Senti una depresion terrible, me senti frustrada… lo que resultaba extrano pues no podia adivinar el futuro. Quiza fuese una suerte que no pudiese hacerlo, aunque de haber podido, no se si hubiese actuado de modo distinto. Lo dudo.
Walter estaba caviloso y sombrio y supongo que mis padres tambien se preguntaban que sucederia en el pais si moria la Reina. Existia la posibilidad de que se le ofreciese el trono a Maria, Reina de Escocia, que se habia visto obligada a abandonar Francia al morir su joven esposo Francisco Deux.
—Tengo entendido —dijo Walter— que dos de los hermanos Pole se proponen trasladarse a Londres con el fin de conseguir que suba al trono Maria Estuardo. Dicen, por supuesto, que no se proponen en absoluto tal cosa, y solo quieren que la Reina nombre sucesora suya a Maria de Escocia.
—?Y que vuelva el catolicismo! —grite yo.
—Ese es su objetivo.
—?Y la Reina?
—Al borde de la muerte. Ha hecho llamar a Dudley. Quiere tenerle a su lado hasta el final, segun dice.
—Este no es el final —replique rapidamente.
Mire a Walter y me puse a pensar: si ella muere, Robert se casara. ?Y ahora yo estoy casada con Walter Devereux!
Y creo que fue en ese momento cuando empece a detestar a mi marido.
—Mando llamarle —continuo Walter— y le dijo que si no hubiese sido Reina se habria casado con el.
Asenti con un gesto. Su primer amor era la Corona; queria poseerla en exclusiva; no estaba dispuesta a compartirla. Crei entenderla. Pero ni siquiera aquello era toda la verdad.
—Llamo a todos sus ministros tambien —continuo Walter— y les dijo que su ultimo deseo era nombrar a Robert Dudley Protector del Reino.
Contuve el aliento.
—Se preocupa por el, no hay duda —dije.
—?Acaso lo dudabas?
—Pero no esta dispuesta a casarse con el, sin embargo.
—No puede, el sigue siendo sospechoso del asesinato de su esposa.
—Me pregunto… —empece; y pense en el entierro de Isabel, en el final de su breve reinado. ?Que pasaria en el pais? Algunos intentarian colocar en el trono a Maria de Escocia. Otros querrian por soberana a Catalina Grey. Aquello podia significar la guerra civil. Pero lo que mas me atormentaba era: ?que hara Robert si ella muere? Y me preguntaba si no me habria precipitado estupidamente al casarme y si no hubiese sido mejor esperar un tiempo.
Luego di a luz a mi segunda hija, a la que puse Dorothy de nombre.
La Reina se recupero de su enfermedad, como podria haberse esperado de ella. Ademas, salio incolume de sus males, cosa sumamente rara. Maria, la hermana de Robert, que estaba casada con Henry Sidney y habia estado con la Reina noche y dia atendiendo a todas sus necesidades, contrajo el mal y quedo gravemente desfigurada. Me entere de que Lady Maria habia pedido permiso para abandonar la Corte, permiso que dificilmente podia negarsele dadas las circunstancias, y se habia retirado a las posesiones que su familia tenia en Penshurst, de las que nunca deseo en realidad volver a salir. Fue su recompensa por cuidar a Isabel, que no era probable que lo olvidase. Una de las virtudes de la Reina era su lealtad con quienes la servian. Ademas, Maria Sidney era hermana de su amado Robert.
Walter dijo que la gente pensaba de nuevo que era posible ahora el matrimonio entre la Reina y Robert.
—Pero, ?por que iba a ser aceptable ahora si no lo era hace tan poco tiempo? —pregunte.
—No es tan poco tiempo —me recordo Walter—. Y la gente esta tan entusiasmada por su recuperacion, que estaria dispuesta a aceptar cualquier cosa. Quieren que se case. Quieren un heredero al trono. Su reciente enfermedad ha demostrado lo peligroso que podria ser que muriese sin descendencia.
—Eso —replico Walter muy serio— esta en las manos de Dios.
Asi, pues, la Corte pronto volvio a ser lo que era antes de la enfermedad de Isabel. Robert volvia a disfrutar de su favor, siempre a su lado, siempre con esperanza. No me cabia duda; y quizas mas que nunca ahora que se decia que el pueblo aceptaria el matrimonio entre ellos.
