encontraran muerta al pie de las escaleras. Esto era del todo concluyente, pero dificilmente podia yo darlo por cierto. Si Isabel y Robert hubiesen planeado asesinar a Amy, Isabel jamas le habria dicho al embajador espanol que estaba muerta dias antes de que lo estuviese. De Quadra era muy astuto; iba en interes de su pais desacreditar a la Reina. Y eso era lo que pretendia hacer. Consciente de la potente masculinidad de Robert Dudley, suponia que una mujer haria muchas cosas por conseguirle. Me puse en la situacion de Isabel y me pregunte a mi misma: ?Lo haria? Y pude imaginar perfectamente una conjura entre los dos en el fuego de nuestra pasion.
Todos esperabamos tensos los acontecimientos.
Yo no podia creer que la Reina fuese a poner en peligro su corona por ningun hombre, y que si Amy hubiese sido asesinada se hubiese dejado complicar personalmente ella. Por supuesto, Isabel era capaz de cometer indiscreciones. Bastaba recordar el caso de Thomas Seymour, en el que se habia dejado arrastrar a una situacion muy peligrosa. Pero, ay, por entonces, no tenia la corona y aun no habia iniciado aquella devocion apasionada por ella.
Lo decisivo era que Robert estaba ya libre y podia casarse con ella. Toda la Corte, todo el Reino, y, pensaba yo, toda Europa estaban esperando su reaccion. Habia algo claro: si se casaba con Robert Dudley la considerarian culpable, y esto era lo que temian hombres como mi padre.
Lo primero que hizo Isabel fue alejar a Robert de la Corte, medida muy prudente. No debian verles juntos para que no se ligase en modo alguno a la Reina con el triste suceso.
Robert, que manifestaba gran afliccion (fuese fingida o no), aunque quiza pudiese haberle afectado mucho lo sucedido pese a haberlo preparado, envio a su primo Thomas Blount a Cumnor Place para que se hiciese cargo de la situacion y hubo luego una investigacion cuyo veredicto fue muerte accidental.
?Que irritable estaba Isabel en las semanas siguientes! Que facil era ofenderla. Nos soltaba maldiciones (era capaz de maldecir como su padre, decian, y le gustaba mucho utilizar las maldiciones favoritas de este) y nos daba pellizcos y bofetones. Creo que en su interior estaba atormentada. Queria a Robert y sin embargo sabia que casarse con el equivalia a admitirse culpable. Sabia que en las calles de las ciudades la gente hablaba de la muerte de Amy Dudley, y que se recordarian las palabras de Madre Dowe. Sus subditos sospechaban de ella; si se casaba con Robert, jamas volverian a respetarla. Una reina debia estar por encima de las pasiones vulgares. Pasarian a considerarla solo una mujer debil y pecadora. Y ella sabia que si queria seguir conservando la relumbrante corona debia conservar la devocion de su pueblo.
Al menos, eso suponia yo que ocupaba sus pensamientos cuando se retiraba cenuda a sus habitaciones. Pero luego empece a pensar que me equivocaba.
Robert volvio a la Corte. Altanero y audaz, seguro de que pronto seria el esposo de la Reina. Pero al poco tiempo, se le veia cabizbajo y cenudo y yo, junto con el resto del mundo, deseaba saber a toda costa que se decian cuando estaban solos.
Ahora creo que ella no tuvo que ver nada con la muerte de Amy, que en cierto sentido no tenia ningun deseo de casarse con Robert. Preferia seguir siendo inalcanzable, como lo habia sido mientras la esposa de este vivia. Queria que Robert tuviese una mujer olvidada y no una mujer muerta. Quizas ella no desease el matrimonio porque, de un modo extrano, le temia. Lo que ella queria eran relaciones romanticas. Queria admiradores avidos de su amor; pero no queria una coronacion de este amor que constituyese para ellos un triunfo y para ella una afliccion.
Me pregunto si era eso realmente lo que ella sentia. Fuese cual fuese el motivo, no se caso con Robert. Era demasiado astuta para ello.
Y por entonces conoci a Walter Devereux
El primer encuentro
…y ella misma (Isabel) le ayudo a ponerse la capa,
mientras el permanecia arrodillado ante ella,
con gran gravedad y discreta actitud, pero la Reina
no pudo contenerse y le puso la mano en el cuello
y le hizo cosquillas, sonriendo, estando yo y el
embajador frances a su lado.
Ella (Isabel) dijo que no pensaba casarse nunca… yo dije: «Majestad, no necesitais decirmelo. Conozco vuestro temple. Pensais que si os casaseis seriais solo
Por Dios, caballero, os he hecho grandes mercedes, pero no acapareis mi favor hasta el punto de que no pueda favorecer a otros… Aqui solo puede existir un ama y ningun amo.
Me case con Walter en 1561, cuando cumpli los veintiun anos. A mis padres les satisfacia mucho el enlace y la Reina dio en seguida su consentimiento. Walter era el segundo vizconde de Hereford por entonces, y tenia mas o menos mi edad y, dado que su familia gozaba de elevada posicion, se considero un buen matrimonio. La Reina comento que era hora de que yo tuviese un marido, lo que desperto en mi cierto recelo hasta el punto de preguntarme si se habria dado cuenta de que mis ojos solian desviarse hacia Robert Dudley.
Yo habia llegado a la conclusion de que Robert no se casaria mas que con la Reina. Walter me habia pedido varias veces que fuese su mujer. Yo le tenia mucho carino y mis padres deseaban aquel matrimonio. El era joven y, como indicaba mi padre, parecia tener un buen futuro, que le mantendria en la Corte, asi que le elegi entre varios candidatos y me prepare para la vida matrimonial.
Me resulta dificil recordar con detalle lo que sentia por Walter hace tantos anos. La Reina habia insinuado que yo era una chica que necesitaba casarme… y tenia razon. Creo que durante un tiempo pense incluso que estaba enamorada de Walter y deje de sonar con Robert Dudley.
Despues de la ceremonia, Walter y yo fuimos a su casa solariega, el castillo de Chartley, un edificio impresionante que se alzaba en el centro de una fertil llanura. Desde sus altas torres se dominaba el paisaje mas bello de Staffordshire. Quedaba a unas seis millas al sudeste de la ciudad de Stafford y se hallaba situado a medio camino entre Rugby y Stone.
Walter estaba orgulloso de Chartley y yo manifeste mucho interes en la mansion dado que iba a ser mi hogar. Tenia un torreon circular y dos torres redondas que eran muy antiguas, pues habian sido construidas hacia 1220. Habian soportado ya mas de trescientos anos de inclemencias y parecian capaces de soportar trescientos mas.
Las paredes tenian cuatro metros de ancho y tenian las troneras dispuestas de modo que pudiesen lanzarse