—Asi que teneis tambien un Robert.

Me puse tensa.

—?Se llama asi vuestro hijo?

Asintio otra vez.

—Bueno —continue—, es un bonito nombre. El del marido de nuestra Reina… si alguna vez decidiese casarse.

—No podria —dijo Douglass, cayendo en la trampa.

—Pareceis muy nerviosa.

—Vos me haceis ponerme al hablar de su matrimonio…

—Es lo que el esta esperando. Todo el mundo lo sabe.

—Si ella hubiese querido casarse con el, ya lo habria hecho hace mucho.

—?Como iba a hacerlo despues de la misteriosa muerte de la esposa de el? —murmure.

Ella se estremecio.

—A veces pienso en Amy Dudley. Y tengo pesadillas con ella. A veces sueno que estoy en aquella casa y que alguien entra furtivamente en mi habitacion…

—Vos sonais que sois su esposa… y que quiere deshacerse de vos. ?Que extrano!

—No…

—Creo que teneis miedo de algo.

—Como cambian los hombres —dijo con tristeza—. Son tan ardientes y luego atrae su atencion otra persona y…

—Y su pasion —dije despreocupadamente.

—Puede ser… muy aterrador.

—Lo seria con un hombre como el conde… despues de lo que paso en Cumnor Place. ?Pero como podriais saber vos lo que paso alli? Es un oscuro secreto. Habladme de vuestro hijito. ?Que edad tiene?

—Tiene dos anos.

Guarde silencio, calculando. ?Cuando habia muerto el conde de Sheffield? ?No habia sido en el setenta y uno cuando habia sabido yo que las hermanas Howard acosaban a Robert? Habia sido ese ano o el siguiente quiza cuando habia muerto Lord Sheffield, y, sin embargo, en los anos setenta y cinco Douglass Sheffield tenia un nino de dos anos llamado Robert.

Estaba decidida a descubrir que significaba aquello.

Dificilmente podia esperar que ella me revelara espontaneamente su secreto, aunque existiese un parentesco entre nosotras. Ya le habia sacado mucho mas de lo que podria haber supuesto en principio a aquella mujer, que parecia bastante necia. Pero haria un esfuerzo decidido por descubrir la verdad.

Procure mostrarme comprensiva y amistosa cuando dijo que tenia jaqueca. La acompane a su aposento y le administre una pocion calmante. Luego la hice echarse y le explique que ya la avisaria si volvia la Reina.

Aquel mismo dia, mas tarde, me explico que se sentia muy mal cuando nos encontramos en el jardin y que temia haber dicho disparates. La tranquilice y le dije que solo habia sido una charla amistosa y que me habia resultado muy agradable conocer a una prima. Mi pocion le habia sentado tan bien que me pregunto si podia darle la receta. Lo haria, por supuesto, le dije. Yo entendia perfectamente aquellos sentimientos de depresion, anadi. Tambien tenia hijos y deseaba estar con ellos.

—Ya charlaremos en otra ocasion… pronto —dije.

Habia decidido llegar hasta el fondo del asunto de Douglass Shefficeld.

Al dia siguiente, se ofrecio a. la Reina una farsa titulada «Una novia campesina». Era, en cierto modo, una burla de los . rusticos y me extrano que la Reina no lo considerase un insulto a una parte de su pueblo. El novio, que pasaba bastante de los treinta, llevaba la chaqueta de estambre de su padre, de un color tostado, guantes de cosechador y una pluma y un cuerno con tinta sujetos a la espalda. Cojeaba al saltar por la hierba. En el campo, se jugaba mucho al futbol y, a menudo, los jugadores resultaban heridos en el juego, asi que con la cojera queria indicarse que se habia roto una pierna jugando.

Con el iban bailando las mascaras y Robin Hood con Maid Marian. La Reina movia los pies al compas de la danza, y yo esperaba que en cualquier momento se uniese a ellos.

Despues llego la novia con su traje de estambre; se' habia pintado en una mascara horrible y llevaba una peluca cuyo pelo salia en punta en todas direcciones. Los espectadores aullaron de risa al verla, y habia muchos, pues la Reina habia dicho que cualquier habitante de los alrededores que lo desease podia venir a ver el espectaculo. Asi que habia centenares… no tanto por ver la boda campestre como por estar en compania de la Reina. Tambien ella (de excelente humor como estaba siempre ante el pueblo) sonreia graciosamente, reservando su mal humor para mas tarde con sus ayudantes. Las damas de la novia tenian todas mas de treinta anos, como la propia novia, y eran muy feas.

