el cedio y nos casamos.
—Cuando? —exigi—, ?Y donde?
Yo intentaba desesperadamente demostrar que mentia. Estaba medio convencida ya de que asi era, pero no estaba segura de si esa conviccion nacia de lo desesperadamente que deseaba creerlo.
Ella contesto de inmediato:
—En una de sus posesiones… en Esher, Surrey.
—?Hubo testigos?
—Oh, si, estuvieron presentes Sir Edward Horsey y el medico de Robert, el doctor Julio. Robert me dio un anillo con cinco diamantes en punta y otro facetado. Se lo habia dado a el el conde de Pembroke, que le habia dicho que solo se lo diese a su esposa.
—?Y teneis ese anillo?
—Esta escondido en un lugar seguro.
—?Y por que no revelais publicamente que sois su esposa?
—Tengo miedo de el.
—Crei que le amabais locamente.
—Asi es, pero se puede estar enamorada de una persona y a la vez tenerle miedo.
—?Y vuestro hijo?
—Robert se emociono mucho cuando nacio. Viene a verle siempre que puede. Quiere muchisimo al muchacho. Siempre le ha querido. Me escribio cuando nacio, dando gracias a Dios por el nacimiento, y diciendo que el muchacho seria un consuelo para ambos en nuestra vejez.
—Da la sensacion de que sois muy feliz.
Me miro a los ojos y movio la cabeza.
—Tengo tanto miedo…
—?De que os descubran?
—No. Eso me gustaria. No me importaria que la Reina le echase de la Corte.
—Pero a
—Yo seria muy feliz viviendo una vida tranquila lejos de la Corte.
—Tendriais que vivir entonces sin ese hombre ambicioso al que llamais vuestro marido.
—?De que teneis miedo entonces?
Me miro otra vez de aquella manera.
—A Amy Robsart la encontraron al fondo de una escalera, desnucada —.dijo sencillamente.
No siguio. No era necesario.
En cuanto a mi, no podia creerla. Todos mis sentidos gritaban contra aquella historia. No podia ser cierta. Sin embargo, ella la contaba sin el menor sentimiento de culpa, y a mi no me parecia que fuese capaz de inventar tanto.
De algo estaba segura: Douglass Sheffield era una mujer aterrada.
Tenia que hablar con el. ?Pero que dificil era! Estaba decidida sin embargo a descubrir la verdad, aunque eso significase traicionar a Douglass. Si el se hubiese casado realmente con ella, habria significado que estaba realmente enamorado de ella. La sola idea me enfurecia. ?No habia yo imaginado muchas veces que me casaba con el, y me habia consolado con la seguridad de que no se casaria con nadie mas que conmigo, y que la unica razon de que no lo hubiese hecho antes de casarme yo con Essex habia sido el que estaba ofuscado por el favor de la Reina y temia poner fin a su carrera en la Corte si lo hacia? Ni siquiera por mi podia permitirse el correr el riesgo de ofender a la Reina, y yo estaba segura de que si lo hacia caeria sobre el el desastre. Y, sin embargo, se habia arriesgado por aquella imbecil e insignificante Douglass Sheffield. Es decir, si habia algo de cierto en aquella historia del matrimonio.
Tenia que enterarme de la verdad porque no tendria paz hasta que lo supiese.
Al dia siguiente de las revelaciones de Douglass, una de las criadas vino a decirme que Lady Mary Sidney queria hablar conmigo en sus aposentos. Lady Mary, hermana de Robert, que estaba casada con Sir Henry Sidney, contaba con 1a mayor consideracion de la Reina debido a la viruela que habia contraido cuidandola y que le habia desfigurado. Acudia de vez en cuando a la Corte por complacer a la Reina, aunque yo sabia que preferia permanecer retirada en Penshurst. Isabel siempre se aseguraba de que se le adjudicasen aposentos muy especiales. Otra razon del afecto que Isabel le tenia era el que fuese hermana de Robert. El afecto que por el sentia se ampliaba al resto de la familia.
