haber aqui?»-. Ella guapa. Como tu.
Joa se arrodillo ante el. Llevo su mano al camafeo y lo saco del interior de la blusa. Iba a preguntarle si la nina llevaba un cristal como aquel al cuello, o mejor aun, a preguntarle si habia visto alguna vez uno igual.
Abrio el camafeo.
El resto fue muy rapido.
Primero, la mirada del nino, con los ojos muy abiertos.
Segundo, la voz de David, alucinada.
– Joa…, el cristal.
Bajo la cabeza y lo miro.
Ya no era rojo. Era blanco.
Puro, cegador.
Lo mas inesperado llego en tercer lugar.
Cuando el nino se lo arranco de cuajo del cuello y echo a correr mas rapido que la propia luz, alejandose primero en linea recta e internandose luego por un dedalo de callejuelas abierto al otro lado de la calle y haciendo imposible la persecucion por parte del tambien sorprendido David.
32
Dejo de llorar ya muy avanzada la madrugada, y la noche, pese al sueno, acabo siendo un infierno. David no supo como consolarla. Le habia robado algo mas que un nexo con su madre. Le habia robado la esperanza.
Sono con cristales, con naves interplanetarias, con su padre y su madre regresando muchos anos despues sin reconocerla, y luego, rinendola como a una nina por haber perdido su tesoro. Sono extravagancias que la hicieron brincar de la cama una y otra vez, mientras David la abrazaba y le susurraba en la oscuridad. Todos los monstruos que poblaron sus fantasias de pequena volvieron a ella para recordarle que el tiempo no era mas que un pliegue espacial y que todo dependia de que lado se estuviese. Al amanecer, derrotada y vencida, quedo postrada en una catarsis profunda de la que el no quiso despertarla.
Cuando lo hizo ya era muy tarde, casi las diez de la manana.
– David… -gimio.
Le dolia la cabeza, pero mas el alma.
– ?Estas mejor?
– No -hizo esfuerzos para no volver a llorar.
– Vamos a buscarle.
– No le encontraremos.
Su companero le acaricio la cabeza con una mano. La otra la apoyo en su brazo.
– ?Crees que sabia que era?
– No lo se.
– Viste su cara, ?no?
– Podia pensar que era una joya -musito ella.
– Joa, ?cuando fue la ultima vez que echaste un vistazo al cristal?
– Ayer mismo, por la manana, antes de que tu te despertaras.
– ?Y era de color rojo?
– Si.
– 0 sea que cambio en el transcurso del dia, mientras nos acercabamos aqui. Lo considero. -?Que quieres decir?
– Ese cristal solo ha cambiado una vez de color. Fue verde cuando iba a llegar la nave. Que ahora sea blanco ha de significar algo.
Joa no dijo nada. No se sentia con fuerzas. Significara lo que significara, ya no estaba en su poder.
– Estamos cerca -aseguro David.
– ?De que?
– No lo se, pero el cristal ha reaccionado.
– Da igual -se rindio.
– No, no da igual -insistio el.
– ?Por que?
– Porque todo lo que tiene que ver con ellos y con los cristales esta relacionado, no sucede sin mas. Lo hemos perdido, de acuerdo, pero antes hemos visto esa senal. Y te dire algo: si encontramos a Amina, por lo menos tendremos el suyo.
No lo habia pensado.
El cristal de Amina.
– ?Que vamos a hacer? -le cedio toda iniciativa.
– De momento ducharnos y bajar a desayunar. Seguiremos preguntando aqui. Si no conseguimos nada, manana haremos ese trekking del que hablaste.
Joa cerro los ojos.
– Carino, no te rindas ahora despues de todo lo fuerte que has sido.
No queria hacerlo, pero el nino le habia arrancado su unico nexo con ellos.
– Joa, por favor -insistio David moviendola hasta que de nuevo abrio los ojos.
Se convirtio en una automata. Dejo que el la incorporara de la cama, salieran de debajo de la mosquitera, la metiera bajo la ducha, la lavara y la secara. No llego a vestirla porque ella lo hizo aunque sintiendo sus musculos agarrotados y todos sus miembros muy pesados. Salir de la habitacion, un poco mas fresca por el aire acondicionado, y sumergirse en el horno de calor exterior la emboto todavia mas. No tenia apetito, no iba a ingerir nada. Se limito a beberse un zumo. Tenia los ojos perdidos, la mirada extraviada, la cabeza en otra parte, muy lejos de alli.
Nunca habia sentido tanto el dolor de un fracaso como ahora.
– Joa, ?por que no utilizas tus poderes?
– ?Como? -se enfrento a la mirada de David.
– Debe de haber alguna forma de que sintonices con el cristal, con su energia. Has de tener un nexo con el.
– Nunca he sentido nada en su presencia, ni sosteniendolo en las manos.
– ?Lo has intentado?
– No.
– ?No crees que ya es hora?
– David, soy incapaz de centrarme en nada. No se que me pasa.
– Visualizalo. Tienes capacidades inmensas que no has desarrollado. ?Por que no puedes seguirle el rastro, igual que un perro olfatea una pista?
– El cristal no huele, y yo no soy un mastin -forzo una sonrisa rendida.
– Solo te digo…
David dejo de hablar. Uno de los camareros del hotel se habia detenido junto a la mesa. No tuvieron mas remedio que mirarle. El hombre se inclino con elegancia para decirles:
– Alguien los espera en recepcion.
– ?A nosotros? -mostro su extraneza David-. Nadie nos conoce aqui.
– Ha preguntado por la joven del cabello rojo y su acompanante -fue explicito.
No habia ninguna otra pareja de sus caracteristicas.
– De acuerdo, gracias.
Se levantaron para seguirle. El restaurante se comunicaba con la recepcion mediante un pasillito con cuadros de los pueblos y la cosmogonia Dogon. La unica persona que vieron en la entrada del hotel era un hombre negro de baja estatura, cabello blanco, mayor. Flotaba en su figura un deje de solemne dignidad. No vestia a la usanza occidental, ni siquiera con el estilo de los habitantes que podian verse por las calles de Bandiagara. Llevaba una tunica roja envolviendolo de arriba abajo y una vara tan alta como el con la que mas que apoyarse realzaba su