Joa supo que la sangre habia huido de su rostro. De pronto se sintio pesada, aplastada en aquella silla.
– ?Aqui, en Palenque?
– Si.
– Mi madre desaparecio muy lejos de Palenque, senor.
– El mundo es pequeno para segun que. Lo extraordinario esta alla afuera -y levanto un dedo apuntando al techo, y por encima de el al cielo, y mas alla del cielo…
– ?Va a decirmelo de una vez?
Nicolas Mayoral dejo la cabeza del leon. Puso las dos manos sobre la mesa, contemplo los restos del desayuno de su interlocutora y luego se enfrento a sus ojos. Joa sintio como se los atravesaba hasta llegar casi a su mente. Aun asi no hizo nada. Espero.
– Su madre no era de este mundo, Georgina.
El silencio fue una explosion.
Y ellos, inmoviles, dos estatuas.
– ?Como dice? -reacciono.
– Vino de mas alla de las estrellas, del espacio, de otro mundo galactico, como prefiera llamarlo.
– No tiene gracia, senor.
– Georgina, reflexione.
– No le conozco de nada, aparece como si tal cosa y me dice que mi madre era una marciana.
– No lo frivolice. En Marte no hay vida. En el espacio exterior si.
– ?Por Dios! -rezongo mas y mas inquieta.
– Su padre nunca le dijo nada, me consta. Y mas despues de su desaparicion siendo tan nina, tratando de protegerla.
Protegerla.
Joa trago saliva.
– ?Esta usted… hablando en serio? -se resquebrajo su resistencia.
– Mireme bien.
Lo hizo. Un hombre normal y corriente, aunque con un deje especial, quiza por la profundidad de sus ojos, tal vez por aquel baston con la empunadura de plata. Con un nieto o una nieta en las rodillas habria sido un joven abuelo.
– ?De donde ha sacado usted algo tan… peregrino?
– Veo que no emplea la palabra absurdo.
– Es absurdo.
– No, y a poco que analice todo se dara mas y mas cuenta, porque las piezas van a encajarle a la perfeccion.
– ?Que piezas?
– Usted es la principal. Es su hija. Siempre avanzada a su edad, hablaba al ano, leia mucho antes que el resto, inteligente, habil, sus notas medias han sido siempre de matricula, habla varios idiomas, capaz de aprender a tocar el piano con apenas lecciones, retiene con facilidad datos, numeros, formulas… Y lo principal: es geneticamente perfecta. Tanto que posiblemente posea poderes, mentales y fisicos, que ni siquiera conoce.
La sangre le presiono las sienes.
?Cuantas veces se habia preguntado el motivo de todo aquello?
– ?Como sabe tanto de mi? -se sintio desnuda.
– Nosotros lo sabemos todo.
– ?Nosotros, en plural?
– Personas interesadas en nuestro mundo, y preocupadas no solo por el sino tambien por la raza humana, de aqui y de alla. De todas partes. Ni siquiera somos cientificos. Yo mismo le he dicho la verdad en cuanto a mi persona -senalo su tarjeta de visita.
– Escuche -no supo si ponerse a gritar o desfallecer, agotada-. Ya basta de misterios, ?vale? 0 esta loco o…
– Las grandes tormentas de fines de noviembre de
1971 pasaron desapercibidas para la mayoria. Simples fenomenos locales. Pero no lo fueron -desgrano despacio-. Fenomenos si, y locales tambien, repartidos por todo el planeta. Pero de simples nada. Fue la forma en que ellos las enviaron.
– ?A quienes?
– Las llamamos «las hijas de las tormentas».
– ?Mi madre…?
– ?Cree que una recien nacida sobrevive uno o dos dias en mitad de ninguna parte, como las montanas de los huicholes, y mas despues de una gran tormenta? Ella vino del espacio, como otras muchas aquella larga noche, apareciendo siempre en lugares apartados, especiales, diferentes, para que mujeres como su abuela las encontraran y se las quedaran. Y aun yendo a parar a orfelinatos, para que hubiera pocas pistas, menos preguntas y pudieran ser adoptadas felizmente.
– Si, esta usted loco.
Nicolas Mayoral no dijo nada. Siguio mirandola a los ojos.
Implacable.
– ?Por que me cuenta esto? -suspiro Joa.
– Ha de saber a que se enfrenta.
– Yo no me enfrento a nada, solo busco a mi padre.
– La verdad siempre nos hace libres, y nos da mayores perspectivas. Sin su padre, ahora esta sola. Necesita conocer sus origenes. Ellos estan ahi, esperando, no sabemos cuanto, ni por que, ni nada, salvo que enviaron a las hijas de las tormentas y que ellas llegaron por algun motivo a la Tierra hace ya mas de cuarenta anos.
– ?Y quienes son «ellos»?
– No lo sabemos.
– ?Que es lo que saben?
– Solo que estan aqui.
– No parece mucho.
– Suficiente -se encogio de hombros.
Joa seguia mitad alucinada mitad incredula. Su cabeza era un vertigo. Daba vueltas sin parar de un lado a otro, saltando como si estuviera llena de bichos. Queria levantarse pero no podia. Queria reirse de lo que acababa de escuchar pero no podia. Queria llamar loco a su companero pero no podia.
Parecia cualquier cosa menos loco.
Habia puesto demasiados dedos en sus llagas en tan solo unos minutos.
– Tanto da que no me crea ahora -su tono fue reflexivo-. Cuando este sola meditelo todo. Llegara a la verdad por si misma.
– Supongamos que tiene razon, que lo que dice sea cierto.
– Adelante.
– ?Mi madre sabia que venia de otro mundo? -Si.
– ?Y mi padre?
– Tambien, aunque ignoramos cuando, en que momento, si se lo dijo ella o lo averiguo el.
– ?Por que desaparecio mi madre?
– No lo sabemos.
– ?Y que es lo que saben?
– Que su padre ha debido de encontrar algo, un camino hasta ella, y que por eso ha desaparecido. Y que usted, consciente o inconscientemente, puede saber cual es y donde esta el.
– ?Yo?
– Ahora mismo es nuestra unica pista. -?Nos han estado observando, a mi padre y a mi, todos estos anos?
– Si -manifesto con toda naturalidad.
– ?Dios!… -bufo Joa incredula.