– ?Mantenemos la dosis de inhibidores?
– Por supuesto, cada doce horas.
– ?Comidas?
– Que no le falte de nada.
Se puso en movimiento. Era Mac el que empujaba la camilla, con dos ayudantes mas, uno a cada lado. Elevo la barbilla para verlo mejor y se encontro con otra clase de rostro, mas humano, mas joven, aunque rehuia su mirada.
– ?Me lleva con David? -le pregunto en ingles.
– ?David?
Joa se inquieto.
– Estaba conmigo en Palenque.
– No, la trajeron sola.
– ?Entonces con quien me llevan? El ha dicho que me dejaran…
No hubo respuesta.
– ?Donde estoy?
El mismo resultado.
No caminaron mucho. Se detuvieron al final de un largo pasillo, frio, gelido, inhospito, aunque alli el calor era muy humedo y pronunciado, frente a una puerta metalica cerrada y presidida por una mirilla rectangular. Dos guardias uniformados, uno a cada lado, la protegian.
La bandera de sus uniformes era la de los Estados Unidos de Norteamerica.
– Estan locos… -no pudo creerlo Joa al confirmar sus sospechas.
Le quitaron las correas, una a una, asegurandose de tenerla controlada en todo momento. Luego la incorporaron. Mac ordeno a uno de los guardias que abriera la celda.
Cuando Joa fue empujada de forma suave para que cruzara aquel umbral ya sabia con que se iba a encontrar. 0 mejor dicho, con quien.
– ?Papa! -gimio al reconocerlo.
48
Estaba adormilado, probablemente sedado. Su aspecto era relativamente bueno, aunque con barba de varios dias. Llevaba un uniforme, una especie de mono de trabajo. En la habitacion, confortable pese a ser realmente una celda para ellos, habia dos camas y un retrete en uno de los angulos, a la derecha de la puerta, para que el usuario gozara de una cierta intimidad sin poder ser visto desde la mirilla rectangular. Joa se arrodillo junto al cuerpo de su padre con los ojos muy abiertos, sin saber exactamente que hacer. Su grito de todas formas ya lo habia alertado.
Julian Mir abrio los ojos y las pupilas enfocaron la imagen de su hija.
– Joa… -susurro.
– ?Papa! -repitio ella tratando de abrazarle y besarlo.
El hombre alzo la mano para acariciarle la mejilla. La realidad fue imponiendose a las ultimas brumas. Cuando el abrazo se consumo, quedaron atrapados tanto por el como por la diaspora de sus sentimientos.
No permanecieron demasiado tiempo asi.
Habia tantas preguntas…
– Papa -le ayudo a incorporarse para que quedara sentado-. ?Donde estamos?
– No lo se. En una instalacion militar estadounidense, desde luego.
– Hace unas semanas todavia no sabia el final, lo que nos ha conducido hasta aqui -lamento con desanimo.
– Pero tu siempre has buscado a mama.
– Todos los dias, si -convino con una sonrisa de ternura-. Sabia que tarde o temprano… Solo tenia que seguir los signos, y confiar en que me condujeran a ella.
– ?Que signos?
– Me faltaban las piezas esenciales, saber cuando, donde…
– ?Se lo has dicho a ellos? -Joa senalo la puerta.
– No -fue categorico-. Por eso te han traido a ti. Por eso y porque puede que hayas dado tu tambien con la verdad -la miro a los ojos antes de agregar-: ?Lo has hecho, Joa?
– Si -le susurro al oido-. Vi la pista en el dibujo de la lapida de la tumba de Pakal, y baje a la tumba veintisiete de Palenque, y alli encontre lo de los 15.000 dias.
Julian Mir la cubrio con una mirada de orgullo.
– Papa, ?como supieron esos militares lo que estabas investigando?
– No son tontos. Posiblemente dispare sus alarmas. Cuando vi que todo encajaba fue tarde. Solo tuve tiempo de dejarte ese indicio en el dibujo de la lapida.
– Lo mas seguro es que tambien tengan ya todas las respuestas.
– Si las tuvieran no estariamos aqui, no te habrian traido a ti. Han de cerrar el circulo. Yo no he visto por aqui a ningun experto en temas mayas. Todo son militares y cientificos. Ellos lo ven desde otra perspectiva, la suya, la de siempre: la militar. Una potencia extraterrestre puede representar un enemigo o un aliado. Andan detras de lo unico que les importa: donde van a regresar.
– Papa, es lo unico que no se.
– Si lo sabes -la voz, junto a su oido, se hizo casi inaudible-. Lo sabes tan bien como yo.
Joa no entendio la razon de su aseveracion.
Pero no quiso que el pronunciara la palabra, por si, pese a todo, todavia eran capaces de identificar su conversacion.
– El hombre que ha tratado de explorarme el cerebro me ha dicho que yo soy la llave y la puerta, que solo quieren hablar con ellos.
– No me fio -fue categorico Julian Mir. Luego reacciono por la primera parte de las palabras de su hija-. ?Como que te han explorado el cerebro?
– Me han conectado a unos sistemas, pero he bloqueado mi mente y no han conseguido nada.
– ?Eso has hecho? -lo proclamo con asombro.
No queria hablarle de sus pequenos poderes. Todavia.
– ?Por que no han atrapado a alguna de las hijas de las tormentas antes para examinarlas?
– Imagino que lo habran hecho, pero tu eres diferente. Tu eres medio humana, y creen posible que tengas brechas. Tu madre llego a desarrollar algunos poderes.
Joa intento no traicionarse y fracaso.
– Hija… -balbuceo su padre.
– Me desconcerto mucho darme cuenta de… eso -acabo reconociendolo.
– No es malo tenerlos. Solo lo es si se utilizan mal.
Le abrazo de nuevo, con fuerza. Pasados los primeros minutos atemperaban ya sus emociones. El peso de la realidad era demoledor, pero estar juntos, despues de tantas semanas, les proporcionaba la irreductible fuerza de la esperanza.
– Tienes que contarme todo lo que no se de mama, lo que me perdi por ser pequena, por favor -ya no hizo falta que le hablara junto al oido.
– Me gustara.
– ?Tanto la has echado de menos estos anos? -escruto su rostro subitamente envejecido.
– Todos los dias, carino -no oculto la emocion-. Tu madre es mi vida. Pero tenia que velar por ti.
– ?Y los guardianes?
– Sabia que estaban cerca. Pero no lo bastante. Yo soy tu padre.
– ?Crees que todo se ha perdido?
– No lo se.