– A este lado todos somos americanos, ?no cree?

– Estadounidense.

No hubo respuesta. El hombre levanto la cabeza para dirigirse a uno de los que operaba cerca de ellos.

– ?Listo, Mac?

– Un minuto, senor. Senor. Rango.

Alguien se le acerco por detras y le coloco unos sensores en la cabeza, dos a los lados, sobre los parietales, y tres o cuatro mas en distintos puntos del craneo. El ultimo se lo adhirieron en el bulbo raquideo, colocandole una especie de alza por debajo de la cabeza para que pudiera apoyarla dejando el espacio libre.

– Portese bien -se despidio el hombre que hablaba con ella-. Colabore y esto terminara muy pronto. Podra irse a casa.

La palabra casa la impresiono.

Sonaba a algo muy lejano.

– ?Y David?

El hombre se aparto de su lado.

– ?Y David? -repitio la pregunta ella.

Se quedo quieta unos segundos, reflexionando, aunque le costaba centrar sus ideas, sus pensamientos. El despertar habia sido traumatico. Luego el movimiento a su alrededor ceso, cada miembro de aquel equipo parecio ocupar su puesto, sentado o de pie, al frente de los componentes del sistema al cual estaba conectada.

Casi sin darse cuenta percibio aquel hormigueo.

La corriente.

Como si alguien hubiera abierto una puerta en su mente y miles de hormiguitas estuviesen entrando por ella, esparciendose por todos los recovecos de su geografia.

Las hormigas la saturaron.

Alcanzo a ver una pantalla situada a su izquierda. Un cortex cerebral, el suyo, aparecia en tres dimensiones, girando sobre un eje vertical y tambien sobre uno horizontal alternativamente.

Una sinfonia de colores poblaba su cerebro.

– Es extraordinario, senor -dijo uno de los hombres en ingles senalando diversas partes de la imagen-. Vea aqui, aqui… y aqui.

– Increible.

– Toda esa zona, superdesarrollada, intelecto, funciones…

– Cuanto poder potencial -suspiro el que habia hablado con ella.

Callaron unos segundos. Joa continuo observando aquella imagen tridimensional de su cabeza. Tambien estaba sorprendida. Espero hasta que ellos volvieron a hablar.

– Es igual que una gran bateria energetica.

Era suficiente.

El inhibidor bloqueaba su impulso, el modo en que actuaba la rabia en sus sistemas y se convertia en una fuerza capaz de actuar como la mejor de las armas, aunque fuese defensiva. Pero con o sin el, aun era capaz de pensar.

«Zonas superdesarrolladas», «bateria energetica»…

Joa cerro los ojos.

Lo mismo que un interruptor abria y cerraba la luz, busco el interruptor de su mente. La manera de bloquearla. Casi dejo de respirar.

Se concentro en si misma, primero en su corazon, reduciendo los latidos, venciendo la irritacion, el miedo y la certeza de que estaba en un serio aprieto, prisionera en un lugar desconocido. Despues exploro su cuerpo, piernas, brazos, tronco. Finalmente subio aquel nuevo equilibrio hasta su cerebro y lo esparcio igual que un manto frio por el. Un manto capaz de apagar cualquier fuego mental activo que les sirviera a ellos para examinarla, diseccionarla, descubrir quiza hasta el mas recondito de sus secretos.

Porque eso era lo que buscaban. Sus secretos.

Su cerebro empezo a quedarse en blanco.

– ?Que sucede?

– No lo se, senor.

– Mac…

– Todos los sistemas funcionan.

Hubo una primera agitacion a su alrededor.

– No hay potencia emisora.

Las voces desaparecieron de golpe.

– Es ella, senor -rompio el silencio una.

– ?Pero como puede…?

Debieron de transcurrir unos pocos segundos mas, tal vez un minuto. Joa se preocupaba unicamente de si misma, concentrandose en vencer a las maquinas, anular los sensores, expulsar de su cabeza las hormigas. No fue consciente de que su interlocutor estaba a su lado hasta que noto su mano.

– ?Que esta haciendo?

Abrio los ojos y ahora la felicidad de mostrar una sonrisa de superioridad fue suya.

– Colabore o sera peor -la frialdad oral se sumo a la visual.

– ?Peor para quien? Digame quienes son y que quieren -intento no caer de nuevo en la trampa del miedo y la impotencia.

– Queremos hablar con ellos -afirmo el hombre respondiendo a su ultima pregunta de forma directa. Joa lo acuso.

Por primera vez, no habia caretas.

– ?Hablar?

– Si, hablar -quiso ser sincero.

– Estan locos… -suspiro ella.

El hombre acerco su rostro hasta quedar a escasos centimetros del suyo. Joa vio urgencias en el fondo de sus pupilas.

Para el quiza no fuera mas que una… alienigena. Un engendro.

– Tu puedes -la tuteo-. Eres la llave y la puerta.

No quiso seguir viendole. Volvio a cerrar los ojos y a mantener aquel bloqueo emocional, sin fisuras, para que los que querian meterse en su cabeza no lo consiguieran. Sabia que el hombre, posiblemente un militar, estaba alli. Sentia su respiracion azotandole el rostro.

– Georgina…

Espero. Su cerebro casi supero el mas puro estado

alfa.

– Es inutil, senor -se lo certifico el llamado Mac.

– ?Haga algo, maldita sea!

– Si no anulamos su voluntad ademas de inhibir sus poderes energeticos…

– Haganlo.

– No es tan sencillo.

El presunto oficial regreso junto a Mac y los sistemas conectados a su mente. Joa agudizo el oido, pero ya no escucho la conversacion entre ellos. Su tono era el de un militar de rango acostumbrado al mando pasando revista a sus hombres.

Ya no hubo mucho mas.

La tension a su alrededor llego a un punto algido y, tras ello, menguo de manera gradual hasta convertirse en un nuevo tipo de silencio. Alguien le retiro los electrodos de la cabeza mientras el debil zumbido de los sistemas iba apagandose hasta casi desaparecer.

– Llevenla a la habitacion -ordeno el hombre.

– Si, senor.

– Pero no a la suya. Dejenla con el. David.

Por una parte se sintio peor, por el. Por otro lado, el mas egoista aunque humano, aliviada de no estar sola.

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