que su amable y comprensiva prima Lettice?
Y al fin llego el momento.
—Te dire exactamente lo que paso, prima. Pero debes jurar que no vas a decir una palabra a nadie. Seria el final para el y para mi. La colera de la Reina seria terrible, como bien sabeis. Eso es lo que el siempre me dice.
—No debeis contarmelo si os incomoda hacerlo —dije astutamente—. Pero si puede tranquilizaros… o si pensais que yo pueda daros algun buen consejo…
—Que buena sois, Lettice. Estoy segura de que podeis comprender a los demas como muy pocos son capaces de hacerlo.
Asenti. En eso probablemente tuviese razon ella.
—Sucedio hace cuatro anos —me dijo—. John y yo estabamos casados y eramos felices. Yo nunca habia pensado en otro hombre. Era un buen marido, quiza demasiado serio… no muy romantico… no se si me entendeis.
—Os entiendo, os entiendo —asegure.
—La Reina hacia uno de sus recorridos por el pais, el conde de Leicester viajaba con ella, y mi marido y yo nos unimos al cortejo en el castillo de Belvoir, el del conde da Rutland. No soy capaz de explicar lo que me paso. Habia sido una esposa fiel hasta entonces, pero jamas habia visto a un hombre como Robert…
—El conde de Leicester —murmure.
Ella cabeceo, asintiendo.
—Era el hombre mas atractivo que habia visto en mi vida. Podia entender por que era el hombre mas poderoso de todos los reunidos, y por que disfrutaba del favor constante de la Reina. Todo el mundo decia que pronto se casaria con el.
—Llevan diciendo eso desde que ella subio al trono.
—Lo se. Pero al mismo tiempo parecia como si hubiese un entendimiento secreto entre ellos. Esto le daba a el algo… que no puedo describir… Si hablaba con alguna de nosotras, o nos sonreia, nos sentiamos orgullosas. Mi hermana y yo discutiamos por su causa, porque era muy amable con ambas. Francamente, estabamos celosas. Era extrano porque hasta entonces nunca me habia fijado gran cosa en los demas hombres. Aceptaba a John Sheffield como mi esposo y para mi era suficiente… y luego… paso aquello.
—?Que paso? —pregunte.
—Tuvimos una entrevista secreta. Oh, me da tanta verguenza. Nunca deberia haberlo hecho. No puedo entender que me paso.
—Os convertisteis en su amante —dije, y no pude ocultar el tono cortante que se deslizo en mi voz.
—Se que parece imperdonable. Pero no podeis imaginaros lo que era aquello…
«?Oh, si, Douglass, claro que puedo! —pense—. Al parecer, yo era tan credula como vos.»—Asi pues, os sedujo —dije.
Asintio.
—Me resisti durante mucho tiempo —se disculpo—. Pero no os imaginais lo impaciente e impetuoso que puede ser. Estaba decidido a tenerme, me dijo despues. Y mi rechazo era un reto. Yo alegue que no creia que debiesen hacerse tales cosas fuera del matrimonio y el pregunto como podia casarse conmigo teniendo yo ya como tenia otro esposo. Luego hablo de lo distinto que seria si yo no estuviese casada, y tan persuasivamente se explico que casi crei que John iba a morir y que yo iba a casarme con Robert. Escribio una nota que me dijo que tendria que destruir en cuanto la leyera. Me decia en ella que se casaria conmigo cuando muriese mi marido, lo cual prometia seria pronto, y entonces podriamos gozar legalmente de los extasis que ya habiamos saboreado.
—?Escribio eso! —exclame. —Si.
Luego me miro casi suplicante.
—?Como iba yo a destruir una nota como aquella? —pregunto—. La leia todos los dias y dormia con ella debajo de la almohada. Vi a Robert varias veces en Belvoir. Nos encontrabamos en un aposento vacio y a veces en el bosque. El decia que era muy peligroso y que si la Reina se enteraba seria su final. Pero lo hacia porque estaba locamente enamorado de mi.
—Lo comprendo perfectamente —dije con amargura—. Y cuando vuestro esposo murio…
—Antes de eso sucedio algo horrible. Perdi la carta de Robert. Me domino el panico. El me habia ordenado que la destruyese, pero yo no podia hacerlo. Cada vez que la leia, lo sentia a el de nuevo tan claramente. En aquella carta me decia que se casaria conmigo cuando muriese mi marido… ?comprendeis?
—Si, comprendo —Je asegure.
—Encontro la carta mi cunada. Nunca me habia querido. Yo me puse frenetica. Llame a todas mis doncellas una a una. Las interrogue, las amenace. Pero todas dijeron que no la habian visto. Luego le pregunte a Eleanor, la hermana de mi esposo. Ella la habia encontrado, la habia leido y se la habia dado a el. Hubo una escena espantosa. Mi esposo me obligo a confesarlo todo. Estaba absolutamente fuera de si y me odiaba. Me echo de su dormitorio y me dijo que fuese con el perrillo faldero de la Reina que ya habia asesinado a su esposa. Dijo cosas terribles de Robert y que iba a destruirle a el y a mi, y que todo el mundo sabria lo que habia ocurrido en Belvoir y que Robert Dudley planeaba matarle como habia matado a su esposa. Me pase la noche llorando y por la manana el se habia ido. Mi cunada me explico que se habia ido a Londres a preparar el divorcio y que por la manana todo el mundo sabria que yo era una ramera.
—?Y que paso entonces?
—John murio antes de poder decirselo a nadie.
—?Como murio?
—Fue una especie de disenteria.
—?Y vos creeis que Leicester lo preparo?
—Oh, no, que va. El no fue. Simplemente sucedio.
—*Fue muy oportuno para Leicester, ?no? ?Habia sufrido antes vuestro marido de esa… disenteria?
—Que yo sepa no.
—Bueno, entonces no habia ya ningun obstaculo para vuestro matrimonio.
Ella me miro, compungida.
—El dijo que habria sido su final casarse conmigo. Me hablaba muchas veces de cuanto deseaba tenerme por esposa, pero, en fin, la Reina tenia tantos celos… y le tenia tanto carino a el.
—Si, si, lo comprendo.
—Oh, si, cualquiera que conociese a Robert lo entenderia. Bueno, habia personas que sabian. Siempre lo sabe alguien. Y la familia de John… se pusieron furiosos. Acusaban a Robert de la muerte de John, y tambien a mi, claro.
—Le acusaron de asesinar a vuestro marido para que vos quedaseis libre, y sin embargo, cuando quedasteis libre no se caso con vos.
—Ahi se ve la falsedad del rumor —dijo ella.
Bueno, pense yo, John Sheffield
Cada vez aprendia mas cosas sobre aquel hombre que dominaba ya mi vida… igual que la de la Reina y la de Douglass Sheffield.
—?Y vuestro hijo? —insisti.
Vacilo y luego dijo:
—Nacio dentro del matrimonio. Robert no es un bastardo.
—?Quereis decir que vos sois la esposa de Leicester?
Asintio.
—No puedo creerlo —explote.
—Es cierto —contesto ella con firmeza—. Cuando murio John, Robert se comprometio a casarse conmigo en una casa de Cannon Row, en Westminster, y despues dijo que no podia seguir adelante con ello porque temia la colera de la Reina. Pero yo estaba desquiciada. Estaba deshonrada y eso me producia una gran angustia. Al final,