– Caray, padrino -suspiro-. Eres genial.
– Ya lo se -admitio el.
Ella alargo la mano para coger aquel tesoro. Pero Pablo Barrios puso la suya encima.
– Prometeme que es solo un trabajo de la facultad.
– Padrino, que si -abrio los ojos, extranada.
– Prometemelo.
– Te lo prometo.
– Esto es informacion policial, ?sabes?
– Si.
– ?Que habrias hecho de no darte yo estos detalles?
– Pues habria ido manana al periodico para hablar con los que han publicado la noticia. Siendo hija de quien soy…
El hombre miro a su mujer.
– A eso lo llamo yo tener recursos -sonrio, cansino-. Y pensar que, cuando yo tenia su edad, aun investigabamos con lupa, como Sherlock Holmes…
Tia Cinta habia estado callada todo el rato.
– Anda, dale todo eso -dijo-. ?Es que no la conoces?
– Demasiado -le tendio la hoja de papel-. ?Entiendes mi letra?
– Si.
– ?Has leido o has visto
– No.
– En la pelicula, Julia Roberts hace un trabajo periodistico, descubre un pastel gordo y se le lanzan encima todos los malos, a canonazos. Denzel Washington le echa una mano.
– Yo tambien tengo a mi Denzel Washington -contesto ella-. Se llama Gil Parada y es mi companero en este trabajo. Pero yo no soy Julia Roberts, descuida.
– Lo unico que cambia es el apellido, carino -manifesto su padrino poniendose en pie-. Por lo demas…, sois un calco.
Capitulo 6
El
– ?Que hay, hijo? -le hizo entrar con toda naturalidad, dispuesto a pasar un buen rato hablando.
– Tengo un poco de prisa -le detuvo Gil-. Necesito solo los periodicos de las ultimas dos semanas.
– ?Menos mal que no tiro nada!
Y era cierto. Amontonaba los periodicos en dos pilas, y unicamente cuando alcanzaban metro y medio de altura, bajaba los de la primera al contenedor de carton y papel. El lo llamaba deformacion profesional. Su pasion, desde siempre, eran los crucigramas y las criticas de cine. Completaba los primeros con virtuosa paciencia de santo, y archivaba las criticas con anotaciones despues de ver cada pelicula, una vez en el cine, adonde iba casi cada noche, y otra en el video de casa, en caso de que le hubiera gustado mucho y quisiera una segunda revision. Su casa estaba llena de posters de peliculas famosas y de fotografias de actrices, sobre todo de los anos cuarenta y cincuenta.
– Se los devolvere, no se preocupe -le tranquilizo Gil.
– Ya he cortado las criticas y he hecho los crucigramas, tranquilo.
– Bueno, por si acaso.
– ?Y para que los quieres?
– Un trabajo de la facultad.
– Ah, te envidio -le palmeo la espalda-. Me habria gustado ser periodista. Debe de ser apasionante.
– El que hace las necrologicas tambien es periodista, y no creo que tenga nada de apasionante.
– Las lee mucha gente, asi que…, quien sabe.
Tenia sus teorias y a veces merecia la pena escucharle. Pero no en esa ocasion.
– Gracias, senor Ismael.
– ?No te vas a casa por Semana Santa?
– Tengo trabajo aqui, de momento.
– Vente una noche a cenar, aunque me imagino que tendras planes mejores.
– Gracias, de verdad. Ya sabe que me encanta charlar con usted -se despidio.
Regreso a su estudio y empezo a buscar la primera noticia, la que hacia referencia al hallazgo del cuerpo de la chica. La encontro en el periodico del dia anterior, en las paginas de sucesos, resumida en catorce lineas. Un excursionista que observaba pajaros con sus prismaticos habia localizado el cadaver en un lugar bastante inaccesible. Pura casualidad. La muchacha llevaba muy pocos dias muerta, tal vez estrangulada en el mismo momento de su desaparicion. Volvio a leer la noticia del periodico del domingo, que complementaba la anterior con la identificacion policial. El circulo rojo que la enmarcaba ya empezaba a tener otro significado.
Todavia no estaban metidos de lleno en el trabajo, y ya podia entenderlo.
Porque por primera vez, Gil se dio cuenta de que no era «una noticia», sino de que se trataba de una persona, un ser humano como Julia y como el, una chica asesinada, una adolescente con sus suenos arrebatados, tuviera el pasado que tuviera; alguien con una vida propia, un alma, un futuro.
Eso lo aturdio.
Fue un pequeno golpe, un choque. Tardo uno o dos minutos en recuperarse. De pronto era como si todo adquiriese una nueva consistencia, y se sintio incluso avergonzado de la frivolidad con la que Julia y el habian enfocado el tema en la cafeteria, al escoger aquella noticia y no cualquiera de las otras.
Y no era un juego.
Un trabajo para la facultad si, pero no un juego.
Deberian tener muy en cuenta eso para empezar.
Hojeo los periodicos uno a uno, hasta llegar al que tenia la fecha mas alejada. Nada. Tal como se decia, la desaparicion de la muchacha no habia sido denunciada. Regreso a los dos esenciales, el del dia anterior y el de ese domingo, y recorto las paginas. Las iniciales de la menor eran M. J. C.
Penso en ellas.
Entonces sono el movil.
Tuvo un sobresalto. Cuando abrio la linea, ya sabia que era Julia.
– Hola -escucho su voz.
– ?Que tal te ha ido?
– De primera -se la notaba satisfecha-. Marta Jimenez Campos. Quince anos cumplidos hace tres semanas. Su madre se llamaba Eulalia. Muerta. Ella vivia con una abuela. No hay indicios del padre. Hija unica, y con un historial de aqui te espero que incluye detenciones por robo, consumo y trafico de drogas. Un angelito.
– Julia.
– ?Que?
– Hace un momento… -sus palabras vacilaron sin saber como explicarselo-. No se, tuve… un sobresalto.
– ?Por que?
– Porque, desde este mismo instante, ya no es una noticia, ?comprendes? Si vamos a investigar su historia y a meternos en su mundo, debemos entender que se trata de algo mas, de alguien que, para bien o para mal,