Capitulo 5

Julia vio como la moto se alejaba calle abajo. Levanto la mano para despedirse y, todavia con la sonrisa colgada de los labios, llamo al timbre exterior de la vivienda de su padrino. Sabia que estaba en casa porque previamente le habia telefoneado para no hacer el trayecto en balde. La esperaban.

– ?Julia?

– Si.

El zumbido libero el cierre de la puerta. La empujo, llego al ascensor y subio al atico. Cuando abandono el camarin se encontro con su tia Cinta. No es que hubiera el menor parentesco, pero nunca le gusto llamarla madrina. Su padrino era el, Pablo Barrios, uno de los mejores amigos de sus padres, sobre todo en los anos en que unos y otros vivian peligrosamente sus respectivas profesiones. De hecho, como policia, su padrino andaba ya medio jubilado. En el trabajo no podian pasar sin el porque tenia una memoria enciclopedica y una experiencia envidiable, asi que no era cuestion de desaprovecharlas.

– ?Hola, carino! -la abrazo la mujer.

– ?Que tal, tia Cinta?

– Hija, nos has dejado sorprendidisimos con tu llamada.

– Ah, para que veas.

Entraron en el piso, y la esposa de su padrino cerro la puerta.

– ?Te quedaras a comer?

– No puedo, lo siento -lo lamento ella-. Papa y mama se van de vacaciones a media semana y hoy toca comida familiar.

– Ya me gustaria a mi irme de vacaciones -refunfuno tia Cinta-. Y tu, ?vas a quedarte toda la Semana Santa sola?

– Tengo trabajo.

Su padrino estaba en el estudio, dedicado a su pasion dominical: los sellos. Tenia abiertos una docena de albumes con las estampillas insertadas en sus huecos, un par de catalogos, mas de cincuenta sellos repartidos por encima de la mesa y, ademas, la pantalla del ordenador mostraba que estaba conectado a Internet. Levanto la cabeza y, al verla, su rostro se ilumino con una gran sonrisa.

– ?Hola, cielo!

– ?Hola! -lo abrazo Julia.

Beso al hombre y, mientras el cortaba la conexion a Internet, se llevo una mano a la nariz y fingio que iba a estornudar sobre los sellos. Pablo Barrios se puso palido y se apresuro a taparlos. Julia se echo a reir.

– ?No seas mala! -protesto su padrino-. ?Anda, salgamos de aqui, que me das un miedo…!

De nina le habia cogido varios sellos para jugar a los carteros. Los pego en sobres usados y tuvieron que ponerlos todos al bano Maria para recuperarlos. Menos mal que no eran excesivamente valiosos. Siempre se lo recordaban.

Se sentaron en la sala, y Julia se dispuso a contarles el motivo de su visita dominical.

– ?Quieres comer algo, carino? -se adelanto tia Cinta.

– Me acabo de tomar dos chocolates, gracias -se llevo una mano al estomago para mostrar que estaba llena, y por fin se enfrento a su padrino-: Estoy siguiendo una noticia del periodico, para un trabajo de la facultad -le informo-. He pensado que tu podrias ayudarme.

– ?Que noticia?

– La de la chica que encontraron asesinada, desnuda.

– Si, lo lei ayer.

– Hoy dicen que ya la han identificado.

– Todavia no he visto…

Julia le tendio el ejemplar del periodico que llevaba encima, doblado por la pagina de sucesos en la que se hablaba del caso. Pablo Barrios se puso las gafas que llevaba colgando del cuello y paso los siguientes dos minutos leyendo. Cuando volvio a alzar la vista, dijo:

– Es un caso de asesinato.

– Ya.

– ?Que quieres hacer con ello?

– Ya te lo he dicho: un trabajo para la facultad. Nos han pedido que seleccionemos una noticia de hoy y que la ampliemos.

– ?Solo es eso?

– Pues claro -Julia mostro extraneza-. ?Que iba a ser?

– Eres bastante aficionada a meterte en lios… -dejo caer el hombre.

– ?Padrino!

No fue una exclamacion de enfado, sino de pesar. Puso aquella carita de nina mala que tanto lograba conmover.

– Sea como sea, no se nada -le devolvio el periodico.

– ?Nada?

– Hija, ?te crees que estoy al tanto de todos los delitos de la ciudad?

– Pero puedes averiguarlo, ?no?

– ?Para cuando?

– ?Para ayer? -arrugo la cara, dando sensacion de pena.

– Pareces el jefe -rezongo su padrino-. Tambien lo quiere todo para ayer.

– Es el signo de los tiempos.

– ?Que sabras tu de eso! -se burlo el.

Alargo la mano derecha y atrapo el telefono. Descolgo el auricular y marco un numero de memoria. Mientras esperaba, volvio a dirigirse a ella:

– Y no saques mi nombre en tu trabajo, por si las moscas. Solo faltaria que fuera una tesis o algo asi y lo publicases.

– Tranquilo.

– ?Oh, si, tranquilo! -al otro lado, alguien se puso al habla, y el cambio el tono para decir-: ?German? Soy yo, Pablo -hubo una primera pausa, breve-. Nada, que me he dicho: ?a quien puedo molestar un domingo a mediodia? -la segunda pausa hizo que se riera-. Oye, si, mira, es una consulta. ?Sabes algo del caso de esa chica que encontraron asesinada? -otra pausa aun mas corta-. La que estaba desnuda, si -miro a Julia y exclamo-: Ah, ?que lo lleva tu gente?

Ella fingio la mayor de las correcciones, como si acabase de decirle que se habia comprado un traje.

– Solo curiosidad -seguia hablando Pablo Barrios-. Claro, claro. Puede que acabe escribiendo un libro… -las pausas se sucedian-. Tomo nota, si -le hizo un gesto con la mano derecha a su mujer y ella se levanto, aunque no fue muy lejos. Habia un bloc y un boligrafo al otro lado del telefono. Se lo paso todo a el-. Dime.

Empezo a escribir con rapidez, concentrado. De vez en cuando murmuraba algo.

– Si… ?Como? Menudo angelito… ?En serio…? ?Que barbaridad…! ?Por fax? No, dame solo lo mas jugoso, el nombre, donde vivia… Aja… Bien…

– Preguntale si la violaron -cuchicheo Julia.

Pablo Barrios apenas si tuvo tiempo de tapar el auricular con la mano. Le lanzo una mirada de reconvencion.

– Una verdadera princesa, si… Robo, drogas, una denuncia por agresion con arma blanca, internada en el tutelar de menores… -de nuevo miro a su ahijada-. ?Se sabe si la violaron? -otra breve pausa-. No hay indicios. Bien.

Continuo escribiendo casi un minuto mas. Luego dejo el boligrafo e inicio la retirada.

– De acuerdo, si… Claro… Nada, hombre. Y perdona, ?eh? ?Por Semana Santa? No, ni hablar. Que se vayan todos los demas. Vale, un abrazo.

Colgo el auricular.

Julia miro la hoja de papel, emocionada.

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