La Reina estaba muy animosa, muy feliz de verse otra vez bien. Perdono a los hermanos Pole, gesto muy propio de ella. Queria mostrar a su pueblo lo benevola que era, y que no guardaba rencor a nadie. Los dos hermanos se exiliaron, sin embargo… y la Corte volvio a recuperar de nuevo la alegria. Pero no hubo ningun anuncio de compromiso entre ella y Robert.
Resultaba exasperante enterarse de las cosas a traves de Walter y de quienes venian a Chartley a visitarnos, porque jamas contaban todo lo que yo queria saber. Me prometi a mi misma que en cuanto me recuperase del parto de Dorothy volveria a la Corte. La Reina me daria la bienvenida y ya me imaginaba como me arrodillaria ante ella con lagrimas de alegria en los ojos por su recuperacion. Sabia como provocar las lagrimas con el zumo de ciertas plantas. Luego procuraria que me diese su version de los acontecimientos y le contaria lo tranquila que era la vida en el campo, pero como esa tranquilidad no era digno sustituto de los aposentos regios. Siempre le daban un poco de envidia los ninos… pero quiza no tanto las ninas. Me recibio con grandes muestras de afecto y yo hice mi escena, mostrando mi alegria por su recuperacion, escena que me salio muy bien, y que creo que la conmovio, pues me retuvo a su lado y me dio una pieza de terciopelo color melocoton para que me hiciese un vestido y una gorguera de encaje a juego. Era una prueba de su favor.
Y cuando estaba yo en la Corte llegaron noticias de que el archiduque Carlos (aquel pretendiente al que ella habia rechazado) pretendia ahora la mano de Maria, Reina de Escocia. La intensidad de los sentimientos de Isabel hacia su regia rival no se disfrazaban en modo alguno. Estaba insolitamente interesada por Maria. Si le daban informacion sobre ella se concentraba nerviosa escuchandola. Y jamas olvidaba un detalle de lo que le habian dicho. Sentia celos de Maria, no por la indiscutible legitimidad de la Reina escocesa ni por sus aspiraciones al trono, sino porque Maria tenia fama de ser una de las mujeres mas bellas del mundo. Y el hecho de que fuese tambien reina hacia logica la comparacion. No habia duda de que Maria era bella e inteligente, pero yo estaba segura de que no poseia ni una centesima parte de la astuta inteligencia y la agudeza de nuestra soberana.
Pienso ahora en lo diferentes que fueron sus vidas. Maria, el juguete mimado de la Corte francesa, halagada y amada por su suegro y por la amante de este, Diana de Poitiers, que era mucho mas importante que la Reina, Catalina de Medicis; idolatrada por su joven marido, adorada por los poetas. Isabel, en cambio, habia tenido una ninez y una adolescencia dificiles, siempre al borde de la muerte. Creo que probablemente fuese esto lo que la hizo tal como era. Y, en tal caso, indudablemente era digna de merito.
Resultaba sorprendente que una persona tan lista como ella no pudiese darse cuenta de que era razonable ocultar su celosa colera porque el archiduque pretendiese la mano de Maria. Habria sido distinto si hubiese soportado su despecho en privado, pero mando llamar a William Cecil, hizo ofensivas alusiones al «libertino austriaco» y declaro que no daria nunca su consentimiento al matrimonio entre el y Maria, y que Maria debia de saber que, dado que se consideraba heredera de la Corona de Inglaterra, era natural que solicitase la opinion de la Reina de Inglaterra.
Cecil temia que los extranjeros afectados ridiculizasen aquel arrebato de la Reina y cuando el emperador de Austria escribio indicando que su hijo habia sido insultado y que no tenia intencion de volver a sufrir una indignidad semejante, la Reina sonrio afectadamente y cabeceo en silencio.
Robert debio percibir que sus posibilidades eran buenas en aquel momento. Yo le sorprendi varias veces lanzando miradas significativas y se sentia sin duda muy seguro de si. Estaba siempre con la Reina, los dos solos en los aposentos de ella; no era pues raro que gente como la senora Dowe creyese los rumores que corrian acerca de ellos. Pero parecia que Isabel siguiese pensando en el asunto de Amy Dudley y que continuase por ello sin decidirse.