estelas, porque mas de la mitad de la pared se habia caido y lo que quedaba era dificil de identificar.

– ?Que tal? -pregunto el arqueologo.

– Interesante.

David noto su tono. Se fijo en lo que estaba estudiando Joa.

– Ya me diras que pudo ver tu padre, querida -hizo un gesto de extraneza Benito Juarez-. Y si vio algo, ?por que no me lo dijo?

Quiza porque no era importante.

Salvo para el.

Un hombre casado con una de las hijas de las tormentas.

La pista estaba alli, ante sus ojos. Ella tambien se callo.

– Tiene razon -dijo tratando de que nada alterara su semblante o su voz-. Cada nueva tumba es un hallazgo importante, pero se necesitan muchas horas para tratar de descifrar todo esto. Aquella noche mi padre dedujo algo, pero no se que pudo ser. Tal vez ni siquiera tenga relacion con esto.

– Lo siento -abrio sus brazos el arqueologo.

– Gracias de todos modos.

David noto la mano de Joa asida a la suya, y tambien su gesto de que caminara por delante de ella.

Busco sus ojos. Y capto la orden: «?Llevatelo!».

– En la primera camara, la de las dos momias, he visto algo que me ha sorprendido -tomo la iniciativa el guardian dejando a Joa y tirando de Benito Juarez.

– ?Ah, si? ?Que es?

Lo empujo de forma suave aunque decidida, para que abriera la marcha, y lo siguio por el pasadizo, dejando a Joa a su espalda.

Sola.

Ella no perdio ni un segundo. Saco la camara digital de su bolsillo, la puso en marcha y fotografio primero la estela de cerca, luego de lejos, y finalmente toda la pared. Lo hizo sin fias, aprovechando la escasa luz de las bombillas. La ultima, sin embargo, para no arriesgarse a no ver nada, la realizo con fias sobre su objetivo aun a riesgo de que el destello la descubriera.

Acto seguido salio de la camara y enfilo el pasadizo.

David mostraba un alto, altisimo interes en una estela mortuoria que hablaba de la gloria de algun personaje, mientras que Benito Juarez, siempre al maximo de su locuacidad, le daba prolijas explicaciones con todo lujo de detalles, encantado como siempre de tener publico a su alrededor.

Joa aun estaba temblando.

44

No les costo mucho desembarazarse de Benito Juarez. Los minutos finales de su charla los dedicaron a recordar a Julian Mir. El arqueologo insistio en que lo llamara si sabia algo y le dio un numero de telefono. Joa se despidio de el con un beso en cada mejilla. Los ojillos del hombre bailaron en las cuencas.

A los cinco pasos, cuando el ya no podia escucharlos, David fue incapaz de reprimirse.

– ?Lo tienes?

Joa no respondio a su cuchicheo. Se debatia en su propia tormenta interior.

– ?Lo tienes? -repitio su companero con un poco mas de vehemencia en la voz.

– Creo que si.

– ?Solo lo crees?

– Esta bien -suspiro-. Si, lo tengo. Solo puede tratarse de eso. Pero necesito entrar en Internet y descargar las fotos.

– ?Has tomado fotos? -se asombro.

– Gracias a ti. Has sido rapido llevandote a Benito Juarez.

– ?Que es lo que has visto?

– Un numero.

– ?Por Dios, Joa! ?Que clase de numero? ?Tiene algun significado? ?Es que he de arrancarte las palabras una a una?

– ?No lo se! ?Un numero! -se exaspero-. ?Como quieres que ya pueda interpretar su sentido o que hace ahi? ?Y si a pesar de todo me equivoco?

– A tu intuicion no creo que le de por equivocarse.

– David… -parecio al borde del colapso.

– Vale, perdona -se excuso el-. Estas nerviosa.

– Si -lo reconocio ella.

Le cogio una vez mas de la mano.

David se la apreto con fuerza y se acerco para besarla en la frente.

Eso la relajo.

Caminaban ya a muy buen paso en direccion a la salida.

– Esta en muy mal estado -reconocio Joa por fin-. Los glifos casi no se ven, hay simbolos y signos que pueden significar una cosa u otra, asi que a lo peor el conjunto es lo que falla y las piezas sueltas no nos aclaran mucho, pero ese numero…

– ?Alguna idea?

– Prefiero estar segura. No quiero sentarme aqui y dibujarla en el polvo del camino. La tengo en mi memoria pero…

Ya no hablaron mas. David interpreto su silencio y su unico contacto fue el de sus manos, con los pasos acelerados en direccion al coche de alquiler. Al llegar a el Joa le cedio la iniciativa para que se sentara al volante. Hicieron los siete kilometros hasta el pueblo a una velocidad cercana al suicidio, aunque dada la hora el flujo turistico ya habia menguado. En la casa donde dormian un ordenador habria sido un regalo, asi que tuvieron que buscar un cibercafe. Lo encontraron sin necesidad de hacer preguntas, en Allende con 5 de Mayo. Aparcaron el coche y se dirigieron a el.

– ?Llevas el cable? -pregunto de pronto David.

– Si. Pensaba que podria necesitarlo -sonrio ella-. El cable y todo lo necesario.

– ?Intuicion o premonicion? -le devolvio la sonrisa.

– No te burles.

– No lo hago -fue sincero.

El cibercafe estaba bastante lleno, pero tenia dos ordenadores libres. Joa se sento en el mas alejado de la puerta, para tener menos luz directa o reflejos molestos. Saco la camara digital, el cable y un disco optico para grabar y llevarse el material una vez examinado en el ordenador. Espero paciente la puesta en marcha, el arranque, y despues conecto la camara.

Las fotografias tomadas en la tumba veintisiete pasaron de ella al aparato.

Las abrio, una a una, las cuatro, y las coloco en los cuatro angulos de la pantalla. Apenas si se veian las formas. El efecto visual era pesimo. David ya no dijo nada, para no excitarla o irritarla mas. Espero a que su companera hiciera un primer examen. Joa amplio la primera. Despues las otras tres.

De la misma bolsa de mano colgada del cuello que habia extraido los utensilios que estaba utilizando, saco un boligrafo y una pequena libreta de anotaciones.

– ?Siempre vas tan preparada?

– Si -se limito a decir mientras copiaba la primera de las imagenes, que tambien era la mas clara, la menos danada por el paso del tiempo.

El numero.

– Abajo hay un cero, ?ves? -inicio la interpretacion del glifo-. En el eos. Por lo tanto es diez multiplicado por veinte, que nos da doscientos. En el tercer nivel tenemos tres rayas y dos puntos, o sea el numero diecisiete, que

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