CUARTA PARTE
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A1 salir por la puerta de llegadas de pasajeros internacionales del aeropuerto de Cancun, lo busco con ansiedad.
El grito, proveniente de su izquierda, le hizo comprender que el la habia visto antes.
– ?Joa!
Dejo la bolsa con la ropa comprada en La Habana en el suelo y corrio a su encuentro.
El beso los aislo del mundo entero.
De hecho, ni se dieron cuenta de que Julian Mir estaba alli, a su lado, observandolos, mitad divertido, mitad curioso.
Fue su hija la que se acordo de que no viajaba sola.
– Oh… -se separo de el y realizo las presentaciones de rigor-. Papa, este es David. David, mi padre.
Los dos hombres se estrecharon la mano, hasta que el mayor hizo algo mas. Abrazo al mas joven con calor.
– Gracias por ayudarla, hijo -exclamo con vehemencia Julian Mir.
– ?Ayudarla? -David no oculto su sorpresa-. Mas bien ha sido ella la que me ha ayudado y salvado a mi, senor.
– Por favor, no me trates de usted.
– De acuerdo -asintio-. ?Que tal el viaje?
– Malo -reconocio Joa-. El viento y la lluvia…
– Estamos igual -David dirigio una mirada cargada de preocupaciones en direccion a la cortina de agua que caia del otro lado de la zona protegida por la marquesina.
El viento, en zigzag, racheado, era lo peor, porque no habia paraguas que lo resistiera.
– Supongo que ya lo sabeis, ?no?
– ?Lo del huracan? Si.
– Llegara a Yucatan pasado manana, justo el 21 de diciembre. Ahora mismo hay dudas acerca de si se convertira en tormenta tropical al tocar tierra o no. Pero desde luego, aunque sea de categoria 1 y resulte de lo mas inusual en esta epoca del ano, porque la temporada de huracanes termina en noviembre como mucho, se nos viene encima, directo.
– ?Casualidad?
– Todo el mundo lo achaca al cambio climatico, a que la naturaleza sigue loca…
– ?Pueden hacer eso? ?Provocar un huracan? Sabian a quien se referia.
– Si no es casual, es porque quieren que no haya nadie en la zona cuando lleguen -dijo Julian Mir-. Y siendo asi, ?como conseguiremos quedarnos nosotros, y acceder a las ruinas?
– Tenemos credenciales como cientificos. Oficialmente estamos estudiando el comportamiento de los huracanes. Nadie va a echarnos ni a evacuarnos de la zona.
– ?Se ha calculado cuando pasaria el ojo del huracan por Chichen Itza?
– Durante la medianoche del 21 al 22 de diciembre -respondio David.
Los dos hombres intercambiaron una ultima mirada antes de que David tomara sus bolsas. La salida de pasajeros, debido a la lluvia y a que nadie se movia de la zona cubierta, se estaba colapsando. -Salgamos de aqui.
No se pusieron en marcha los tres solos. Otros tres hombres, todos ellos jovenes, lo hicieron al unisono, desplegandose en abanico por detras. David corto la senal de alarma de su protegida.
– Son guardianes, tranquilos -les advirtio sin dejar de caminar hacia el extremo de la marquesina que partia de la terminal-. Hay otros cuatro alla, en un segundo coche -apunto con la cabeza al aparcamiento-. Vamos a esperar a que venga el nuestro, porque si damos un solo paso por ahi afuera, acabaremos empapados.
Caminaron por la izquierda de la marquesina. El lugar ocupado habitualmente por los miembros de las agencias y
De hecho, ese habia sido su miedo mientras las malas noticias llegaban a La Habana y ellos esperaban sus nuevos pasaportes para poder abandonar el pais y viajar. La reaparicion en Cuba del profesor Julian Mir habia ocupado paginas en muchos medios informativos, y mas cuando este se habia negado a comentar nada relativo a su desaparicion.
El tiempo apremiaba demasiado.
– Cuando me llamaste por telefono desde la embajada de Espana en La Habana… No podia creerlo -David dejo escapar los rescoldos de su miedo e incertidumbre-. Pensaba que no volveria a verte.
Joa le apreto el brazo. Solo eso. Aunque habia pasado aquellos dos dias de tensa espera hablandole a su padre de David y de lo que significaba para ella, aun se cortaba en su presencia. El beso habia sido espontaneo, una explosion de ansiedad. Ahora se contenia.
Volvia a ser una chica de dieciocho anos, aunque en unos dias, al despuntar el nuevo ano, cumpliera diecinueve y eso le pareciera un poco mas significativo.
– Todo fue muy extrano, ya te lo dije. Lo que sucedio en Guantanamo, encontrarnos de pronto en Cuba sin nada… Y hemos tenido suerte de que papa sea quien es, porque en otras circunstancias, de dos dias nada. El revuelo que se ha montado porque no regresabamos a Espana y saliamos con rumbo desconocido…
– Los periodicos hablan de un accidente en las instalaciones de la base naval de Estados Unidos en Guantanamo -comento con ironia.
– Si no llegamos a estar en una zona proxima al mar, escapar hubiera sido imposible.
– ?Que hiciste esta vez?
– No te lo vas a creer -Joa bajo la cabeza.
– Colapso todos los sistemas informaticos y los hizo saltar -intervino Julian Mir.
– ?Eso hiciste?
– Ya vale -miro a su padre como si fuera una nina pillada haciendo una travesura.
No hubo tiempo para mas, salvo para que el abriera los ojos impresionado. Un microbus se detuvo delante del grupo y la puerta lateral se desplazo hacia la parte de atras. David arrojo las dos bolsas y fue el primero en entrar, para ayudar a Joa y a su padre. Los tres guardianes lo hicieron en ultimo lugar, sin dejar de mirar a su alrededor. Una vez dentro, el coche enfilo la salida del aeropuerto. La segunda camioneta iba detras. Pegada a su espalda.
– Ellos son Carlos, Mario y Anastasio -los presento por fin David-. El que conduce es Teodoro. A los que van detras, en el segundo vehiculo, los conocereis despues.
– ?Adonde vamos? -pregunto Julian Mir.
– A Chichen Itza, desde luego. Es mejor estar alli cuanto antes. Si el huracan aumenta de categoria, es posible que cierren las carreteras y los accesos a las ruinas, en cuyo caso no tendriamos la menor posibilidad de llegar alli. Si nos instalamos en la zona, resistiremos. Y ahora…
– ?Que? -fruncio el ceno Joa dandose cuenta de que tenia algo mas que comunicarles.
David los abarco a ambos con la mirada.
– Todas las hijas de las tormentas se han ido de sus casas en estos tres ultimos dias.