Su voz atraveso muy despacio el breve aire que les separaba:
Guardo el cuaderno y quedo a merced de la mirada de Gil.
Desnuda.
– Benigno Massague tenia razon -dijo.
– Nada es lo que parece.
– Y detras de cada noticia hay un mundo. Ella no es mas que la puerta que nos conduce a el.
– Pero ?como ibamos a esperar encontrar todo esto? -Gil solto un leve bufido.
– ?Cuanta gente debe de morir dejando una huella erronea a su alrededor?
– Mucha -Gil le sonrio con dulzura-. ?Te sientes una heroina por haber descubierto quien era la verdadera Marta?
– No -hizo un mohin amargo con el rostro-, pero me alegro de saber lo que se. No vamos a desperdiciarlo.
– Massague estara orgulloso.
– Tenemos mucho que discutir con el -asintio Julia.
Gil deslizo una mano al encuentro de la suya. Primero jugueteo con sus dedos, sus unas, las yemas, los nudillos. La muchacha no la retiro. Las de su companero eran suaves. Cuando el iba a retirarla de nuevo, ella se la retuvo; con las dos.
– ?Crees que se sentia como si tuviera noventa y nueve anos, como dice ese poema? -le pregunto.
– Conozco gente de veinte que es como si tuviera setenta, y gente de setenta que esta como si tuviera veinte. Supongo que en cierto modo si, aunque no es mas que un poema hecho en un momento determinado y bajo unas circunstancias concretas. Yo me quedo mas con esas otras expresiones, lo de las ganas de empezar, lo de la prisa por ganar, lo de la furia y lo de los kilos de amor. Ahora se que Marta tenia un corazon asi de grande.
– Dios mio -desgrano Julia-, nuestro primer trabajo casi en serio y nos ha dado…
– Nunca seremos buenos periodistas.
– Yo creo que si.
Continuaba con la mano de Gil entre las suyas.
Ya habia oscurecido. El dia anterior, Ursula saco mucho antes la basura.
– Tengo que llamar a mis padres. Finalmente se marchaban esta tarde.
Le solto la mano y cogio su bolso. Con el movil en la mano, marco el numero del de su madre. La conversacion fue trivial. Ellos ya estaban de camino y Julia le comento que cenaria fuera, con Gil.
Se estaban despidiendo cuando Ursula salio del bar, cargando dos enormes bolsas de basura y vestida totalmente de negro, como siempre, pero tan arreglada como la noche anterior. Gil toco a su companera con discrecion para que acelerara el final de su charla. Julia lo hizo.
Desconecto el movil antes de guardarlo.
– Alla vamos -musito.
La amante del estilo siniestro dejo las dos bolsas de basura al pie del contenedor, sin meterlas dentro esta vez, y luego camino por la calle siguiendo la misma direccion que la noche pasada. Gil y Julia la siguieron a una distancia prudencial de unos treinta metros, con los cascos colgados de sus brazos porque no se fiaban de dejarlos en la moto, aunque estuvieran atados con la cadena. La persecucion les alejo del barrio, fuera de aquel pequeno universo donde la vida tenia otra dimension.
Ursula caminaba a buen ritmo, sin prisas, pero tambien sin que pudiera considerarse que estuviera dando un paseo. Iba a alguna parte. Cruzo calles, atraveso calzadas, paso por lugares deserticos, por lugares animados y, a los* diecisiete minutos de iniciada la marcha, la vieron meterse en un bar muy distinto al de su familia. Un bar moderno, de diseno. Llegaron hasta los ventanales sin atreverse a entrar y la vieron en la barra, hablando con dos chicas y un chico. Durante los veinte minutos siguientes no hubo cambios; mientras charlaba se tomo dos cervezas, y no precisamente sin alcohol.
Salio del bar con una de las chicas y la marcha se reanudo, aunque ahora ya no fue muy larga. Apenas tres minutos despues entraron en lo que parecia ser una discoteca juvenil, de tarde-noche. Dos docenas de chicos y chicas, entre los catorce y los dieciocho anos, pululaban por sus inmediaciones.
– ?Y ahora?
– Entramos -dijo Julia.
Esperaron un par de minutos y caminaron hacia la puerta con mucha precaucion. Pagaron la entrada, recogieron su vale para la consumicion y dejaron los cascos en el guardarropa. Una vez dentro, resistieron el primer envite de la musica a todo volumen y buscaron a Ursula de forma discreta, sin hacerse notar, desde el tercer nivel del que constaba el espacio. Fue Gil el que la localizo en la barra, sola, pidiendo su primera bebida.
– ?Como ha podido cambiar tanto esto? -grito Julia, para hacerse oir por encima de la catarsis decibelica.
– ?Cambiar? -se extrano Gil.
– ?Hace menos de tres anos, yo tambien iba de marcha, a discotecas, y me ponia ciega de tanto bailar! ?Pero esta musica…!
– ?Te has hecho vieja! -se burlo Gil.
– ?Y que lo digas! ?Yo hacia esto?
Miro consternada a los chicos y las chicas que bailaban sincopadamente, siguiendo el ritmo frenetico que imponia el pinchadiscos, riendo, fumando, bebiendo.
– ?Me estoy deprimiendo! -confeso.
Gil le paso un brazo por encima de los hombros y la atrajo hacia si. Le beso el pelo pensando que ella no lo notaria. Julia lo noto y se quedo quieta.
Temblo un instante, como si tuviera frio, y se pego un poco mas a el.
– ?Que hacias en Vic a los quince o dieciseis anos?
– ?Trabajar!
– ?No te divertias?
– ?No tenia tiempo!
Se echaron a reir y dejaron de hablar, porque hacerlo a gritos era espantoso y, encima, se ensordecian el uno al otro. Ursula ya bailaba con los ojos cerrados.
Bailo casi media hora, sola, borracha de ritmo.
– ?No parece estar muy triste por la muerte de su amiga! -dijo Gil.
– ?Yo creo que es todo lo contrario! -anuncio Julia-. ?En primer lugar, aun no ha soltado toda la mierda que debe de llevar dentro! ?En segundo lugar, esta intentando no pensar! ?Creo que se esta dejando llevar!
Ursula dejo de bailar cinco minutos despues. Regreso a la barra, pidio una segunda bebida
– ?Voy a ver! -dijo Julia.
Bajo al primer nivel y la sorprendio a menos de tres metros por delante. Vestida de negro y en la penumbra, lo unico que destacaba de ella era su piel blanca. Ursula no llego a meterse en el servicio de chicas. A un lado, en el pasillo, hablo con un chico alto y espigado, mayor. Julia la vio darle dinero y recibir a cambio una pastilla. En lo primero que penso fue en el extasis. Luego si, la amiga de Marta entro en los servicios y salio a los tres o cuatro
