– No llego muy lejos -mantuvo su tristeza la chica delgada.
– Hemos estado con Ursula -dijo Julia.
– Si, andaban juntas casi siempre, ya sabeis -asintio la primera.
– Aunque cuando Marta se lio con Paco… -no termino el comentario la segunda.
– ?Quien es Paco? -pregunto Gil.
– Su ex.
– Marta tuvo un novio y luego rompio -quiso aclararlo Julia.
– Si.
– ?Cuando fue eso?
– No hace mucho, no se.
– ?Sabeis donde vive el tal Paco?
– Claro -la delgada giro el cuerpo y senalo hacia un grupo de edificios bajos-. Ahi detras, en la calle que corta, una casa con las cortinas verdes.
– Pero a esta hora debe de estar trabajando -intervino su amiga-. Es mecanico. ?Conoceis la plaza?
– Acabamos de pasar por ella.
– Pues el taller esta en la calle que baja.
Julia temio que Gil diera por terminado el interrogatorio. Su comentario sembro de silencio el espacio abierto entre los cuatro:
– Dicen que era una chica conflictiva.
La de los pantalones anchos apreto las mandibulas. La delgada puso cara de fastidio. Fue la que hablo primero.
– Era una tia legal.
– Si, fijo -asintio la otra-. Seguro que por eso la mataron.
– ?Por ser legal? -insistio Gil.
– Mirad -la delgada seguia expresando fastidio-, con todos los marrones que le cayeron encima…
– ?Como cuales?
– Muchos, no se.
– Su madre era puta -dejo ir la de los pantalones.
– ?Eso la marco?
– Un dia, uno de los tios con los que se enrollaba le dio una paliza, y Marta le hundio unas tijeras en la espalda. Casi lo mata. Pero, ?sabeis?, encima, su madre se cabreo con ella.
– Hubo mucho lio, por eso conocemos la historia -corroboro su amiga.
– ?Asi que por eso la denunciaron por agresion con arma blanca? -Julia miro a Gil.
Quedaba lo de las drogas, el robo…
– ?Teneis idea de que hacia?
– No.
– ?En que andaba metida, con quien…?
– No -repitio la delgada.
– La conociamos del barrio, y del insti, pero nada mas. Todo lo que no os cuente Ursula…
– Aqui, cada cual va a su rollo. Bastante trabajo da eso.
Buscaron mas preguntas, pero la mayoria eran redundantes, asi que sintieron una impotencia de la que no sabian como salir. El instituto, cerrado; la tal Ursula, tambien cerrada en banda. Aunque disponian de otro eslabon. Paco.
– Habeis sido muy amables, gracias -inicio la retirada Gil.
– Ella se llama Elena -dijo la de los pantalones-. Yo soy Leti.
– Lo tendremos en cuenta -sonrio Julia por primera vez.
Se alejaron y regresaron hasta la moto. La distancia volvia a ser corta. Gil arranco y, a velocidad reducida, para orientarse, se apartaron de las inmediaciones del centro escolar, el IES
Julia levanto una mano para despedirse de ellas. Empezaba a tener un nudo en la boca del estomago.
Capitulo 4
El taller mecanico se llamaba
– ?Paco?
– Ahora le aviso, un momento.
Habian creido que era el, asi que retrocedieron hasta la calle. No tuvieron que esperar mucho. El chico se fue a la parte de atras y solto un latigazo verbal:
– ?Paco, te buscan!
Tendria unos diecinueve anos, aunque cualquier cosa era posible debido al mono de trabajo y la grasa que le cubria de pies a cabeza. Salio frotandose las manos con un pano que en otro tiempo debio de haber sido blanco y, tras mirar a su companero, se encamino hacia la puerta, donde le aguardaban Julia y Gil.
Cuando ya estaba casi encima, ella murmuro:
– Dejame a mi.
Posiblemente, limpio, fuese de guaperas. Pelo largo, cejas pobladas, ojos vivos, labios gruesos y piel morena. El holgado mono no llegaba a ocultar del todo lo que parecia ser un buen cuerpo, cultivado en algun gimnasio, o regalo de la madre naturaleza. La cremallera no cerraba hasta arriba, asi que se perfilaba un pecho bien surtido de vello largo y negro. Gil comprendio por que Julia le pedia la iniciativa.
– Hola -les saludo el ex novio de Marta.
– ?Como estas? -le sonrio Julia-. Mira, el es Gil, y yo me llamo Julia, ?sabes? -su acento casi rozaba la pijeria-. Te estabamos buscando.
– ?Me buscais a mi?
– Si, aunque no quisieramos molestar, y si tienes trabajo… Bueno, nada, que podemos volver despues.
– ?No es por algo del taller?
– No, es por Marta.
Ni todo el encanto de Julia logro frenar su cambio de expresion, el envaramiento de su cuerpo y, sobre todo, el endurecimiento de la mirada. Los extremos de su mandibula, a ambos lados de la cara y por debajo de las orejas, se crisparon en un instintivo gesto de autodefensa. Echo el trapo a un lado, sobre un coche, y se metio las manos en los bolsillos. Su desafio quedo fijado en su voz.
– ?De que va esto? -quiso saber.
– Somos periodistas -Julia mantuvo su sonrisa.
– ?Y que quereis que os diga?
– Algo, cualquier cosa -dijo imprecisamente ella.
– Estamos haciendo un reportaje de tipo humano -intervino Gil-. Pensamos que nos ayudarias.
– Ya no saliamos juntos, asi que tampoco tenia ni idea de lo que hacia.
– Pero querras que le quitemos de encima toda esa porqueria que le estan echando -aventuro Julia.
Se lo penso. Quedaba bastante claro que le daba igual, que estaba resentido. Pero la pregunta, mas bien la aseveracion, habia sido inteligente. No tuvo mas remedio que quedar bien.
– Si, claro.
– ?Hace mucho que no la veias?
– Desde que cortamos.