Si Indira Pradesh tenia el de su madre…
?Que?
La enfermera pronuncio unas ultimas palabras. Joa espero la traduccion.
– Dice que Amina no loca. Muy sola, si, pero no loca. Ella es muy inteligente. Mucho. Coeficiente intelectual increible. Habla idiomas y solo tiene pocos anos. No estudia, pero sabe. Nina especial. Nina unica. Mucho caracter. Indestructible. Nadie puede con ella.
– Gracias.
De nuevo se sonrieron. Esta vez Joa saco dinero en efectivo de su bolso. Se lo puso a la mujer en la mano. Ella quiso devolverselo. Nego con la cabeza y su rostro expreso dolor. Joa fue terminante.
– Digale que es para que compre algo a sus pacientes, que celebren una fiesta en honor de Amina. Fue suficiente.
La dejaron en la puerta del manicomio y alcanzaron el coche. Joa se sento al volante, lo puso en marcha y le dieron la espalda al lugar. No era una huida pero lo parecia.
No habian rodado ni cien metros cuando hizo la pregunta.
– ?A que distancia esta Petra de aqui?
– Lejos. Muchas horas.
– ?Podemos ir ahora?
– No. De noche antes de llegar y carretera mala para conducir en oscuridad. Manana temprano.
– De acuerdo.
Petra estaba en el centro sur de Jordania. Aqaba en el sur. Era su salida al mar Rojo a traves del golfo de Aqaba. Las pistas para dar con Amina pasaban por un conductor de burros en Petra y poco mas.
Aun asi se sentia mejor.
– Yo acompano, ?si? -dijo Resh Abderrahim.
– No creo que sea necesario, gracias.
– Si necesario -asintio vehemente-. Una mujer sola… y joven. Yo mentalidad abierta, otros no. Dejeme hacer, por favor. Yo debia cuidar de hija de las tormentas y falle. Perdi.
– No la perdio. Las hijas de las tormentas desaparecieron. Todas. Amina, Indira o yo solo eramos tres ninas y… -ni siquiera supo como definirlo-. No creo que a Amina se la pueda controlar mucho.
Rodaron otro tramo en silencio por las calles de Amman, acercandose al centro.
– Dejamos bolsa en hotel y yo enseno ciudad, ?si? -le propuso Resh.
23
Salieron al amanecer desde Amman en direccion a Petra por una carretera que cortaba el desierto como una espada. Tramos rectos sin vida, la llegada a un enorme canon central, el descenso en forma de serpenteantes curvas, la nueva subida, y ya en la meseta otras largas rectas en direccion sur.
Joa estaba asombrada. En cuarenta y ocho horas iba a ver dos de los mayores tesoros de la Antiguedad, iba a cumplir dos de sus mas anhelados suenos a la vez: contemplar las piramides y pasear por Petra. De no haber sido porque la empujaba una mision unica, habria disfrutado como una loca ante aquellas maravillas sobrecogedoras. Los alrededores de Petra fueron ocupados en el 1200 antes de Jesucristo por los edomitas. Innumerables guerras marcaron su historia hasta la llegada de los nabateos, que la convirtieron en su capital a partir del ano 312 antes de Jesucristo. La ciudad fue construida en un angosto valle al este del valle de Arava. Despues pasaron por ella los romanos, los bizantinos… hasta que en el ano 363 despues de la era actual un terremoto destruyo la mitad de sus edificios. Siguio siendo una hermosa ciudad pese a todo, y con los restos de lo caido se edificaron nuevas construcciones. En el ano 551 un segundo terremoto si la destruyo casi por completo y ya no se recupero de tanto dano. Entro en la leyenda hasta que el primer europeo que llego hasta ella en 1812 la rescato para la Historia.
El viaje fue placido. Conducia otra vez ella; de hecho, el coche alquilado estaba a su nombre. Las conversaciones no fueron de especial relieve. Resh hacia de guia turistico, senalandole los puntos de interes que encontraban por el camino. Pueblos, viejas ruinas, detalles orograficos… Solo en una ocasion hablaron de las hijas de las tormentas, cuando su companero, sabiendo que habia estado alli, le pregunto por la nave.
