– Ahora, nina. Ahora.

Levanto una mano para dar la orden de una nueva descarga electrica.

– ?No lo hagas, Joa! ?Por mama!

La mano descendio y la tercera descarga se le hizo eterna.

Ella ya no grito.

La rabia se hizo menor, la ira se diluyo en un quejido, la frustracion se convirtio en una simple incomodidad. Lo que se disparo en su alma y crecio hasta apoderarse de todo su ser, mas alla de lo que jamas hubiera creido posible, fue el odio. Un odio absoluto. Puro. Desnudo.

El inhibidor bloqueaba sus fuentes de energia. El rayo de luz la inmovilizaba. Pero si habia vislumbrado el nombre del coronel Hank Travis en una fraccion de segundo, igual que si una mano invisible partiera de su mente y lo atrapara en un rapido viaje de ida y vuelta, se dio cuenta de que podia llegar a mas, hacer algo mas.

Tenia la ventana. Solo necesitaba abrirla de nuevo.

Cerro los ojos.

Lo peor era abstraerse del grito de su padre, pero incluso este ceso despues de unos segundos.

Aquella mano invisible volvio a emerger de su mente. El odio la catapulto.

De pronto ya no era ella, una joven, una mujer. Era un ente desprovisto de artificios, frio. Frio y capaz de destruir.

La mano se esparcio por su alrededor, abarco el laboratorio, comenzo a penetrar en los sistemas. El coronel le estaba hablando de nuevo, pero ella no lo escuchaba. Su cuerpo se acababa de convertir en un envase. El odio lo rebosaba y guiaba aquella prolongacion de si misma. Un enviado telepatico.

Encontro algo mas que una ventana.

Encontro una puerta.

Se metio en el sistema. En el mismo corazon del laboratorio.

Alli estaban los circuitos, los cables, los sistemas informaticos. No sabia sus nombres. Ni sus funciones. No le importaba. Pero si sabia como hacerles frente, de que manera llevarlos al colapso.

Y lo hizo.

Los fue reventando literalmente, disparando a medida que su onda telepatica se expandia por el ordenador central.

Saturarlo fue tan sencillo… Igual que un virus. Poseida por su furia.

Unos gritos la envolvian pero ya no procedian de una sola persona, de su padre. Ahora fluian como una espiral de voces disonantes, cada vez mas fuertes y aterradas, cada vez mas tensas y alarmadas.

– ?Cortad el flujo!

– ?Cuidado!

– ?Esta manipulando el sistema!

El dano ya estaba hecho. La operacion era irreversible. Nadie detendria el proceso. Abrio los ojos por mero instinto de supervivencia despues de unos segundos y lo primero que vio a su alrededor fue la huella del panico. Todos los hombres de las batas verdes se movian de un lado a otro en una espiral delirante, unos intentando cerrar los circuitos de los principales sistemas, otros desconectando equipos, con extintores buscando la forma de apagar los primeros fuegos. Militares de uniforme habian irrumpido tambien en el laboratorio.

En medio de todo ello, el coronel Travis.

– ?Que no escapen!

Su orden parecio sonar un segundo tarde.

El rayo que la inmovilizaba se desactivo de pronto.

Joa salio de debajo de la campana de cristal. Dos soldados corrian hacia ella.

En Palenque fue su energia la que aparto la mano armada de Nicolas Mayoral, y con su energia lo lanzo de espaldas derribandolo. Ahora carecia de energia para algo parecido, pero su onda telepatica apenas si necesitaba de otro estimulo.

Todo aquel odio ante tanta mezquindad…

Penetro en las mentes de los dos hombres. Encontro sus propios fantasmas. Y se los coloco en su alma.

Los dos uniformados se detuvieron en seco. Luego se llevaron las manos a la cabeza y cayeron de rodillas.

Hank Travis la miro alucinado.

La mirada de Joa en cambio no tenia nada de alucinada. Era una maquina. Una maquina viva.

El coronel tambien se llevo ambas manos a la cabeza.

– ?Joa!

Miro a su padre alertada por su llamada. Ya nadie se ocupaba de ella. El fuego del laboratorio aumentaba en progresion geometrica. Algunos aparatos parecian a punto de explotar.

Se trataba de su seguridad.

Llego hasta el, le libero de las cintas de sujecion y le ayudo a incorporarse. Julian Mir no entendia nada, pero era consciente de que la causa de todo aquello residia en ella. Dolorido por las tres descargas, estuvo a punto de caer al suelo al doblarsele las rodillas. Su hija lo evito.

– ?Papa, hemos de correr!

– ?Adonde?

– ?Sigueme!

Cuando salieron por la puerta del laboratorio retuvieron tres imagenes en su retina. La primera era la del fuego devorandolo todo, la segunda la de las explosiones que parecian conducir a una mucho mas gigantesca, y la tercera, la del coronel Travis, en el suelo, asistiendo impotente a su huida sin comprender todavia que diablos acababa de suceder.

51

Salieron al exterior. Una sirena de alarma se extendio por encima de sus cabezas. Fuerte, desgarradora. Joa miro hacia atras. El edificio del que acababan de salir apenas si sobresalia del terreno, rocoso y aspero. Las colinas arboladas quedaban por detras. Al frente lo que tenian era una prolongada pendiente que conducia al mar.

Un mastil con la bandera de los Estados Unidos ondeaba a lo lejos.

– ?Por aqui! -tiro de su padre.

– ?No podemos huir! -parecio derrotarse a si mismo-. ?Nos pillaran igualmente!

– ?Por que no confias en mi? -le tendio su mano y le regalo una sonrisa.

La explosion mas fuerte de todas, reventando buena parte del edificio del que acababan de escapar, hizo temblar el suelo.

Ellos corrian en direccion al agua. Una sirena hendia el aire. Varios equipos de emergencia se dirigian hacia la zona damnificada por algunas carreteras ubicadas a su derecha. Coches de bomberos, ambulancias, jeeps militares, soldados… Nadie parecia reparar en ellos.

Al otro lado del agua, en la orilla opuesta, vieron una pista de aterrizaje. Un helicoptero se alzaba en ese momento de uno de sus laterales. Joa conto otra docena de aparatos, incluidos un par de aviones de transporte y otro de combate.

– ?Por que vamos hacia el agua? -jadeo Julian Mir.

– ?Intuicion! -fue lo unico que se le ocurrio decir, aunque era la verdad.

El helicoptero alcanzo la vertical del edificio. Dio una vuelta por encima y, de pronto, se escoro a la derecha, en su direccion.

Joa escucho el zum-zum de sus aspas.

El helicoptero avisaria a los soldados.

Tuvieron que ascender una leve colina, suficiente para que su padre retrasara demasiado su carrera. El helicoptero se situo cerca de su posicion, volando casi a ras de suelo y de lado.

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