sobre la mesa. Con sumo cuidado puso uno en manos de Joa, el segundo en manos de David, y el tercero si lo coloco en la mesa, frente a su superior. La ultima mirada la intercambiaron los dos. Despues se retiro.

Kafir Sharif tomo su vaso.

Lo subio ligeramente, como si realizara un brindis.

– Es cortesia apurar bebida -les dijo. Luego se lo llevo a los labios.

Joa y David se rindieron. Hicieron lo mismo. El te era muy bueno, aromatico, aunque dejaba un excesivo sabor dulzon en la boca. Por si acaso y para no desairar a su anfitrion, se lo bebieron todo.

El ambiente se relajo ligeramente.

– Senorita Georgina Mir -hablo el inspector, arrastrando cada palabra-. Dije vez anterior: si usted ayuda, yo ayudo -abrio las manos casi en un gesto de suplica-. Tengo crimen de ciudadano espanol. Persona importante. Autoridades presionan policia. Yo debo resolverlo pronto. Usted tiene informacion, yo se, pero no cuenta. Y yo pregunto: ?por que?

– Creo que a Gonzalo Nieto lo mato la secta de los Defensores de los Dioses. Creo que esa secta se ha mantenido oculta durante siglos, pero existe y sus miembros le ejecutaron.

– De acuerdo -asintio-. Secta. ?Por que?

– Porque encontro algo.

– ?Que?

– ?No lo se, no me lo dijo! ?Si lo hubiera hecho a lo mejor no habria hecho falta que viniese hasta aqui!

– Puede saber, y estar aqui tambien para ver.

– ?Y la mujer muerta? Usted vio su tatuaje.

– Muchas personas tienen tatuaje.

– Se veia con Gonzalo Nieto.

– Si -concedio el-. Eso cierto. Hay testigos.

– Fue ella quien le mato, por eso se suicido al verse atrapada.

– ?Mujer hunde tres cuchillos en arqueologo mientras duerme?

– Y luego sus companeros trasladaron el cuerpo. 0 le narcotizo y lo hicieron ellos.

Ella no dijo nada. Si no podia hablar con Reza Abu Nayet, la conversacion habia terminado.

Kafir Sharif solto una bocanada de aire y se puso en pie.

– Por favor -dijo Joa al hacer lo mismo-. Digale al senor Reza Abu Nayet que me llame cuando salga.

– ?Usted segura que el sale?

– Si, estoy segura de que lo dejara libre.

– Entonces yo digo llame a usted -asintio haciendo un gesto de amabilidad-. Ahora usted deja que yo trabaje.

David ya habia recogido las dos bolsas del suelo y cargaba con ellas. Joa le anoto el numero de su movil a toda velocidad.

El inspector le tendio la mano.

– No me gustaria ver su cuerpo en morgue -le advirtio.

Joa se estremecio.

– A mi tampoco -estrecho la mano que le ofrecia el hombre.

David fue el que abrio la puerta. Joa llego a su lado cuando Kafir Sharif hizo las dos ultimas preguntas a modo de despedida.

– ?En que hotel hospedan?

– Aun no lo sabemos. Acabamos de llegar -respondio ella.

– ?Donde viaje?

Joa no supo si mentirle o no. Decidio que no era necesario.

– De Mali, inspector Sharif -dijo-. De Mali.

Eso fue todo, abandonaron el despacho del policia y a continuacion la comisaria.

El golpe de calor exterior les recordo que el sol se encontraba en su apogeo maximo y que El Cairo no era precisamente una ciudad fria.

– ?Que hacemos ahora? -pregunto con cierto desfallecimiento David.

– Ven -Joa echo calle arriba a buen paso.

– ?Vamos a la zona marcada con la cruz del Nilo y examinamos el terreno?

– No quiero arriesgarme. Antes he de estar segura de que es lo que hubo o pueda haber alli.

– ?Y si ese archivero tarda una semana en salir? Suponiendo que salga y encima te llame.

– No vamos a esperar tanto -le concedio-. Puede que haya otra solucion.

– ?Cual?

Sin responderle, Joa se metio en una tienda de aparatos y complementos telefonicos nada mas descubrirla en la esquina y camino hasta el mostrador. Una dependienta con rasgos egipcios pero ropa occidental la atendio con una sonrisa. Cuando su dienta empezo a hablar la sonrisa desaparecio de su rostro. No parecia entenderla y llamo a un muchacho joven que se dirigio a ellos en frances.

– Necesitariamos un listin telefonico -le pidio Joa en la misma lengua.

El dependiente asintio con la cabeza. Sin embargo no busco en su trastienda. Salio de detras del mostrador y los acompano a la calle. Una vez en ella senalo hacia arriba y a la derecha. Dos calles mas arriba.

– ?Que buscas? -le pregunto David.

– El Instituto Cartografico en El Cairo.

Lo que habia dos calles mas arriba era un locutorio telefonico abarrotado de personas esperando una cabina libre.

Ellos no tenian que utilizar ninguna. Joa pidio una guia, y enseguida encontro lo que buscaba.

Dos minutos despues subian a otro taxi con una nueva direccion sita en algun lugar del inmenso El Cairo.

44

El Instituto Cartografico tenia su sede en un edificio de clara arquitectura egipcia y por su aspecto cualquiera diria que contaba al menos con cien anos de historia. Subieron unas escalinatas hasta el primer piso y de nuevo se enfrentaron a la tarea de hacerse entender; por enesima vez, Joa se lamento por no saber arabe y se prometio a si misma estudiarlo en cuanto pudiera.

Una mujer joven les atendio por fin en ingles y Joa le dijo que eran estudiantes y necesitaban una informacion sobre un lugar en concreto, al tiempo que colocaba por si acaso sobre el mostrador un generoso billete. El billete desaparecio de la faz de la tierra.

– ?Que zona quieren ver? -se esforzo la mujer con amabilidad.

– El sudeste de lo que fue Abu Roasch. Creian que los mapas estarian digitalizados, pero se equivocaron. Fueron introducidos en una sala de estudio vacia, con grandes mesas situadas en paralelo una con otra, sin ningun ordenador, y alli esperaron a que reapareciera la mujer. Lo hizo dos minutos despues, llevando unos enormes mapas que mas que sujetar colgaban de sus manos a derecha e izquierda. David la ayudo. Una vez extendidos sobre una de las mesas, ella no se quedo a acompanarlos, sino que se retiro de la estancia dejandolos solos.

El cuarto de los mapas era el que les interesaba.

En otro tiempo Abusir, Zauyat Al Aryan o Abu Roasch fueron importantes polos de la vida egipcia; en ellos se construyeron piramides copiando la disposicion de las estrellas de Orion, en este caso Meissa, Bellatrix y Saiph. En la actualidad apenas quedaban ecos remotos de su existencia. Salvo las tres grandes obras maestras de Giza, aquellas construcciones se habian convertido en residuos polvorientos y un punado de rocas diseminadas, con excepciones como la piramide escalonada de Saqqara, en mejor estado.

Abu Roasch constituia un caso aparte. Alli se ubicaba la piramide inconclusa del faraon Diodefre y a ella se llegaba caminando dos kilometros desde la carretera principal de Alejandria. Formaba una isla solitaria en mitad del desierto y Joa habia leido que se conservaba tal cual el propio faraon, que fue enterrado en ella, debio de dejarla miles de anos atras. El mas completo caos reinaba en la actualidad en los alrededores de Abu Roasch, con restos de ceramicas y de lascas de granito procedentes del trabajo no finalizado de los canteros. A dos kilometros

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