El cuarto en descender, con un jovial anciano a la grupa y su mujer, mas joven, a pie, los miro directamente.
Alguno de los que acababa de subir ya habia hablado con el, al cruzarse sus pasos, preguntandole o advirtiendole de que abajo esperaban a alguien que conociera a un chico llamado Hussein.
– Ese es -indico Joa.
Fueron a por el los dos. El chico parecio rehuirles, disimular. Resh lo abordo y le hizo la pregunta. Dijo que no demasiado rapido.
Joa ya tenia en la mano un buen fajo de billetes.
– Digale que somos amigos, ni policia ni responsables del manicomio. Si estuvo aqui, buscamos a la chica que iba con el.
Se lo tradujo.
El conductor de burros miraba el dinero.
Cuando hablo la senalo a ella. -Dice que subamos arriba, que alquilemos burros. El habla alli.
– De acuerdo. Tambien yo le pagare arriba.
Iniciaron la ascension y trato de olvidarse de las preguntas. Evidentemente el conductor habia visto a Hussein y a Amina. Miro el paisaje a medida que subian por la afilada senda y la belleza la arrebato de nuevo. Fueron unos minutos intensos. En la cima de la montana el Monasterio era aun mayor que el Tesoro, extraordinario, aunque sin la magia y el encanto del primero.
Tuvo que hacer un esfuerzo para recuperar la concentracion.
Le mostro al conductor el dinero que volvia a tener en su mano.
– Preguntele si Hussein vino aqui con Amina.
La respuesta fue tan rapida como la forma en que el dinero cambio de manos y desaparecio en las profundidades de la ropa del guia.
– Si.
– ?Cuando vinieron Hussein y Amina a Petra?
– Dice que hace semanas -se lo tradujo.
Al escapar del manicomio.
Y de eso hacia quiza demasiado.
Aunque, ?adonde podian ir un joven esquizofrenico y una adolescente que ni siquiera parecia jordana aunque lo fuera?
El conductor de burros preguntaba algo.
– Quiere saber por que nos interesa la muchacha.
– Digale que es mi hermana. Luego preguntele que hicieron aqui y cuanto tiempo se quedaron.
Otra larga traduccion, esta con mas detalles.
– Dice que Hussein enseno Petra. Varios dias aqui. Vieron todos los rincones. Despues marcharon.
– ?Volvieron a Amman?
El conductor de burros se encogio de hombros.
Joa le miro fijamente. Sus percepciones estaban a flor de piel. Casi sin pretenderlo atraveso las defensas del hombre y penetro en su mente. Alli encontro tan solo una palabra.
– Aqaba -la pronuncio en voz alta.
El entrevistado se movio nervioso. Miro a derecha e izquierda, puso cara de disgusto. Luego solto una parrafada en su lengua.
– Dice que no sabe. Hussein, hijo de viejo amigo y nada mas. No conoce suficiente. ?Aqaba? Tal vez.
Joa saco otro billete.
La enfermera del hospital tambien le habia dicho que Hussein vivia en Aqaba, pero que no tenia familia. Despues de una larga estancia en el manicomio tal vez tampoco tuviera casa.
– ?Donde en Aqaba?
Los ojos del hombre se extraviaron en el dinero. Se puso de espaldas para que otro conductor de burros no lo viera o creyera que era el pago por subirlos hasta alli. Fue a atraparlo pero ella cerro la mano.
– ?Donde en Aqaba? -repitio la pregunta.
Resh la hizo en jordano.
– Dice que Hussein no mal chico -le tradujo la larga respuesta del ya rendido hombre-. Solo problemas. Buena persona, carinoso. Nina y el parecian muy amigos, felices. Hussein rie con ella. Ella cuida de Hussein. Ella tambien buena chica. Muy bonita. Mucho. Parecia a usted. Hussein dijo que no Amman, que tiene amigo en Aqaba. Amigo se llama Hamid.
– ?Hamid que mas?
– Solo Hamid.
– ?Y donde encontramos a ese tal Hamid?
El callejon volvia a no tener salida.
– Solo nombre: Hamid. Pero vive de mujeres.
– ?Como que vive de mujeres?
– Aqaba es paraiso para mujeres turistas que quieren relacion con jovenes arabes guapos. Muchos alli hacen trabajo asi -le explico Resh.
Un gigolo jordano llamado Hamid.
El conductor de burros atrapo el billete. Luego puso a su animal de cara a Joa, para que subiera. Sus gestos eran claros: Petra cerraba a las seis.
Era el fin de la conversacion.
24
Despues de descender de la montana y regresar hasta el Siq, abandonaron Petra por el desfiladero, caminando despacio y sin hablar. Joa lo hizo con la nostalgia de quien sabe que a veces la vida se escapa de entre las manos. Penso que algun dia regresaria, como una turista mas, con David, para sentir otras sensaciones que las que la acompanaban a lo largo de aquella busqueda, desde la misma desaparicion de su padre en Yucatan. El conductor de burros no agrego nada mas a sus explicaciones antes de dejarlos al pie de la montana, ni ella tenia mas preguntas que formularle. Al llegar al coche de alquiler eran casi las siete de la tarde y oscurecia ya muy rapido. Lo aconsejable era quedarse a dormir alli, aunque la distancia hasta Aqaba fuese menor que la de Amman a Petra.
Alquilaron dos habitaciones en el Moevenpick Petra Hotel, un cinco estrellas enorme de ciento ochenta habitaciones proximo al acceso de la ciudad. Mientras cenaban, Resh Abderrahim le hablo del curioso doble enclave formado por la jordana Aqaba y la israeli Eilat, que en algunos mapas constaba como Elat y en otros como Ellat. Las dos ciudades compartian el nacimiento del golfo de Aqaba, una a cada lado de la frontera, practicamente una linea vertical desde el mar Muerto. No solo coexistian pacificamente alli, mientras los dos paises vivian el perpetuo enfrentamiento entre arabes e israelitas, sino que desde lejos parecian una sola. Pero es que ademas, a escasos dos o tres kilometros, ya en las aguas del golfo, surgian otras dos fronteras, una a cada lado de el, la egipcia y la de Arabia Saudi. Cuatro naciones confluyendo en un pequeno espacio de tierra y agua. Aqaba y Elat constituian un milagro, las salidas al mar Rojo y de ahi al oceano indico pasando por el golfo de Aden de los dos paises.
Jordania vivia aislada en medio de un polvorin, con Irak a la derecha, Israel a la izquierda y Siria al norte.
– Hableme de esos gigolos.
– Esta palabra no correcta aqui. Mejor, amantes.
– Pues hableme de esos amantes.
– ?La sorprende?
– La verdad, mucho. Pense que aqui el turismo venia a otra cosa, y desde luego nada de mujeres ansiosas de marcha.
– ?Marcha?