CUARTA PARTE

La conexion estelar (19 y 20 de abril de 2013)

42

A finales de marzo Georgina Mir habia llegado por primera vez a El Cairo. Ahora era 19 de abril. El viaje inicial habia sido el de la esperanza y este era el de la incertidumbre. En apenas veinte dias habian sucedido tantas cosas que reordenarlas se le antojaba extrano. Vivir cada acontecimiento con intensidad lo graba a fuego en la memoria, pero luego revisitarlos los distorsiona. Es una nube alojada en la mente, real pero intangible.

Joa sentia esa nube como una pelicula de la que era protagonista sin darse cuenta.

Ni siquiera fueron a un hotel a dejar su exiguo equipaje. Tomaron el taxi en la Terminal y le pidieron al conductor que les llevara al Museo Egipcio. El trayecto en un viernes parecia incluso superior al de los restantes dias de la semana. Por dos veces se vieron colapsados, metidos en sendos embotellamientos en los que no se avanzaba ni un centimetro. Su conductor gesticulaba, blandiendo el puno cerrado a traves de la ventanilla abierta. Cuando por fin salieron del segundo atasco el hombre se interno por calles menos importantes a toda velocidad. Casi se llevo por delante a una anciana en una esquina.

Joa y David no hablaron.

Bastante lo habian hecho aquellos cinco dias, en Bamako.

La embajada espanola en la capital de Mali llevaba anos siendo una promesa inconclusa. Por lo menos resulto que habia un Consulado Honorario y esto agilizo la consecucion de un nuevo pasaporte para ella. Llegaron a temer lo peor, verse obligados a recurrir a la embajada de Espana en Nuakchott, Mauritania, quiza con mediacion de la francesa y siempre, siempre, utilizando recursos extras, como el buen nombre de su padre, leyenda de la arqueologia internacional, los contactos de antiguos guardianes o las amistades de ambos en Barcelona y Madrid. Con todo, habian sido cinco dias desde la llegada a Bamako el mismo dia catorce, que era domingo y por lo tanto festivo en todos los ordenes europeos.

Se sentia tan desnuda sin su cristal.

Cuando el taxi los dejo en la puerta del Museo Egipcio, lo abandonaron a la carrera. Quiza Amina ya estuviese en el punto exacto descubierto en el mapa de Orion de la cueva, quiza hubiese llegado dos o tres dias antes hasta el, quiza aun buscase no ya su emplazamiento, sino la forma de llegar hasta su objetivo…

Sabian el lugar exacto donde se hallaba, si. Pero si se encontraba bajo las arenas del desierto, a una profundidad tal que fuese imposible acceder a su interior…

El despacho de Reza Abu Nayet estaba cerrado.

Buscaron a alguien que pudiera informarles y se encontraron con una mujer en otro despachito. La vieron porque tenia la puerta entreabierta. Joa metio la cabeza por el hueco y llamo con los nudillos a la madera.

– Disculpe -acompano sus palabras en ingles con una sonrisa-, buscaba al profesor Abu Nayet.

La mujer abrio las dos manos en un gesto de incomprension.

– ?No habla ingles?

– A little.

Joa lo expreso con las manos y los gestos, senalando al otro lado de la pared.

– Reza Abu Nayet.

La respuesta fue evidente por su significado. Le dijo que no estaba en su despacho.

– Where?…

Entonces ella respondio una palabra inquietante. Quiza de las pocas que supiese en ingles.

– Jail.

– ?Carcel? -rezongo por lo bajo David.

Buscaron a otra persona que pudiera informarles mejor del paradero del director del archivo, pero la comunicacion se hizo dificil. No eran solo los problemas de idioma, sino el recelo de los empleados del museo a facilitar informacion a dos extranjeros.

La palabra «jaih se convirtio en una certeza.

– Reza no mata profesor Espana -les dijo un hombre con cierto atribulamiento-. Inocente, inocente.

– Esto no tiene sentido. Es de locos. Maldito estupido… -descargaba Joa su frustracion.

Tomo a David del brazo y echo a correr hacia el exterior.

– ?Y si te equivocas? ?Y si ese policia del que me has hablado es mas listo de lo que parece y ha dado con la verdad?

– ?Entonces por que me aviso de que corria peligro? ?Tu no viste su expresion de miedo aqui mismo! -senalo la zona exterior en la que Reza Abu Nayet habia hablado con ella el primer dia-. Ese hombre era amigo de Gonzalo Nieto. ?Y ademas es incapaz de matar a una mosca!

– ?Te aviso a ti, horrorizado por su asesinato, porque la secta acabo con el y no queria mas muertes! ?No me digas que no tiene sentido?

– ?No puede ser! Yo confie en el, David. Le explique mi origen… No puedo haberme equivocado tanto.

Un taxi se detuvo para que de el bajaran tres turistas precedidos por sus respectivas tres buenas barrigas de bebedores de cerveza, vestidos con pantalones cortos, chillonas camisas estampadas y sandalias. Joa aprovecho y, sin preguntar al taxista si quedaba libre, se metio dentro y le dio la direccion de la comisaria en la que ya habia estado dos veces, una al llegar a El Cairo y otra tras la muerte de Shasha Bayik. Lo que menos deseaba era volver a ver al inspector Kafir Sharif, pero necesitaba hablar con Reza Abu Nayet para sonsacarle informacion.

El si sabria algo del emplazamiento de la puerta en la zona marcada por la cruz del Nilo, porque en Internet, en Google Maps, solo se veia una enorme mancha de tierra blanca y lo que parecian las pocas casas de un punado de construcciones ruinosas que ni siquiera merecian el nombre de pueblo.

– Joa, hay otra posibilidad -insistio David ya en plena carrera de su transporte publico.

– ?Cual?

– ?Y si los Defensores de los Dioses saben, por la razon que sea, que tu eres una descendiente de ellos?

– ?Como van a saberlo?

– Pudieron ver el cristal…

– Nadie vio mi cristal. Y si supieran eso, ?para que asustarme? Tendrian que hacerme reverencias, como los dogones.

– Han pasado cientos de anos. Si te ven como a una impostora… Encima, que la hija de las estrellas sea una mujer…

– La secta no sabe nada de mi.

– ?Y ese tal Reza Abu Nayet?

– Lo ignoraba todo hasta que yo se lo conte.

– ?Se lo contaste? -No tuve mas remedio.

David miraba por la ventanilla con expresion hurana.

– No estes enfadado, por favor -le reprocho Joa.

– No estoy enfadado.

– Si lo estas. Enfadado y furioso.

– Estoy preocupado.

– Escucha: si Amina se ha adelantado y no volvemos a verla mas, si no damos con la puerta…, despues de Egipto te prometo que regresaremos a casa.

– ?A Barcelona?

– Si.

Вы читаете La Cruz Del Nilo
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату