minutos.
En esta ocasion bailo casi cuarenta y cinco minutos, sin parar.
Hizo algo mas, empujar a un chico que se le acerco demasiado y besarse con otro durante un minuto, con absoluta pasion, antes de reirse de el y marcharse a la barra por tercera vez.
Nuevo vaso de bebida presuntamente alcoholica.
El chico de los besos revoloteo por sus inmediaciones. Ursula ya estaba bajo los efectos de lo que se hubiera tomado. Reia sin parar, se movia sin parar. El chico, de su estatura, joven, cabello largo por detras, logro capturar de nuevo su atencion y llevarsela hacia una zona oscura. Los besos alli se prolongaron por espacio de diez o quince minutos. Nadie les presto atencion. Cada cual iba a lo suyo. Finalmente, ella volvio a reirse y decidio pasar de su rendido colega. El chico tuvo que marcharse a los servicios para echarse agua.
Ursula se tomo su cuarta bebida.
– ?Cuando cerrara esto? -le pregunto Julia a Gil.
– ?No muy tarde! -examino su reloj-. ?Antes de una hora, calculo! ?Luego abriran a partir de la una, mas o menos, para los de la noche!
– ?Me estalla la cabeza!
– ?Y a mi!
La musica no habia dejado de sonar, alta, contundente, histrionica, muy cenida a un estilo determinado en el que la melodia carecia de importancia, porque lo que verdaderamente importaba eran el ritmo y los efectos de sonido. Alli detras no habia un grupo, ni siquiera un punado de musicos, sino el mero artificio de la electronica, puro laboratorio, programas, cajas de ritmos y un largo etcetera del que no sabian nada.
Ursula visito el servicio una segunda vez para tomarse otra pastilla. Bebio su quinta, su sexta y su septima copa en los siguientes cuarenta minutos. Hasta que, en medio de una fanfarria estridente, se encendieron las luces y se anuncio el final de la sesion.
– ?Voy a buscar los cascos antes de que salga! -tomo la iniciativa Gil.
Se reunieron en la calle, agradeciendo el silencio, haciendo gestos con los ojos y la boca, como si tuvieran los sentidos embotados. Tuvieron que bostezar varias veces para desatascarse los pabellones auditivos. Parecian victimas de un ataque nuclear. Llegaron a reirse porque, en el fondo, sus diecinueve anos les acercaban demasiado a los congeneres que salian de la discoteca, y sin embargo…
El tiempo, sus vidas, habia dado ya un salto. El salto.
Ursula fue de las ultimas en salir, tambaleandose, moviendose de forma anarquica, con la mirada extraviada, sudada y muy desarreglada. El chico de los besos lo intento por ultima vez. Ella le empujo, le solto cuatro gritos y luego le dio la espalda. El chico le dijo algo grosero. Ella, sin girarse, le mostro el dedo corazon de su mano derecha en alto.
Se alejo por la calle, cautiva de su estado.
– No podra llegar por su propio pie -considero Julia.
– Yo creo que si, aunque no lo tendra facil -repuso Gil.
– ?Que hacemos?
– Seguirla. Ademas, tenemos la moto alli.
Julia se sintio frustrada.
– Hemos perdido el tiempo -mascullo.
– Espera.
– ?A que?
– Cuando estemos cerca, la abordamos.
– No quiso decirnos nada estando sobria, ?lo hara ahora con lo que lleva encima?
– Precisamente por eso. Depende del grado de culpa que arrastre, de lo que le pese, de si ya esta a punto de estallar o no… Tu misma lo has dicho, y tenias razon. Lo que ha hecho esta noche no es mas que una huida, una forma de escapar y evadirse de la mierda que lleva dentro.
– ?Tan buena soy?
– Ya sabes que si.
Volvieron a seguirla, aunque ahora a la inversa, de vuelta al barrio y a su casa. Pero lo que antes habia sido un camino recto y firme, ahora se convirtio en un pequeno calvario, un sendero de espinas que Ursula inicio mal y acabo peor, trastabillando a cada momento, dando tumbos, bamboleandose como una muneca desarticulada. Se le cruzo un hombre, le dijo algo, y ella le solto sapos y culebras por la boca, un torrente de insultos y palabrotas. Dos chicos jovenes la siguieron unos metros y ella les lanzo una piedra que habia recogido de la acera. Julia y Gil creyeron que los dos chicos iban a devolverle la pedrada o a asaltarla, pero se marcharon tras insultarla y ser insultados por la muchacha.
A menos de cinco minutos de su casa, Ursula tropezo, cayo, y cuando quiso levantarse, ya no pudo.
Vomito sus siete bebidas de la discoteca, las dos cervezas del bar, los restos de las dos pastillas y hasta la cena, la comida y su primera papilla.
Luego siguio sin poder levantarse, y gateo unos metros para alejarse de su vomito y de aquel hedor. Se quedo sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, despierta y consciente.
Miro al cielo.
Y entonces se derrumbo.
Se echo a llorar.
Capitulo 8
Julia y Gil la dejaron llorar unos segundos, para que se vaciara y limpiara, para que sintiera mas y mas el peso de su soledad y la carga de su dolor. Despues llegaron hasta ella y se colocaron uno a cada lado. Ursula entreabrio los ojos y los miro. Primero a ella. Luego a el.
En sus pupilas titilo un brillo de miedo.
Sin embargo, dijo:
– Hola, guapo.
– Hola, Ursula -Gil le paso una mano por la cabeza.
– No vas a darme el conazo, ?verdad?
– No.
– Bien -se relajo.
– Pero puedo hablar, decirte lo que se, y tu me escuchas.
– Joder…
– No tienes nada mejor que hacer -Gil continuo acariciandole la cabeza-. Tu no puedes moverte, y nosotros no vamos a irnos.
– ?Por que?
– Ya ves. Resulta que Marta era tu amiga y, sin embargo, los que estamos aqui luchando por ella somos nosotros, dos desconocidos. ?No te parece curioso?
Julia le tendio un panuelo que saco de su bolso. El muchacho se lo paso por la frente, perlada de sudor. Ursula se estremecio y cerro los ojos.
– Eres… demasiado guapo para ser… tan borde -le dijo.
– Y tu no eres tan fuerte como para callar mas tiempo.
Ursula hundio sus ojos en Julia.
– Tu novio es idiota, nena -le endilgo.
– Vamos, Ursula, lo sabemos todo -dijo Julia.
– ?Vosotros no sabeis una puta mierda!
– Para empezar, sabemos que Marta era una tia legal.
– Y esta muerta.
