– Senor…
El hombre la miro a traves de sus gafas redondas.
– ?Si?
Joa le enseno la credencial de su padre.
– Me llamo Georgina Mir -se presento-. Podria…
El desconocido no la dejo terminar la frase.
– ?Georgina! ?Es posible? ?Dios…, la de veces que tu padre habla de ti, lamentando que no estuvieras a su lado viendo esto! ?De donde sales? ?Y Julian? ?Hace dias que no le vemos! ?No estara enfermo?
Eran demasiadas preguntas para responderlas de golpe. Y no tenia ganas de ser explicita. Todavia no.
– Si, ha estado enfermo, por eso he venido a verle -opto por manifestar.
– ?Algo grave? -el rostro del hombre reflejo preocupacion.
– No, no, de verdad.
– ?El y sus secretos! ?A veces es tan misterioso…! ?Podia habernos hecho llegar un mensaje, habriamos ido a verle!
– No pasa nada -evadio dar mas detalles-. Yo he aprovechado el tiempo para hacer una visita. No quisiera molestar.
– ?Molestar? ?Me encantara ensenarte esto, querida! ?Y mas si me coges del brazo! -le mostro un absoluto entusiasmo por la posibilidad-. Por cierto, soy Benito Juarez.
– ?En serio?
– Bueno, el se llamaba Benito Pablo Juarez Garcia y fue presidente. Yo me conformo con ser Benito Antonio Juarez Mesa y ser arqueologo. De Guadalajara, por supuesto -levanto la cabeza con orgullo-. ?Puro Jalisco!
Joa se colgo de su brazo, como le habia pedido.
– De acuerdo -sonrio-. ?Por donde empezamos?
– ?Por el astronauta, mujer!
Se alejaron de las tumbas excavadas en tierra. Benito Juarez se convirtio de inmediato en una ametralladora oral, inundandola con datos y sapiencia mientras tomaba fotos con su pequena camara digital. De momento prefirio no hacer ninguna pregunta mas, actuar con cautela. No conocia a nadie, pero a ella era como si la conociera todo el mundo.
?Cuanto tiempo lograria mantener en secreto la desaparicion de su padre?
– ?Eres preciosa! -abrio los ojos hasta la desmesura el arqueologo mexicano-. Como tu madre.
– ?Conocio a mi madre?
– Claro que conoci a tu madre, hace ya muchos anos. Tan hermosa, tan especial y unica… Julian y yo somos viejos amigos, camaradas. Por eso lo llame cuando empezamos a encontrar cosas extraordinarias en las tres nuevas tumbas, la veinticinco, la veintiseis y la veintisiete. Lo invite a venir como amigo pero tambien como experto, para que me ayudara.
– ?De que clase de cosas extraordinarias habla?
– ?No te lo conto por telefono? ?Ay, Julian! -elevo su mano libre al cielo-. ?Siempre tan reservado, sin dar nada por seguro hasta haberlo comprobado y recomprobado diez veces! ?Esas tumbas estan llenas de estelas impresionantes, fechas, profecias, un galimatias considerable…! Nos llevara mucho acabar de excavarlas, y aun mucho mas nos llevara descifrar lo que estamos encontrando. Todo esta en bastante mal estado, con partes muy derruidas, piedras casi borradas a causa de la humedad, hundimientos de galerias, asi que eso complica la interpretacion de los glifos.
– Me gustaria ver esas tumbas.
– Tenemos problemas en la veintisiete. Ayer se cayo un trozo de galeria a pesar del cuidado con el que actuamos y vamos a necesitar unos dias para desbrozar, apuntalar y continuar. Ahorita mismo esta cerrada. Pero puedo dejarte bajar a las otras dos, al menos unos metros.
– Gracias.
Estaban al pie de la escalinata del Templo de las Inscripciones. Se habian ido acercando a su maravillosa magnificencia mientras hablaban. Cuando Joa inicio el ascenso se sintio igual que si penetrara por el tunel del tiempo, en un viaje magico hacia el pasado. Casi se olvido de tomar fotos. Habia deseado tantas veces subir aquellos escalones con su padre… Y ahora lo hacia del brazo de un desconocido, buscando Dios sabia que, porque comprendia que lo unico que estaba haciendo de momento era dar palos de ciego.
– ?Conoces la historia de la tumba de Pakal?
– Vagamente.
