– Debemos hablar con su abuela -ella apreto los punos, decidida-. Es crucial. Cada vez mas.
– Tranquila.
– Y no solo con ella -prosiguio, sin contar con el-. Tambien con Ursula y con la otra, Patri.
– ?Has visto la hora que es?
– ?Jesus! -se sorprendio al mirar su relojito de pulsera.
– ?Comemos algo y volvemos a la carga?
– De acuerdo -se rindio Julia-. Aunque no tengo nada de hambre.
– Te llevare a un lugar que conozco no lejos de aqui. Se come bien y es economico.
Montaron en la moto y, aprovechando que el trafico ya habia descendido un poco a pesar de que el exodo se iniciaba entre el miercoles y el Jueves Santo, llegaron en menos de diez minutos a su destino, un pequeno restaurante casi escondido en pleno barrio gotico, de puerta minuscula y espacio infimo. Dada la hora, los que habian comido primero ya se marchaban y les tocaba el turno a los tardones como ellos. El dueno conocia a Gil, porque le guino un ojo y les ofrecio una mesita apartada, bajo el arco de una escalera de piedra que conducia a la parte superior del local. La comida era casera, y Julia pudo constatar que, ademas, era buena. El hambre reaparecio con los olores, y despues con su imagen. Ya no hablaron del caso hasta que hubieron concluido el segundo plato. Ella no pidio postre. El si.
Mientras Gil saboreaba una deliciosa tarta de chocolate negro, Julia sonrio y solto un leve bufido de sarcasmo.
– ?Por que te ries?
– No me rio -confeso-. Pensaba en lo que me dijo mi padre, y tambien mi padrino.
– ?Que te dijeron?
– Me advirtieron que no me metiera hasta el fondo de la cuestion, porque suelo ser demasiado apasionada y me comprometo con las cosas.
– Eres de las que se involucran, si -admitio Gil.
– ?Y tu no?
– Tambien, pero creo que se medir mis reacciones un poco mas que tu. Pienso que hay que guardar siempre una distancia prudencial, para no perder la objetividad.
– Pero es dificil no tomar partido.
– Entonces no estudies periodismo. Hazte socia de una ONG.
– Muy gracioso -le hizo una mueca de desagrado.
– Tal como esta el mundo…
– ?Tu que clase de periodista quieres ser? -pregunto Julia.
– Ya lo sabes. De investigacion.
– ?Corresponsal de guerra?
– Viajar si, por todo el mundo. Pero jugarme la vida… No soy un heroe, lo confieso. Te veo mas capaz a ti.
– No se que decirte. Todo este asunto de Marta me esta empezando a parecer descomunal, tan intenso y duro que… Habra que escribirlo con mucho cuidado y mucho tacto. ?Te das cuenta? No hemos hecho nada mas que empezar y ya tenemos…
– Tenemos parte de una verdad desconocida que todavia no lo es todo.
– Ya lo se -Julia le vio devorar el ultimo pedazo de tarta-. ?Que crees que saldra de lo que estamos investigando?
– Redactaremos un testimonio directo, incluso reivindicativo, y contaremos quien era la verdadera Marta.
– ?Y quien lo sabra?
– Nadie.
– ?Jo! -ella endurecio el gesto-. ?Y si lo llevamos luego a un periodico?
– No nos lo publicaran.
– Se lo regalamos. No quiero nada. Solo les ofrecemos la informacion para que la publiquen. O se lo cuento a mi madre. Ella todavia mantiene todos los contactos del mundo. Por lo menos eso.
– No esta mal. Pero olvidas algo.
– ?Que?
– Algo en lo que no estamos pensando.
– ?En que? -repitio ella.
– El asesino de Marta sigue por ahi, libre.
Julia se callo.
– Nunca sabremos por que la mataron -dijo Gil.
– Nosotros no, pero la policia espero que si.
– Puede que no se muevan tanto si piensan que ella era carne de canon.
– ?Claro que se moveran!
– ?Y si piensan que ha sido lo que dijimos al comienzo, un asunto de pandillas, una venganza, malas companias?
– No son tontos. Averiguaran lo mismo que nosotros. Y si no, se lo doy a mi padrino. Te puedo parecer tonta, pero aun creo en el sistema, supongo que por ser hija de quien soy y tener a un padrino en la policia. Por supuesto que cuestiono siempre todo, pero hay que mantener la esperanza, porque de lo contrario…
– Eres increible -asintio Gil.
– No -ella hizo un gesto de desagrado-. Lo que pasa es que, cuanto mas hablo de Marta, cuanto mas se o intuyo, cuanto mas me meto… Dios, hiciera lo que hiciera, o fuera quien fuera, era una cria.
– Una cria que ha vivido mas que tu y que yo juntos.
– No hace ni cuatro dias yo tenia su edad, y lo unico que me preocupaba era estudiar, divertirme, ver donde pasaba las vacaciones y dudar entre comprarme unos pantalones o una blusa -solto otro bufido de sarcasmo-. Era admiradora de un par de gilipollas guapos, tenia la habitacion llena de posters y creia que todo era posible, como dice mi escritor favorito.
– Y yo vivia en Vic, ayudando a mi padre antes de que se pusiera enfermo.
– Hemos dado un buen paso.
– Un pequeno gran salto, diria yo.
– Y hoy hemos trabajado bastante, ?no?
– Si -reconocio Gil-. La conversacion con la abuela de Marta nos ayudara a cerrar una buena parte de la investigacion, y si encima logramos que Ursula nos cuente algo hoy o manana… Lo escribimos el miercoles, y el jueves aun podremos irnos de vacaciones.
– No me apetece irme a ninguna parte -confeso Julia-. Y te olvidas de la otra chica: Patri. Ella tiene que saber algo. Las amigas lo saben todo unas de otras. Si callan es porque tienen miedo, y si tienen miedo…
– Julia.
– ?Si? -se quedo en suspenso al ver la seriedad de la cara de Gil.
– ?No estaras tratando de saber quien la mato?
– ?Yo? No.
– Julia…
– En serio, hombre. ?Como quieres que tu y yo…? Se que esto es un trabajo de la facultad y nada mas, aunque espero que sea lo mejor que haya hecho en mi vida.
– De acuerdo -no parecio muy convencido, pero no insistio.
Levanto la mano para pedir la cuenta. Julia ya tenia su bolso a mano, para calcular su parte. De pronto, se quedo embobada con sus pensamientos.
– ?No te extrana que Marta robara recambios de coches y motos, y que su ex, del que nos han dicho que se enamoro a fondo, trabaje en un taller de reparaciones?
– Crei que se te habia pasado por alto.
– Ese Paco…
Llego la cuenta, la dividieron entre dos, pagaron y salieron del local, dispuestos a seguir con su investigacion. Al llegar a la moto, Gil le entrego las llaves.
– ?Te apetece llevarla? -la invito.
– ?Me dejas?