– Lo suficiente. Se hacia querer y tenia cualidades importantes.
– ?Como cuales?
– Era muy amiga de sus amigas. Leal, capaz de pelearse por ellas, generosa, nada egoista. Un bicho raro.
– ?La ultima vez que la detuvieron…? -tanteo Julia.
– Robaba piezas de coches y motos.
– ?Por que precisamente eso?
– No lo se. Supongo que podria darles facilmente una salida. No me lo dijo. Era muy reservada. Jamas hubiera traicionado a nadie, ni por salvarse ella misma. Tenia su propio codigo etico. Confiaba para todo en mi, excepto para delatar a nadie. Y es raro, porque con todo lo que paso esa cria…
– ?Lo dice por su madre?
– Por su madre, su violacion y muchas otras cosas. Supongo que eso fue el detonante principal.
– ?La violaron? -Julia enderezo la espalda.
– Ahora ya da igual -suspiro Salvador Ponsa-. Ha muerto, asi que no se trata de protegerla, sino de denunciar la verdad -hizo un gesto de resignada tristeza antes de confesar-: Si, lo hicieron, pobrecilla.
– ?Cuando fue eso?
– A los doce anos.
Julia estaba palida.
– Lo confeso aqui mismo, en este despacho, donde estais sentados vosotros. Nadie lo sabia. Lo oculto siempre, y de pronto…, estallo y me lo dijo a mi. ?Podeis entender lo que es pasar un trago asi en soledad, sin ayuda? Nadie es tan fuerte. Una persona puede vivir con una bala o una esquirla de metralla incrustada en su cuerpo, en un hueso o donde sea, pero ello no significa que este bien, porque eso sigue ahi, y ahi seguira siempre si no se extirpa. Ella vivio tres anos con esa carga, cada dia, cada noche. Y aun asi, nunca he conocido a nadie con mas ganas de seguir y salir adelante.
– ?Le conto quien la violo?
– Un cliente de su madre.
– Ha dicho que ese hecho fue el detonante principal del resto.
– ?Por que creeis que empezo a tomar drogas?
– ?Para luchar contra eso, para olvidar? -dijo Gil.
– Por supuesto -se lo confirmo el hombre-. Ya os he dicho que es muy dificil llevar una vida normal despues de pasar un trago como ese. No pudo soportarlo, asi que un dia de debilidad, cansada de luchar, debio de tomarse una dosis, un chute, o lo que fuera, y cuando vio que de esa forma se evadia…, cayo. Luego, una cosa le llevo a la otra. ?Como se pagaba esas drogas? La cadena siempre es la misma: primero, consumo; despues, venta. Y quedo atrapada en el circulo vicioso.
– Pero ahora ya no se drogaba.
– Eso os demuestra su fuerza de voluntad. Se metio sola y salio sola. En el fondo, siempre lo estuvo. Cuando vino aqui, ya estaba concienciada para limpiar esa parte de su vida. Sin embargo, no pudo evitar que la detuvieran. Fue su primer encuentro con la ley.
– El segundo, la agresion al hombre que pegaba a su madre.
– Le hundio unas tijeras en la espalda, si -convino Salvador Ponsa-. Puede que fuera por defender a su madre, puede que fuera por el odio que sentia hacia todos sus clientes, porque no en vano uno de ellos la violo. El caso es que el tipo acabo en el hospital y la denuncio. Segunda detencion y una ficha que va engrosando su historial: consumo y venta de drogas, agresion con arma blanca… Luego, la sentencia por lo del robo de piezas de coches la pillo con su madre ya muerta y con su abuela como unica familia.
– ?Por que tendria que robar?
– Necesidad tal vez. Desesperacion quiza.
– ?Amor?
– ?Por que no? -sonrio-. El amor verdadero la habria salvado.
– Tuvo un novio.
– Si, lo se, un tal Paco. Creo que perdio la cabeza por el, pero acabo dejandolo. Una vez mas, como cuando lo de las drogas, comprendio que no debia de ser bueno para ella. Era como si tuviera una fuerza interior que le avisase de lo que le convenia y lo que no.
– Despues de salir la ultima vez, ?no le siguio el rastro?
– No fue necesario. Ella me llamaba a menudo. Era parte de nuestro trato, y de lo que pacte con la policia y el juez. Por lo menos, una llamada al mes. Me contaba como le iba. Me gane su confianza, como ya os he dicho -lo proclamo con un deje de orgullo-. Creo que fui lo mas parecido al padre que jamas tuvo o, por lo menos, me converti en uno de los pocos adultos en los que confiaba. La ultima de sus llamadas tuvo que ser en los mismos dias en que desaparecio.
– ?En serio? -dijo Julia.
– Fue otro de los motivos por los que llame a la policia. Esa llamada puede que fuera importante, y por desgracia…
– ?Que? -le alentaron a seguir al ver que se detenia.
– Yo no estaba aqui -lamento Salvador Ponsa-. Habia salido para hacer unas gestiones y cuando regrese me dijeron que me habia telefoneado, y que parecia muy tensa y nerviosa. Mas aun, asustada. Insistia en saber donde estaba y cuando podria hablar conmigo.
– Entonces, ?ella sabia que iba a sucederle algo, o que se encontraba en peligro? -manifesto Gil.
– Es posible -asintio el hombre-. Desde luego, queria decirme algo importante sobre si misma. Algo que, tal vez luego…, le costo la vida. No lo se.
– ?No le extrano que no volviera a telefonearle?
– Si -bajo la cabeza en senal de culpabilidad-. Pero pense… -no pudo concluir la frase-: ?Que mas da ya? Aqui viven tantas que necesitan ayuda…
Ni Gil ni Julia le preguntaron si habia hecho algo al respecto, buscarla, interesarse por ella. No era necesario. Posiblemente alli vivieran otras Martas, todas reales, con sus propios dramas personales.
El silencio se instalo entre los tres.
Parecia no haber mas preguntas ni quedar mas respuestas.
Solo restaban los interrogantes finales.
La clave de una muerte no anunciada, pero omnipresente.
– Me temo que debo dejaros -anuncio Salvador Ponsa, abriendo las manos como si lo sintiera en el alma-. Se ha hecho bastante tarde y tampoco hay mucho mas que decir.
Capitulo 2
Incapaz de hablar mientras todavia se encontrasen dentro de aquellas paredes, Julia libero sus sentimientos al salir y recibir la primera bocanada de aire libre.
– Tengo el estomago revuelto -admitio.
– Y yo, el cerebro del reves -confeso Gil.
– Se suponia que estabamos investigando el oscuro pasado de una delincuente juvenil, para hacer un retrato humano, ambiental y social, y de pronto… ?Por que sera que, cuanto mas preguntamos, y llevamos solo una manana, parece que la Marta que ibamos a encontrar no tiene nada que ver con la que era en realidad?
– Benigno Massague tiene razon: lo que hay detras de una noticia a veces no guarda relacion con lo que se publica.
– Pero es que esto es muy fuerte, ?mucho! -se excito Julia.
– Hay gente que salta a la piscina, y hay gente a quien la empujan -suspiro Gil-. A Marta es evidente que la empujaron.