La noticia fue una sacudida.

– ?Como que… se han ido? -vacilo Joa.

– No hay rastro de ellas. Ningun guardian sabe nada. Ni uno. Se evaporaron. Han salido de sus ciudades, probablemente de sus paises.

– ?Las han secuestrado a todas? -se alarmo ella.

– Vienen hacia aqui -reflexiono Julian Mir.

Sus palabras flotaron entre ellos.

– Es lo que creemos -convino David-. Y mas desde que me encontre con esto.

Abrio la palma de su mano, despues de introducirla en un bolsillo de su chaqueta para cogerlo, y les mostro lo que guardaba. La piedra que Joa se habia llevado de la casa de su abuela. El cristal rojo con el que su madre fue encontrada. Solo que ya no era rojo.

Era verde.

– ?Cuando…? -se asombro Joa.

– Hace tres dias, el de vuestra escapada de Cuba -David se lo entrego-. A mediodia mire tus cosas una vez mas, porque me estaba volviendo loco, y lo encontre ya asi. No te dije nada cuando me telefoneaste porque no sabia que significaba.

– ?Y ahora lo sabes?

– Ninguna de las hijas de las tormentas conocia lo que iba a suceder. Tu misma hablaste con la de Medellin.

De alguna forma este cristal, o lo que sea, ha sido un transmisor, un despertador o algo parecido.

Julian Mir la tomo de la mano de su hija.

– Tu madre no quiso llevarsela -menciono despacio, con nostalgia-. Se la dejo a tu abuela.

– El huracan, el ojo sobre Chichen Itza, el fin de la era del Quinto Sol, las hijas de las tormentas reuniendose aqui a los 15.000 dias de haber nacido… ?Nada de esto es casual! -estallo Joa con pasion-. ?Ahora ya es definitivo! ?Todo encaja! ?Hasta la ultima prueba! ?Va a producirse el encuentro! ?Ellos estan regresando! -se quedo palida de golpe y agrego-: ?Mama!

Los ojos de su padre estaban llenos de estrellas.

– Papa, di algo, por favor -le presiono las manos.

– Puede que no sea nada, que ella ya no este aqui, que se la llevaran cuando desaparecio.

– ?Es un encuentro, papa! ?Una reunion global! ?Mama estara ahi!

– No sabemos a que vienen, Joa.

– ?Vendran a lo que sea, pero nunca a hacernos dano, ni a interferir en nuestras vidas! ?Lo se! ?Puedo sentirlo!

Todos la miraban.

Representaba algo inaudito en la historia de la humanidad. El nexo entre dos mundos.

– Creo lo mismo que tu -la apoyo David pasando un brazo por encima de sus hombros para ser mas vehemente-. Todos nosotros lo creemos -miro a los guardianes que los acompanaban.

– Tu tambien lo crees, ?verdad, papa?

Julian Mir suspiro y asintio despacio con la cabeza.

– Claro que si, hija. Claro que si. Es solo que ahora, despues de tantos dias preso, y tan cerca ya…

– Papa, has de confiar.

– Ya confio, carino.

– No en mi, ni en ti. En mama. Su padre apreto las mandibulas. Todos aquellos anos de paciente busqueda, esperanza, teson…

– Estara, papa. Estara. Te lo aseguro -manifesto al limite de su vehemencia.

El coche ya ganaba velocidad. El conductor pisaba el acelerador a pesar de la lluvia y el viento. La suerte era que en su sentido de la marcha apenas si habia trafico. En el contrario si, abundante y, en ocasiones, paralizado por alguna larga caravana. Como si la gente huyera del fin del mundo y tratara de alcanzar el aeropuerto para marcharse cuanto antes. La carretera partia de Cancun, en el estado de Quintana Roo, hacia el interior de la peninsula de Yucatan, que abarcaba los tres estados que la componian. Pronto se encontraron en el que daba nombre a la peninsula.

Y entonces formulo Joa la ultima pregunta, al recordar que el misterio todavia no estaba cerrado.

– ?Y los jueces?

La respuesta no la tranquilizo, muy al contrario.

– No hay noticias de ellos, pero desde luego haran algo, de eso estamos seguros. Por ese motivo hemos venido tantos guardianes.

– Entonces… sera una guerra -dejo de respirar ella.

54

Los pocos hoteles que permanecian abiertos estaban vacios. Quedaban tan solo algunos resistentes. El grupo de guardianes habia escogido el Villas Arqueologicas por ser mas discreto que el Hacienda. Ademas, y para evitar sorpresas desagradables, un cordon de proteccion, formado por otros microbuses y coches todoterreno, rodeaba el lugar y, preferentemente, el sitio en el que, en todo momento, se encontrasen ellos, padre e hija. Los introdujeron en una habitacion conjunta para mayor seguridad. David Escude se habia convertido en su sombra, ahora por doble motivo. Ya no solo era su guardian. Durante las horas iniciales se reunieron con los primeros hombres, algunos mayores, veteranos, llegados de Mexico, Colombia, Panama, Estados Unidos y Espana. Y eran la avanzadilla. La organizacion en pleno se movia hacia Yucatan, aunque tal vez algunos no lograran alcanzar su destino por culpa del inesperado huracan. La mision para la cual se habian estado preparando durante casi cuatro decadas tocaba a su fin. 0 al menos asi lo parecia. El gran dia.

No fue hasta la noche, poco antes de cenar, cuando ella y su padre disfrutaron de unos minutos de intimidad y sosiego. Tras los cristales de su balcon la lluvia era constante, una cortina de agua azotada por los vaivenes del viento, que hora a hora soplaba con mas fuerza. El efecto empezaba a ser aterrador, y lo seria mas si se quedaban sin luz.

Nunca habia estado debajo de un huracan. Era una sensacion de absoluta impotencia.

– Queria decirte algo -rompio la calma Julian Mir.

– ?Me va a gustar?

Su padre la abrazo y luego se quedo con sus dos manos atrapandola por la espalda, cara a cara los dos. Las de ella estaban apoyadas en su pecho.

– Es un buen chico -se limito a decir.

– Ha sido todo tan…

– Me cae bien -detuvo la inseguridad de sus palabras-. Yo me enamore de tu madre nada mas verla. Puedo entenderle. Eres preciosa, Joa. Le entiendo a el, y te entiendo a ti.

– Gracias.

– No me he dado cuenta de lo sola que te habia dejado hasta hoy, al veros juntos.

– No he estado sola, papa.

– Si -asintio el-. A veces enloquecemos de forma que ni siquiera somos conscientes de que en el mundo hay mas cosas por las que vale la pena seguir y luchar. Tu madre y tu sois mi mundo.

– Cuando todo esto pase…

– ?Que? -la alento a seguir.

– Ni siquiera se como terminaremos.

– ?David y tu?

– Papa, puedo llegar a ser una especie de monstruo.

– Tu madre no lo fue.

– ?Viste lo que hice en Guantanamo?

– Estabas llena de ira.

Вы читаете El Enigma Maya
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату