cambiado de ropa o puesto la liviana bata de seda que llevaba. Me lanzo una petrea mirada de abajo arriba antes de apartar su silla para que yo pudiera entrar.
– No le esperaba -reconocio.
– ?Esta solo?
– Si.
No me dio mas explicaciones. Me precedio el mismo hasta la habitacion en la que habiamos hablado, su estudio. No cerro las dos puertas. Ya no habia nadie. Note su preocupacion en los gestos, el rostro y la voz. Se movia mas despacio, quiza tratando de pensar por que estaba yo alli a la hora de la cena. Por eso hizo la primera pregunta:
– ?Se olvido de algo esta manana?
– No, yo no -le dije-. Usted si.
– No le entiendo.
Estaba harto de dar vueltas en circulos. No conseguiria que el asesino se me echase a los brazos confesando, solo con hacer preguntas mas o menos intencionadas y tratandoles con guante blanco. Asi que ataque. Saque de mi bolsillo la nota que el mismo habia dejado bajo la puerta del piso de Laura y se la ensene.
En su rostro solo aparecio una leve crispacion. No era ni miedo ni desasosiego, solo esa crispacion.
Tenia temple. Y dignidad.
– Si, ?y que?
– No parece necesitar esa silla de ruedas las veinticuatro horas del dia. ?Mato a su enfermera o le dio el resto del dia libre?
Sonrio. Debi de hacerle gracia.
– Me habria gustado hacer lo primero -reconocio-. Pero fue lo segundo.
Me sente delante de el y guarde la nota. Mi gesto le hizo entristecer la mirada. Junto sus dos manos y espero.
– ?Por que no me dice la verdad? -pregunte.
– ?Que verdad?
– Que aun veia a Laura.
– No la veo. Usted me alarmo con su visita y pense que tal vez tendria problemas. Eso es todo. Por eso fui a verla. Sea como fuere, no me de lecciones de etica, senor Ros.
– No le entiendo.
Andres Valcarcel senalo un monton de periodicos y revistas depositados encima de una mesita.
– Un hombre activo, que se ve obligado por las circunstancias a pasar un tiempo de su vida fuera de la circulacion, lee mucho, senor Daniel Ros Marti, periodista. Me habia pillado.
– ?Por que no me lo dijo?
– ?Por que tendria que haberlo hecho? Preferi seguir sus reglas y su juego. Se aprende mucho mas escuchando lo preciso y hablando cuando es necesario. Mandamiento de oro numero uno para el buen empresario. Tambien imagine lo que buscaba.
– ?Que cree que es?
– Antes, un reportaje. Ahora, despues de ver esa nota en su poder, algo mas.
– ?Como que?
– Usted tiene algo que ver con Laura, y quiere saber si yo aun estoy en la partida. Debe de estar enamorado de ella, ser celoso… Debio de creer que, si se hubiese presentado aqui como periodista esta manana, yo no le diria ni una palabra. Y se equivoco. Soy viudo, ya no tengo nada que ocultarle a nadie. Y a un detective de verdad le hubiese dicho todavia mas, sin problemas, siempre partiendo de la base de que Laura haya desaparecido, cosa que ahora no me creo.
– No busco un reportaje, ni tengo nada que ver con Laura.
– ?Me toma por imbecil? -se rio-. Yo introduje esa nota por debajo de su puerta. Si usted la tiene, es porque tiene las llaves del piso de Laura. Ella no le daria las llaves a nadie con quien no se acostara.
Habia ido a preguntarle, a practicarle un tercer grado, y me daba la impresion de que quien estaba cuestionado y debia responder era yo. Intente darle la vuelta a eso.
– Soy su vecino -dije.
– ?Que?
– No le menti del todo. Estoy investigando.
Ahora fue el quien se sorprendio.
– ?Asi que… es cierto que ha desaparecido?
– Si.
Me sostuvo la mirada, incredulo, y de pronto se puso de pie. Casi me asusto. Camino sin problemas en direccion a un mueble, que una vez abierto resulto ser un bar, y desde alli me pregunto:
– ?Quiere beber algo?
– No, gracias.
– Yo lo necesito -confeso.
Se sirvio algo fuerte y miro la botella. La gravedad de un segundo infarto le colocaba a las puertas de la muerte, pero el mismo se encogio de hombros y apuro el vaso de un trago. Regreso adonde yo estaba, pero ocupo otra butaca, no su silla de enfermo.
– ?Va a contarmelo todo? -insisti-. Es tarde.
– ?Debo contarle algo?
– Me ayudaria.
– La palabra «todo» es muy ambigua en este caso. No se nada. Hace mucho que no la veo. ?Que quiere? A cambio, ?por que no me explica que interes tiene en esto?
– No tengo que ver con ella, apenas la conocia. Pero soy periodista, y curioso. Alguien como Laura no puede desaparecer asi como asi.
Me lo estaba ganando. Valcarcel debia de ser poderoso. Mucho. Cuando se supiese lo del crimen…
– ?Quiere que me trague eso?
– ?Por que no?
– Oiga, Ros. -Su tono fue condescendiente en exceso-. Laura es una mujer de bandera. Nada de lo que le pase o le afecte es casual, y no conozco a nadie que lleve pantalones y se quede igual despues de conocerla. Si es su vecino, y no lo dudo, esta haciendo meritos como un caballero andante para ir tras ella.
– ?Se drogaba ya cuando estaba con usted?
– ?Como dice?
– Entre en su casa con las llaves del conserje, y lo que encontre no me gusto nada. Habia heroina como para tumbar a un ejercito. ?Comprende ahora el motivo de que quiera localizarla sin armar ruido? Es guapa, de acuerdo, y me gusta, ?a quien no? Pero anda en la cuerda floja. Quiero ayudarla, como usted si lo que dice en esa nota es cierto. -Toque su mensaje en mi bolsillo.
Su cara no cambio, pero la palabra «droga» le estaba haciendo pensar.
– ?Me dice la verdad? -insistio.
– ?Cuanto hace que no la veia?
– No se, unos meses.
– ?Llevaba manga larga o manga corta?
– No recuerdo. O si…, espere… El conjunto se lo habia comprado yo. Era invierno. Llevaba manga larga.
– Como en verano. Tiene los brazos acribillados. -Estaba en terreno resbaladizo y le aclare-: Un dia la encontre desmayada en el rellano, la entre en su piso, le quite la blusa y lo vi. Por eso lo supe.
Se dejo caer hacia atras, estupefacto. Su sorpresa parecia real. Si continuaba amandola, como era logico, aquello le hacia dano. Y tenia demasiados anos como para sentirse avergonzado por nada. Ya no le rendia cuentas a nadie, ni a sus hijos. Solo a si mismo. Con un corazon en quiebra, las cosas deben verse de forma distinta. Creo que hubiera dado cuanto tenia por Laura, y hasta habria preferido vivir con ella un poco y morir feliz que hacerlo mas tiempo y solo.
– ?Por que fue al piso de Laura?
– Ya se lo he dicho. Me alarme con lo de la desaparicion. Fui a verla para recordarle lo que ya sabe de sobra, que puede contar conmigo siempre, como la ultima vez. De paso…