La gente reia entusiasmada al ver desfilar a la pareja de novios, y yo no pude evitar el pensamiento de que se trataba de una representacion bastante peligrosa, considerando que se hacia para nuestra Reina soltera, y el hecho de que la novia y el novio procurasen por todos los medios decirnos sus edades, podria haberse considerado que aludia a Isabel. Quiza fuese lo que se proponia Robert. Quiza quisiese indicarle que llevaba demasiado tiempo esperando. Por supuesto, la Reina no podia ser mas distinta a aquella novia torpe y fea. Isabel, sentada alli, resplandecia de poder y de gloria, cubierta de alhajas, la exquisita gorguera al cuello, la cabeza erguida, bellisima, y joven tambien, si uno no miraba demasiado detenidamente su rostro, pues su cuerpo era tan esbelto como el de una joven y su piel igual de suave y delicada. A aquellos campesinos debia parecerles una diosa, prescindiendo incluso de su enjoyada vestimenta. Era siempre muy pulcra y quisquillosa y se banaba con regularidad, y quienes la serviamos debiamos hacer lo mismo, pues no podia soportar los malos olores. Cuando visitaba las mansiones rurales, habia que empezar a limpiarlas semanas antes de su llegada. Los malos olores le hacian apartar la cabeza con disgusto y, por supuesto, estaba el eterno problema de los retretes. Yo habia visto muchas veces temblar de repugnancia aquella nariz aguilena y solia hacer agrios comentarios sobre lo mal que se habia preparado aquello para su visita.

Cuando viajabamos, constituia un inconveniente considerable el bano de la Reina, sin el que no podia pasar. Pocas mansiones rurales podian ofrecerle condiciones adecuadas. En el castillo de Windsor habia dos habitaciones reservadas para su bano, con techos de cristal para que pudiese contemplar la blancura de su cuerpo mientras se banaba.

Solo entre la gente humilde aceptaba ella la suciedad, y nunca indicaba de ningun modo que advirtiese los malos olores. Dominaba, sin duda alguna, el arte de ser Reina a las mil maravillas.

En esta ocasion, recibio a aquel novio y a aquella novia tan rusticos y zafios y les dijo que la habian hecho reir mucho y ellos, como los actores de Coventry, quedaron abrumados por su amabilidad y pude darme cuenta de que le serian eternamente fieles.

Yo estaba profundamente ensimismada en mis propios problemas. Cuando Douglass Sheffield menciono a su hijo Robert, empece a sospechar. Mi primer impulso fue dirigirme a Robert y preguntarle la verdad sobre Douglass y su hijo. ?Podia hacerlo? Despues de todo, no podia decirse que el fuese concretamente responsable ante mi por sus acciones, y menos por las que habian ocurrido hacia tiempo. Ciertamente, me habia dicho que se casaria conmigo… si yo estuviese libre. Eso significaba poco. Yo no estaba libre. Me pregunte si alguna vez le habria dicho lo mismo a Douglass y luego, por una extrana coincidencia (?o no habia sido coincidencia?), ella quedo libre poco despues de que el le hubiese hablado de matrimonio.

No. No le acosaria. Douglass era una estupida, podria vencer sus escrupulos con un poco de delicadeza, y quiza pudiese enterarme de la verdad por ella mucho mejor que por Robert. Ademas, no habria sido facil hablar con el, pues tenia que prestar continua atencion a la Reina. Quiza pudiesemos hacer una escapada al aposento de la torre, pero existia la posibilidad de que alli mi deseo desbordara mi buen juicio. Tenia que mantenerme firme. Si Robert me daba su version de la historia, ?como podria estar segura de que era verdad? Estaba segura de que el tenia preparada una historia razonable, mientras que Douglass no tendria el genio suficiente para inventar una.

Durante los dias siguientes estuve cultivando a Douglass. Era una presa facil. No cabia duda de que estaba muy preocupada por su futuro… y de que estaba locamente enamorada de Robert.

Tras unos dias de festejos en los que se veia obligada (como yo) a ver a Robert sirviendo constantemente a la Reina, la empuje a un estado tal que acabo deseando confiar en alguien, y ?quien podria ser ese alguien mas

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