Joa fue parca. Todavia tenia aquella escena grabada a fuego en su memoria, los jueces cargados de explosivos, los guardianes vencidos, las hijas de las tormentas surgiendo de los alrededores de Chichen Itza, sin que nadie supiera como habian llegado hasta alli, para subir a la nave; y en medio de todo ello su propio drama, la voz de su madre en su mente, hablandole, y su padre corriendo para marcharse con ellos.
Por amor.
Llegaron a Petra a primera hora de la tarde y dejaron las cosas en el coche y este en un aparcamiento situado justo a la entrada del Siq. Un enjambre de hombres con burros se ofrecia para conducir a los turistas a traves del angosto desfiladero de menos de un kilometro que llevaba hasta el primero de los monumentos de Petra: el Tesoro. Ellos hicieron el trayecto a pie.
Joa no queria perderse detalle.
El Siq serpenteaba entre dos altas paredes verticales, con el cielo mostrandose apenas como un retazo mas alla de su cresta. La piedra alli ya tenia el caracteristico color rojizo, con vetas rosadas, que diferenciaba el monumental conjunto labrado en la roca. El unico acceso al interior era mediante aquel estrecho callejon. Al final del Siq surgia como una apoteosis de los sentidos el Tesoro. Parecia la entrada de un templo, y lo era, pero salvo aquella fachada no existia nada mas. Lo mismo sucedia con el Monasterio, en lo alto de la montana, ya en el interior de Petra.
Joa se detuvo.
La piel de gallina.
El Tesoro.
– Impresiona, ?si?
– Sobrecoge.
Joa habia leido que con el paso de las horas del dia, segun incide el sol en el, cambia de color. Habia personas que se sentaban alli un dia entero para verlo, y regresaban al siguiente para caminar por el resto de la ciudad. Ella no iba a tener esa fortuna. Se regalo cinco minutos.
Luego continuaron la marcha, por la derecha, siguiendo la ruta unica para rodear el Tesoro y sumergirse en la grandeza de Petra. Cuevas, templos, tumbas…, todo surgia a cada paso con la generosidad de su riqueza cromatica. Por desgracia muchas cuevas estaban invadidas por vendedores de abalorios. Los turistas, llevandose piedras del suelo o arrancandolas de las paredes, hacian el resto. Los escasos guardianes servian mas para hacerse fotos con ellos que para cuidar su patrimonio.
No perdieron demasiado tiempo, porque a las seis se cerraba el acceso y todo el mundo se retiraba. Resh conocia el terreno, asi que la condujo hasta la montana en cuya cima se ubicaba el Monasterio. Podia subirse a pie, por estrechos margenes de tierra abocados al abismo que daban vertigo, o hacerlo en burro, con lo cual el vertigo se acentuaba porque cualquiera imaginaba lo que pasaria si el animal perdia pie en una roca. Resh le dijo que no habia constancia de que jamas un burro hubiera despenado a un turista. Claro que esa era la version oficial.
Ellos buscaban a uno de los conductores de burros.
Uno que conociera a un muchacho llamado Hussein Maravi, esquizofrenico, huido de un manicomio, y que tal vez, solo tal vez, hubiera llevado a Amina hasta Petra para mostrarle sus rincones.
En la parte baja vieron a tres hombres con sus respectivos animales.
– Yo pregunto -tomo la iniciativa su companero.
Hablo con ellos. Fue rapido. Joa los vio negar con la cabeza. Uno senalo la montana.
– Ninguno conoce joven llamado Hussein -la informo a su regreso-. Arriba hay cinco mas. Esperamos.
El primero de los burros, cargando a una gruesa mujer, descendio diez minutos despues. Su conductor tampoco era el amigo de Hussein. Otros quince minutos mas tarde aparecieron dos de golpe, un matrimonio que hablaba brasileno. Quedaban dos y Joa se mordio el labio inferior. De los tres que esperaban al llegar ellos, dos ya habian subido con otros turistas.