Me recibio cuidadosamente velada y manteniendo la cara en sombras. Sus aposentos eran magnificos, como lo era todo en Kenilworth, pero me parecio que aquellas habitaciones eran de las mejores.
El suelo estaba cubierto con magnificas alfombras de Turquia, lujo que yo pocas veces habia visto. Robert fue uno de los primeros en utilizar abundantemente alfombras. No habia juncos por el suelo en Kenilworth. Vi de pasada la cama con dosel de la habitacion contigua con sus colgaduras de terciopelo escarlata. Sabia que las sabanas estarian bordadas con la letra L en una corona. Los orinales de peltre de las mesillas de noche estaban colocados en cajas cubiertas de terciopelo acolchado a juego con los colores de la habitacion. Como le encantaban a Robert las extravagancias… pero tenia tan buen gusto…
Me permiti imaginar un hogar que pudiesemos compartir los dos algun dia.
Lady Mary tenia la voz muy suave y me recibio con afecto.
—Venid y sentaos, Lady Essex —dijo—. Mi hermano me pidio que hablara con vos.
Mi corazon palpito mas aprisa. Estaba impaciente por oir.
—No podemos demorarnos mucho mas en Kenilworth —dijo. Pronto llegara el momento en que la Reina quiera seguir viaje. Como sabeis, pocas veces esta tanto tiempo en un sitio. Ha hecho una excepcion en el caso de Kenilworth como prueba del afecto que profesa a mi hermano.
Era cierto, sin duda. Aquella visita al castillo formaba parte de uno de los recorridos por el pais que la Reina frecuentemente emprendia. Formaban parte de su politica, pues la mantenian en contacto con sus subditos mas humildes y el trato benevolo y considerado que les prodigaba seguia siendo la razon de su popularidad en todos los pueblos y aldeas del reino. Significaba tambien que apenas habia una gran mansion rural en la que no hubiese parado, una noche al menos, y las que quedaban en su ruta debian prepararse para albergarla en consonancia con su condicion. Si la hospitalidad que recibia no la complacia, no vacilaba en manifestarlo. Solo con la gente humilde se mostraba benevola.
—Mi hermano ha estado planeando el itinerario de la Reina con ella. Han decidido que pasaran cerca de Chartley.
La idea me entusiasmo. El habia preparado aquello y habia convencido a la Reina para que parara en Chartley porque era mi hogar. Luego, me dio un vuelco el corazon al pensar en los inconvenientes de Chartley que, comparado con Kenilworth, desmerecia notablemente.
—Mi marido esta en Irlanda —dije.
—La Reina ya lo sabe, pero cree que vos podeis muy bien hacer de anfitriona. Parece que os turba un poco la idea. Han sugerido, ademas, que nos dejeis y vayais a Chartley antes para poder disponer todo lo necesario para la visita.
—Temo que Chartley resulte muy inadecuado… despues de esto.
—Su Majestad no espera encontrar un Kenilworth en todas partes. Ya ha dicho que no cree que haya lugar como este. Hacedlo lo mejor que podais. Aseguraos de que todo este limpio. Eso es de la mayor importancia. Que haya juncos frescos en todas partes y que la servidumbre lleve ropa limpia. Si lograis eso, todo ira bien. Procurad que los musicos practiquen las melodias que a ella mas le gustan, pues si le dais baile y musica abundantes, disfrutara de su estancia alli. Os aseguro que eso es lo que a ella mas le satisface.
Alguien llamo a la puerta y entro un joven. Yo ya le conocia. Era Philip Sidney, hijo de Maria y, en consecuencia, sobrino de Robert. Me habia interesado por aquel muchacho desde que habia oido que Robert le queria mucho y le consideraba como un hijo. Era un joven de noble apostura; debia andar entonces por los veinte anos. Tenia una personalidad muy especial, lo mismo que Robert, pero sin embargo eran muy diferentes. En el muchacho habia un algo suave y gentil, aunque no denotase esto falta de fuerza. Era una cualidad extrana; nunca