– ?Y que pasa con Indira? -la miro con incertidumbre.
– La buscare mas adelante. Primero pensaremos en nosotros.
David presiono su mano.
– No quiero que hagas eso.
– ?Por que?
– Porque no serias feliz, y yo me sentiria culpable. Lo unico que quiero es estar contigo, que no me apartes de tu lado, que me cuentes las cosas con sinceridad. Iremos a la India y buscaremos a Indira si tu quieres, pero juntos. Los dos.
Era justo.
Y lo que mas necesitaba.
– ?Pero tu trabajo…? -musito ella.
– Vivire de ti, sere un parasito -alcanzo a sonreir con buen humor-. Ventajas de tener una novia rica, ?no?
Joa estuvo a punto de besarle. No lo hizo porque se encontro con los ojos del taxista, un hombre mayor, con barba y aspecto intransigente con la moral europea. Se limito a presionarle la mano, correspondiendo a su gesto de unos segundos antes.
No siguieron ahondando en el tema que les mantenia tan absortos hasta llegar a la comisaria. Pagaron la carrera y entraron en el edificio con paso decidido. Las dos veces anteriores ella lo habia hecho custodiada.
Ahora era distinto.
Aunque el oficial de guardia la reconocio.
– ?El inspector Kafir Sharif, por favor?
Les pidieron que esperasen. Y por sus gestos dedujeron que no seria cosa de cinco o diez minutos.
Joa se resigno. Se sentaron en un banco y se dejaron llevar por el deprimido ambiente del lugar.
Una hora.
Entraron tres detenidos, tres hombres, uno de ellos con signos de violencia en el rostro. Los agentes que iban o venian la miraban. Hacian bromas en arabe. Risas nada contenidas.
La segunda hora fue mucho peor.
– ?El inspector sabe que estoy aqui? -le pregunto al oficial cuando se canso de portarse bien.
No hubo forma de dialogar con el. Por gestos le insistio en que se sentara y tuvo que obedecerle.
Joa opto por cerrar los ojos.
Un minuto.
Fue entonces cuando David le susurro algo y al abrirlos…
Kafir Sharif estaba delante de ella, observandola con curiosa sorpresa.
43
Era como si no hubiese ido a Jordania, ni a Mali, como si continuara en El Cairo, victima de la pesadilla de unos dias antes. El inspector llevaba la misma ropa y la observaba con la misma mirada de halcon que no sabe si devorar a su presa o jugar con ella.
– Ha vuelto -quiso dejar constancia del hecho.
– Si, ya ve.
– No lo esperaba -fue sincero.
– Puede que me quede a vivir en El Cairo -repuso ella con tanta naturalidad que Kafir Sharif llego a pensar que le decia la verdad.
– ?Por que occidentales bromean en momentos nada divertidos?
– ?Cree que es una broma?
– Usted desafia -la advirtio adornandose por primera vez con una de sus sonrisas.
– ?Podemos hablar en su despacho?
– ?Trae informacion?
– No, pero…
– ?Entonces por que yo debo hablar con usted? -miro a David y pregunto-: ?Acompanante es…?
– David Escude. Ha venido a ayudarme desde Espana.
No se dieron la mano. Kafir Sharif le abarco con sus ojos, lo convirtio en una imagen y retorno a ella.
– ?Que quiere, senorita Georgina Mir?
– ?Por que han detenido a Reza Abu Nayet?
El nombre logro impactarle. Lo justo para que se tomara en serio su presencia alli. Calibro las opciones y escogio la mas profesional, la que Joa esperaba. Al tiempo que daba media vuelta, les ordeno:
– Siganme a despacho.
Joa ya conocia el camino. Fue tras el, con David cerrando la comitiva y cargando con las bolsas de viaje. Por alguna extrana razon conto los pasos: diecisiete. Cuando entro en aquel lugar que le producia escalofrios intento evadirse, sustraerse de los malos recuerdos. No espero a que su anfitrion la invitara. Ella misma se sento en una de las dos sillas. David prefirio seguir de pie, con su carga en el suelo, a un lado.
– ?Te?
– No, gracias. Ya le dije que no me gusta mucho, lo siento.
– Beba te, ?si?
Sono a orden, y la acato.
– De acuerdo, gracias.
Kafir Sharif descolgo el telefono y pidio algo en arabe. Lo dejo en su receptaculo de nuevo y ocupo su silla detras de la mesa. Se concentro en su invitada, como si David no existiera.
– ?Asi que conoce senor Abu Nayet? -retomo la conversacion en el punto en que la habian dejado unos segundos antes.
– Si.
Evaluo el dato de forma minuciosa, como si fuese algo trascendente y revelador.
– ?Va a responderme? ?Por que le han detenido? -le presiono ella.
– Director de archivo sospechoso. Eso todo.
– ?Eso es una estupidez!
Kafir Sharif alzo una ceja. Una sola.
– Perdone… -se excuso Joa.
– Demasiado caracter -el hombre se dirigio a David. El estuvo a punto de reir.
– Sabe que el no lo hizo -se nego a rendirse Joa.
– ?Por que no?
– Porque no tiene sentido…
– Comprobando coartada primero. Detencion fue ayer. Preventiva, claro.
– Querria verle.
– Usted quiere.
– Si.
Como si fueran complices de algo, Kafir Sharif miro a David por segunda vez en unos instantes, aunque ahora no dijo nada.
– Incomunicado, lo siento, hasta verificar coartada.
– ?Cuanto puede tardar eso?
El policia hizo un gesto de lo mas impreciso.
– Una hora, un dia, una semana…
– Por favor, es importante… -rozo ella la suplica.
– ?Por que es importante? Si esta relacionado con investigacion del profesor Gonzalo Nieto, entonces importante para investigacion del caso.
La puerta se abrio en ese momento y por el quicio aparecio un hombre con una bandeja y tres vasos llenos de un liquido de fuerte coloracion marron. Miro a los dos visitantes con ojos curiosos y no se limito a dejar la bandeja