– Fue el arqueologo mexicano Alberto Ruz el que encontro en esta piramide las escaleras abovedadas que descendian hacia sus profundidades -habian llegado ya a lo alto, y las escaleras se encontraban delante de ellos, angostas, de techo bajo, con lo cual tuvieron que iniciar el descenso en fila india, precedidos por un grupo de turistas japoneses y por delante de otro grupo de ingleses o norteamericanos-. Ruz tardo casi cuatro anos en recorrer lo que ahora tu y yo bajaremos en un par de minutos. Tuvo que avanzar centimetro a centimetro, quitando tierra, respetando el entorno… Limpio veinticinco metros de relleno y maniposteria colocado intencionadamente para evitar el acceso a su interior. En 1952 alcanzo la antecamara, presidida por una enorme laja de piedra triangular que la bloqueaba, y tras ella encontro los esqueletos de media docena de jovenes, victimas sacrificadas en honor del difunto. El ultimo paso fue penetrar en la camara sepulcral, a dos metros bajo el nivel del suelo.
Esperaron a que los que los precedian visitaran el angosto punto culminante del descenso. Joa apenas si podia contener su entusiasmo y ansiedad.
– La camara mide diez por siete metros y las paredes estan decoradas con relieves de estuco. El sarcofago, monolitico, situado cerca de su centro, contenia el esqueleto de Pakal, algo nada habitual en el mundo maya. Ademas, su estatura era superior a la media de esa gente. Entre este detalle y el relieve de la lapida comenzo a fraguarse la leyenda de que era un astronauta, algo que en los anos sesenta y setenta se disparo de una forma casi comica. Todos quisieron ver en la postura del personaje de la lapida a un astronauta en su capsula.
– Conozco la historia.
– Tuvo que ser impresionante para Ruz -admitio Benito Juarez-. Levantaron la lapida, que pesa cinco toneladas, con poleas que tuvieron que bajar hasta aqui, con cuidado de no danar ni romper nada, y encontraron el cuerpo de Pakal en posicion de decubito supino, o sea estirado y boca arriba, con su cara cubierta por una mascara de mosaicos de jade y orejeras. Por encima del cuerpo habia tambien joyas de jade y madreperlas, asi como semillas y dos figuras de jade representando al Dios Sol. El cuerpo y las ofrendas habian sido cubiertos por cinabrio rojo. Bajo el sarcofago encontraron dos cabezas de terracota con motivos en rojo. Ah, y una serpiente de la misma materia que iba del sarcofago hasta la puerta simbolizando el enlace entre los vivos y el mas alla.
Les toco el turno a ellos. La lapida de la tumba se aparecio por primera vez ante sus ojos con su maravillosa leyenda a cuestas. Desde su posicion la veia en perspectiva. Tres metros y ochenta centimetros de largo con aquellos motivos esculpidos en bajorrelieve y con una larga inscripcion alrededor en la cual se hablaba de las gestas del muerto asi como su fecha de nacimiento y su muerte tanto como las de sus predecesores.
– Impresionante -suspiro Joa.
– Pakal, apodado El Grande porque uno de sus tios se llamaba igual, nacio el 6 de marzo del 603, fue rey desde el 615 y murio el 30 de agosto del 684. La exactitud de las fechas es normal en un mundo tan concienzudo como el maya -concluyo su relato Benito Juarez-. Fue un rey muy querido por su pueblo. El y su descendiente, K'inich Kan Balam, que significa «Serpiente Jaguar Orientado al Sol», fueron los que construyeron la mayoria de los edificios de Palenque. Una epoca que coincide con el momento mas algido de la ciudad y los alrededores, porque tambien establecieron alianzas mediante bodas que garantizaron paz y prosperidad.
Habia gente esperando tras ellos, pero Joa apuro al maximo la contemplacion de la hermosa lapida. Le costaba respirar. El frio y la humedad penetraban en su cuerpo como una niebla que se apoderaba de su ser.
Se estremecio sin saber por que, mas alla de esa sensacion gelida.
Fue al recorrer con la vista todos y cada uno de los relieves de la lapida, aunque le costaba ver desde su posicion los mas alejados, en el otro extremo, dada la debil luz del lugar.
Tenia que volver, con mas tiempo.
Alguien tosio a su espalda.
– Hay que seguir -la tomo del brazo Benito Juarez.
Subieron por el interior del Templo de las Inscripciones hasta su cima y descendieron por la escalinata
