Robert habia creido, tras haber recuperado el favor de la Reina, que su posicion era segura. Y lo era, de esto estoy segura; hiciese lo que hiciese, ella jamas olvidaria el lazo que les unia. Al mismo tiempo, estaba el temeroso de que algun joven se elevase en el favor de la Reina, y parecia que esto era exactamente lo que estaba haciendo Raleigh. A Robert le resultaba irritante ver a un hombre mas joven que el siempre junto a la Reina; nunca se desvanecia en el el temor de que alguien mas joven le sustituyese en el favor real. Ella lo sabia, claro, y gozaba mortificandole. Yo tenia la seguridad de que mostraba mucho mas favor a Raleigh cuando Robert estaba cerca que estando el ausente.
—Raleigh no hace mas que presumir y darse importancia —me dijo—. Pronto se considerara el hombre mas importante de la Corte.
—Tengo entendido que es muy apuesto —dije, timidamente—. Al parecer, posee las cualidades que atraen a Su Majestad.
—Ciertamente, pero carece de experiencia y no soportare que se de tanta importancia.
Robert se quedo pensativo. Luego dijo:
—Es hora de que el joven Essex venga a la Corte.
—Es muy feliz en Llanfydd.
—No puede pasarse la vida alli. ?Que edad tiene ya?
—Solo diecisiete anos.
—Suficientes para que empiece a abrirse camino por si mismo. Tiene grandes cualidades y le iria muy bien en la Corte.
—No olvideis que es
—Esa es una de las razones por las que deseo llevarle a la Corte, querida. Quiero hacer todo lo que este en mi mano por el… porque se cuanto le quereis.
—Es un hijo del que puedo sentirme orgullosa —dije, muy satisfecha.
—?Ay, si fuese hijo mio! Pero, en fin, de no serlo mio, lo mejor es que lo sea vuestro. Decidle que venga aqui. Os prometo que hare todo lo posible por el.
Le mire, recelosa. Me di cuenta de lo que se proponia. Era cierto que a Leicester le gustaba favorecer a su familia, pero habia sido siempre politica suya situar a quienes llamaba «sus hombres» en puestos destacados.
—Pero el hecho de que sea
—No creo que lo haga… cuando le vea. De todos modos, creo que merece la pena intentarlo.
Me eche a reir.
—Desde luego, no hay duda de que Raleigh os ha alterado.
—Es algo momentaneo —dijo el bruscamente—. Creo que el joven Essex divertira a la Reina.
Me encogi de hombros.
—Pedire a mi hijo que venga. Y entonces quiza, si Su Majestad os permite dejarla por un tiempo, podreis verle aqui y examinarle.
Robert me dijo que le encantaria ver a mi hijo y que podia estar segura de que haria todo lo posible por favorecerle en la Corte.
Cuando Robert se fue, segui pensando en aquello. Le imagine presentando a mi hijo a la Reina.
«Mi hijastro, el conde de Essex, Majestad.»Aquellos ojos oscuros se alertarian.
Era extraordinariamente apuesto; tenia un encanto unico; era el tipo de joven que la Reina gustaba tener a su alrededor… salvo en una cosa: jamas la adularia.
Seria curioso ver que efecto le produciria a ella. Haria lo que queria Leicester e intentaria persuadirle para que fuese a la Corte, a ver que pasaba.
Cuantas veces habia deseado yo tener el don de profecia. ?Ay, si hubiese podido ver el futuro! Si hubiese podido vislumbrar la angustia y la afliccion que acechaban… jamas habria permitido que mi querido hijo fuese a la Corte.
Pero la vida de Isabel y la mia estaban ligadas por algun tragico capricho del destino. Estabamos condenadas a contraer nuestro amor en el mismo objeto… ?y que amargos sufrimientos iba a causarme esto! No creo, por otra parte, que ella escapase ilesa.
—?Raleigh? — dijo Penelope—. Es un hombre deslumbrante. Tom Perrot hablo de el cuando estuve con el y con Dorothy al venir hacia casa. Tom dice que tiene un temperamento muy vivo. Una palabra impropia dirigida contra el puede provocarle una violenta colera. El propio Tom tuvo un incidente con el, y ambos acabaron en el Fleer y pasaron alli seis dias hasta que llego orden de que los liberasen. Dijo que poco despues, Raleigh estuvo en Marshalsea tras una pelea en la pista de tenis con un tal Wingfield. Es un aventurero. Se parece al favorito de la Reina, Francis Drake. Ya sabeis como estima a esos hombres.
—?Asi que quiere a este?
—?Oh, es uno de sus admiradores! Jamas podre entender que saca escuchando esos falsos cumplidos.
—Pocos entienden a la Reina… y tampoco ella pretende que la entiendan. Leicester quiere presentarle a Essex. ?Que creeis que pasara?
—Bueno, es lo bastante apuesto para complacerla, y, cuando quiere, puede ser encantador. ?Ha aceptado el ir a la Corte?
—Aun no. Envie un mensajero pidiendole que viniese. Vendra tambien Leicester para aplicar sus poderes de persuasion.
—Dudo que venga. Ya sabeis lo obstinado que es.
—Obstinado e impulsivo —acepte—. Ha actuado siempre sin pensar en las consecuencias. Pero es muy joven; cambiara. Estoy segura.
—Tendra que cambiar mucho… y deprisa —comento Penelope—. Jamas sera capaz de rendir esos cumplidos falsos y extravagantes que la Reina exige a los jovenes. Sabeis muy bien, madre, que el siempre dice lo que piensa. Lo ha hecho siempre, desde nino.
Como Essex habia pasado mucho tiempo con los Rich en los ultimos anos, podia estar segura de que su hermana sabia lo que estaba diciendo.
—Bueno —dije—. No creo que la Reina le reciba, siendo hijo mio.
—A nosotras nos recibio —contesto Penelope—. Aunque he de admitir que nos trata con bastante aspereza. Dorothy tambien puede decirlo.
—No se le olvida nunca que sois las crias de la Loba, como tan elegantemente os llama.
—Quien sabe, quiza vuestro esposo y vuestro hijo puedan convencerla, entre los dos, y os llame otra vez a su lado.
—Dudo que Essex sea capaz de lograr lo que mi senor Leicester no ha logrado.
Aunque queria animarme, comprendi que, en el fondo, Penelope estaba de acuerdo conmigo. Pese a los anos transcurridos, era muy poco probable que la Reina cambiase de actitud.
Luego hablamos de cosas de familia y de lo que odiaba a su esposo y de lo dificil que le resultaba vivir con el.
—Podria soportarle mejor si no fuese tan religioso —me dijo—•. Pero resulta enloquecedor; se arrodilla y reza antes de meterse en la cama y luego pasa a… bueno, eso lo dejo a vuestra imaginacion, pues yo prefiero no recordarlo. Ahora quiere pedir mi dote, y dice que ha obtenido muy poco del matrimonio. Y ya le he dado dos hijos, Richard y Charles y, maldicion de maldiciones, estoy otra vez encinta.
—Deberia gustarle mucho que seais tan fecunda.
—Os aseguro que yo no comparto su gusto.
—Pues Philip no parece encontraros menos bella.
—Es agradable, desde luego, verse honrada en versos, pero Philip parece contentarse solo con eso.
—?Que piensa Frances de esos poemas a otra mujer?
—?No dice nada. Y sin duda el le presta atencion, pues ya ha dado luz una hija a la que, muy lealmente, ha puesto el nombre de Isabel, por nuestra Reina. Su Majestad ha mostrado interes por su tocaya.