tumba de Pakal hecho por su padre se estremecia y todavia ignoraba el motivo. En Chichen Itza perseguia algo parecido.

No lo consiguio.

Su mente estaba en blanco, bloqueada. Como si alli no hubiese nada.

Tiempo perdido.

Camino de vuelta hasta el hotel sumergida en sus pensamientos y antes de volcarse en los libros de la biblioteca, a la busqueda de conocimientos y una mayor comprension del universo maya, decidio ir a su habitacion para ducharse y cambiarse de ropa. Un dia al sol requeria de algo mas que un refresco en el bar. Introdujo su tarjeta electronica en la ranura y empujo la puerta con la otra mano.

Un instante antes de cerrarla se apercibio del peligro, y para entonces ya era tarde.

– Buenas tardes, Georgina.

Nicolas Mayoral.

Sentado en la butaquita, comodo, con su baston entre las piernas y sus manos apoyadas en la plateada cabeza de leon. Habia abierto la terraza para que circulara el aire y el rectangulo de la tarde lo enmarcaba con un halo celestial aunque, de pronto, a ella se le antojase el demonio.

Joa intento huir.

Todavia tenia su ventaja. El hombre estaba sentado y no parecia agil.

Abrio de nuevo la puerta.

Ellos aparecieron al otro lado, en mitad del pasillo, altos, recios, ojos frios. No tuvieron que hablar. No fue necesario decir nada.

Joa volvio a cerrar la puerta y se apoyo en ella para enfrentarse a su visitante.

– ?Que quiere?

– No tenia por que haberse escapado de Palenque como lo hizo, creame.

– ?Me esta protegiendo, cuidando, vigilando…?

– Para ser una persona con un apellido tan singular es usted bastante belicosa. ?Sabe que Mir significa «paz» en ruso?

– Si, lo se.

– Logico -hizo un gesto de indiferencia mezclado con un rictus de dolor que le recordo a Marion Brando en El Padrino, una antigua pelicula que siempre la habia cautivado-. ?Por que se marcho de Palenque como lo hizo? Creia que eramos amigos. Lo que le conte de su madre era cierto. Estamos aqui por su bien.

– Se que es cierto -se sorprendio a si misma reconociendolo por primera vez en voz alta-. Y ahora tambien se que ustedes quieren destruir justo lo que ella representa.

– ?Y que es lo que ella representa? -alzo las cejas el.

– Un puente con las estrellas.

Las cejas de Nicolas Mayoral se mantuvieron en alto. En el interior de sus pupilas crepito un fuego aun mas helado que su figura.

– ?Quien le ha dicho eso? -quiso saber.

Ya no se lo oculto.

– Un guardian.

Nicolas Mayoral cambio el semblante. El rictus asociado a Brando en El Padrino se convirtio en el del Emperador de otra vieja saga, Star Wars.

– ?Que sabe de los guardianes?

– No mucho mas que de ustedes, los jueces.

– Hace dos dias lo ignoraba todo. ?Que ha sucedido en este tiempo? ?Tiene relacion con su escapada de Palenque? -su visitante mantuvo el mismo tono adusto.

– Dos dias dan para mucho.

– ?Ha venido a encontrarse con algun guardian? ?Estan aqui?

Joa penso en David Escude. Ahora sentia haber huido de su lado.

Posiblemente lo habia sentido ya en plena ruta de Palenque a Chichen Itza.

– Mire, senorita -continuo Nicolas Mayoral ante su silencio-, ellos son fanaticos, ?comprende? Fanaticos locos y ciegos que… -parecio no encontrar las palabras adecuadas para seguir-. ?Acaso no lo entiende? Lo que esta en juego es el futuro de la raza humana, tal y como la conocemos. El futuro y su supervivencia, que clase de pueblo somos y vamos a ser, si merecemos continuar siendo duenos de nuestro destino o no.

– ?Usted habla de fanatismo?

– ?Por Dios, no sea nina! -se agito el juez-. ?Le gusta la ciencia ficcion? ?Esto no lo es! ?Esto es real, aqui y ahora! Los guardianes creen que los extraterrestres son una panacea, el futuro, la entrada en una nueva era de dimensiones fabulosas, la salvacion de la raza humana despues del deterioro de los ultimos tiempos.

– ?Y ustedes?

– ?Hemos sobrevivido miles y miles de anos, y seguiremos haciendolo, por nuestra cuenta! ?Quiere que la Tierra sea una colonia alienigena?

– ?Y si no se trata de nada de eso? ?Y si ya estuvieron aqui y vuelven para ver nuestra evolucion?

– ?Ninguna raza va de viaje sin animo de conquista, sobre todo si el nuevo mundo es mas debil, y nosotros lo somos!

– ?Y por que han tardado tanto? ?Han esperado a que fueramos unos miles de millones de personas para venir a comernos? -se burlo sin ganas.

– ?Como puede hablar asi?

– Porque yo soy hija de uno de ellos, ?recuerda? -se apoyo con la espalda en la puerta y se cruzo de brazos. Todavia sentia miedo, inquietud, pero tambien se dejaba llenar por la ira y la rabia del momento-. Mi madre era la mujer mas buena del mundo, asi que si todos son como ella…

– ?Y por que desaparecio dejandola sola?

– No lo se.

– Vamos, mire en su corazon, pero sobre todo en su mente. Una madre es una madre, siempre, ?por supuesto! ?Y que? Hitler tambien tuvo una madre que jamas imagino que engendraria a un monstruo. Y muchos asesinos en serie tienen esposas e hijos que los ven como a personas maravillosas. ?Usted la recuerda de nina! ?Hemos controlado a las hijas de las tormentas durante anos, hasta ahora! ?Va a suceder algo y su padre quiza tenga la clave! ?Ayudenos!

– Quieren destruir…

– ?No! -la detuvo el grito airado de Nicolas Mayoral-. ?Queremos preservar! ?Preservar! ?Solo buscamos la preservacion de la raza humana!

– ?Y usted ha hablado de Hitler? Lo que acaba de decir no es mas que otra forma de racismo, como los nazis.

– ?Hablamos de toda la Tierra, con sus cientos de etnias!

– ?Por que no mataron a las hijas de las tormentas directamente?

– Habrian enviado mas e ignorariamos quienes son y de que lugar vienen. Lo importante es que regresen, saber cuando y como, pero sobre todo donde. Saberlo y estar alli. Sera el momento de hacerles ver que no podran con nosotros, descubrir sus vulnerabilidades.

– ?Y si no las tienen?

– Todos tenemos vulnerabilidades.

– ?Por que los estupidos siempre estan seguros y los inteligentes dudan y se hacen preguntas?

– ?Quiere herirme, es eso? -solto un bufido-. No nos tome por ignorantes. No nos llamamos jueces por azar.

– ?Jueces de que?

– Ya basta -Nicolas Mayoral se puso en pie-. Me temo que esta conversacion ha terminado.

– ?Y si barren la Tierra de un plumazo como represalia, hartos de nosotros y de nuestras estupidas pequeneces? -insistio Joa.

El juez no respondio. Camino hasta su encuentro, la aparto de la puerta y la abrio para llamar a sus dos secuaces.

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