosidad de los labios formaba una O que envolvia la blancura de sus dientes. Seguia llevando la misma ropa, y su respiracion, agitada, hacia subir y bajar su pecho bajo la camiseta cenida. Todo en ella resaltaba la magnitud y rotundidad de sus formas.

Aunque yo no estaba para eso.

– Hola -dije rompiendo su silencio.

Lo cerro todo, de golpe, ojos y boca. Reacciono mejor de lo que me esperaba, con flema. Algo me dijo que estaba habituada a las situaciones limite y que pese a su juventud, llevaba algunas horas de vuelo.

– ?Esperabas a alguien? -volvi a preguntar.

– A ti, desde luego, no.

Le salio la vena combativa. Nada de mostrarse acorralada. Debio de pensar que, puesto que estaba alli, yo tambien le habia mentido por la manana. Ahora tocaba intercambiar algunos movimientos en aquella partida de ajedrez, buscando la forma de llegar hasta la ultima linea del rival. Estaba molesta por el imprevisto y lo que pudiera derivarse de el.

– ?Puedo pasar?

– No.

– Gracias.

Se aparto para que entrara. Al rozarme con ella capte la descarga de adrenalina. De haber podido medirla, habria puesto una aguja del reves. No se resignaba, ni se relajaba. Era una gata. Peor aun, era una tigresa. Estaba tensa al cien por cien, recelosa y dispuesta para la batalla.

No camine por delante de ella. No le di la espalda. Espere a que cerrara la puerta y me precediera. El piso era grande, espacioso, pero no estaba lo que se dice arreglado. No habia apenas muebles. Al pasar por delante de lo que debia de ser la habitacion principal vi una enorme cama, redonda, con el colchon de agua. Eso lo supe porque todavia se movia. Ella debia de haberse tumbado en el. Pasamos de largo y desembocamos en una sala decorada con fria modernidad, llena de butacas y sofas, tapices y luces indirectas. Habia un gran aparato de television, un video, un DVD y un reproductor de CD.

– No esta mal -comente.

– Es de alquiler -dijo sin que yo entendiera el por que de su explicacion-. Me cuesta un rinon.

– Los hay mas baratos.

– Y tambien hay barracas en La Mina.

– Oye, quien deberia estar molesto soy yo, ?vale?

– ?De verdad?

Se cruzo de brazos delante de mi y me clavo su mirada de fuego. Pese a su juventud, me parecio todavia mas mujer que por la manana. Muchos hombres habrian perdido ya el trasero por ella, y se lo haria perder a muchos mas. Yo no queria entrar a saco en un cuerpo a cuerpo con ella. Necesitaba que estuviera menos combativa, mas dispuesta a hablar. Conte hasta diez.

– Escucha -le propuse-. ?Por que no hablamos sinceramente, los dos, sin violencia?

– ?De que?

– De Laura, de lo sucedido, de lo que hemos estado haciendo tu y yo desde esta manana.

Me sente en una butaca. Ella siguio de pie. Junto a una puerta vi la misma maleta de la manana, la que llevaba al entrar en el piso de Laura. Julia siguio la direccion de mi mirada.

– Aun no la he deshecho -se justifico sin que yo le preguntase-. Todo ha sido tan…

Por un momento me dio la impresion de que perdia fuerza.

– Ven, sientate -le pedi.

– ?Quieres beber algo?

– No, gracias.

La verdad es que no queria perderla de vista.

– Yo si -exhalo-. Tengo la boca seca.

– En este caso bebere un vaso de agua.

– De acuerdo.

Desaparecio por el pasillo y me levante automaticamente. La vi entrar en la cocina. Escuche el ruido de unos vasos, la nevera al ser abierta y cerrada, y el tintineo de unos cubitos de hielo. Volvi a la butaca y espere. Mi chaqueta ya no podia estar mas arrugada y mojada. Pero alli se estaba bien. En alguna parte debia de refrescar el ambiente un aparato de aire acondicionado puesto a no demasiada fuerza. Julia reaparecio con una bandejita. La coloco en una mesa. Lo mio era agua. Lo suyo, no. Lo suyo era un buen latigazo de whisky. La botella estaba en la bandejita. Bebi un par de sorbos. Ella apuro de un solo trago el contenido de su vaso.

– ?De verdad eres el vecino de Laura?

– Si, ya ves que vivia enfrente.

– ?Tenias con ella…?

– Nada. Soy periodista, y eso es todo. No me gusta que maten a mis vecinos mientras duermo. Y menos a alguien como ella.

– ?Nunca intentaste nada?

– No.

Sonrio y el tono ironico de sus ojos me hizo dano.

– ?Que quieres saber? -pregunto.

– Todo.

– Todo es mucho, y mas si no tienes ni idea de nada.

– Tengo tiempo.

– ?Ah, si? -me espeto-. ?Vas a quedarte a vivir aqui?

Con ella, me gustaria. Una fantasia hecha realidad nunca esta de mas. Pero no se lo dije. Intente reorganizar mis pensamientos. No resulto facil ponerlos en orden.

Me remonte al principio de la historia.

– ?Por que volviste a entrar en el piso de Laura esta manana, despues de que yo me hubiera ido?

– ?Como sabes que volvi a entrar?

– Si vas a contestar a cada pregunta mia con una pregunta tuya, esto sera eterno. Cuanto antes sepa algunas cosas, antes me ire, ?de acuerdo?

– Oye, ?a que juegas?

Cerre los ojos. Habia sido un mal dia, y aun le quedaban horas.

– Por favor… -le pedi despues de contar de nuevo hasta diez-. Entraste en el piso, moviste las fotografias, y creo que hasta te llevaste una fotografia de la habitacion de Laura.

– Eres un cerdo. Si tuviste algo que ver con ella.

– ?No! Solo volvi a entrar y vi los detalles. ?Te importa?

– Yo no me lleve nada.

– Algo buscaste. ?Que era?

– No te importa.

– ?Mierda! -grite.

Ella grito mas que yo, -?Mierda tu, joder! ?No me crees? ?Y quien te cree a ti, eh? ?No te conozco, tio! ?Cuando te vi alli pense que eras el asesino, a pesar de tu rollo! ?Que se supone que debia hacer? Llego, te encuentro, me dices que Laura ha muerto y no me dejas entrar. Luego me dejas en un piso extrano, te largas y me dices que

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату