Asi charlabamos, y siempre me resultaba placentero el tiempo que pasaba en compania de mi hija.

A su debido tiempo, Essex obedecio mi requerimiento y vino a Leicester House. ?Que orgullosa me senti de el cuando le presente a su padrastro!

Era en verdad un hijo como para enorgullecerse. Siempre que le veia me asombraba su apostura, pues me parecia que la subestimaba siempre en mi pensamiento. Tenia la piel de color similar a la mia, el pelo abundante, aunque el suyo fuese mas rojizo que el mio, y los grandes ojos oscuros de los Bolena. Era muy alto, y se encorvaba un poco, supongo que de tanto tener que mirar hacia abajo a la gente. Tenia unas manos bellas y delicadas y el hecho de que no las adornase con nada parecia resaltar su elegancia. Sus calzas venecianas, muy anchas arriba y que se estrechaban luego hacia la rodilla, eran del mas fino terciopelo, acuchilladas y abombachadas, pero no de la ultima moda comparados con las de estilo frances que Leicester, el cortesano, vestia. Essex llevaba una capa bordada con hilo de oro, recuerdo… pero, ?que mas da lo que vistiese? De cualquier modo, resultaba siempre elegante y distinguido. Llevaba cualquier prenda con una indiferencia que acentuaba su elegancia natural y me divirtio entranablemente advertir su decision de no dejarse impresionar por el favorito de la Reina. No iba a ocultar, de hecho, su desprecio por un hombre que permitia que tratasen desdenosamente a su esposa, aunque lo hiciese una Reina.

Tenia, ademas, claros recelos de las intenciones de Leicester… y me di perfecta cuenta. Hasta entonces, el deseo que mi esposo mostraba de amistad con mi familia, me habia parecido meritorio, pero ahora, bajo la influencia del folleto, buscaba otros motivos tras el afectuoso interes. Al entrar en su orbita, se convertian en hombres y mujeres sometidos a sus fines.

Me sentia un poco dolida e inquieta. No queria que utilizase a mi hijo. Quiza despues de todo, por entonces yo senti suspicacias. Pero rechace mis temores. Seria agradable ver si Leicester podia convencer al joven Rob para que hiciese lo que el queria y aun mas saber como le recibiria la Reina.

Antes de la llegada de Leicester, le habia dicho a mi hijo que su padrastro tenia que discutir ciertos asuntos con el. Essex contesto con cierta brusquedad que no le interesaban los asuntos de la Corte.

—Pero debeis ser cortes con los miembros de mi familia —Je reprobe.

—No me gusta esta situacion —contesto mi hijo—. Leicester pasa los dias pendiente de la Reina, a pesar de que a vos no se os recibe en la Corte.

—Tiene deberes que cumplir. Desempena muchas funciones de gobierno.

Essex seguia obstinado:

—Si ella no os recibe, el deberia negarse a verla.

—?Rob! Hablais de la Reina.

—Y que mas da. Leicester os debe lealtad a vos primero. Oigo cosas y me duelen. No puedo soportar que se os humille.

—Oh, Rob, querido mio, comprendo vuestra locura. Pero el nada puede hacer. Pensadlo, por favor. La Reina me odia por haberme casado con el. Esta decidida a apartarle de mi. Habeis de comprender que si la desobedeciese, seria desastroso.

—Si yo estuviese en su lugar… —murmuro, apretando los punos de un modo que me hizo reir de ternura y de felicidad. Era maravilloso tener un defensor asi.

—Habeis vivido demasiado tiempo en el campo —le dije—. Leicester le debe a ella su fama y su fortuna… y vos tambien.

—?Yo! Jamas me convertireis en un cortesano. Prefiero llevar una vida digna en el campo. Eso aprendi en casa de Burleigh. ?Ver a un sabio estadista como ese temblar ante las ordenes de una mujer! No, eso no es para mi. Conservare mi libertad, mi independencia. Vivire la vida a mi modo.

—No dudo que lo hagais, hijo mio. Pero entended que vuestra madre desea lo mejor para vos.

Se volvio entonces hacia mi y me abrazo. Me senti desbordada de amor.

Luego llego Leicester, todo encanto y afabilidad.

—Que placer veros —exclamo—. Sois ya un hombre, caramba. Quiero que nos conozcamos mejor. Recordad que ahora sois mi hijastro y las familias deben estar unidas.

—En eso estoy de acuerdo —dijo Essex con brusquedad—. No me parece bien que un hombre este en la Corte en la que no se recibe a su esposa.

Quede sobrecogida. Essex, yo lo sabia muy bien, jamas habia medido sus palabras, pero debia haber pensado en el poder de Leicester y lo imprudente que era ofenderle. ?No habia leido el folleto? Yo no creia que fuese a hacer dano a mi hijo, pero nadie debia ser enemigo de Leicester.

—Vos no conoceis el caracter de la Reina, Rob —dije enseguida.

—»Ni deseo conocerlo —contesto.

Me di cuenta de que no seria facil persuadirle.

Hube de admirar, como siempre, el tacto de Leicester. Era evidente como se las habia arreglado para conservar su puesto en la Corte. Sonrio indulgente, sin dar el menor signo de que aquel muchacho inexperto, que sin duda ignoraba las cosas de la Corte, le irritase. Fue paciente y cortes, y creo que desconcerto un poco a Essex. Pude ver que su opinion cambiaba al hablar Leicester tranquila y cordialmente, y que luego escuchaba con profunda atencion las consideraciones de mi hijo. Nunca le admire tanto y, al verles juntos, pense lo afortunada que era al tener a aquellos hombres ocupando el puesto que ocupaban en mi vida: Leicester, un hombre que inspiraba admiracion y respeto en todo el pais; ?y Essex.—..? Quizas un dia fuese igual.

En aquel momento, podia burlarme de la Reina. Leicester quiza bailase al son que ella tocaba, pero solo porque ella era la Reina. Yo era su esposa. La mujer a la que amaba. Y tenia, ademas, aquel maravilloso hijo. Leicester y Essex. ?Que mas podia pedir una mujer?

Comprendi que Essex estaba preguntandose que habia sido del villano del folleto y, a su modo impulsivo, menospreciandolo como un libelo absurdo. Observandoles, pensaba yo en lo distintos que eran… aquellos dos condes mios. Leicester tan listo, tan sutil, hablando normalmente con suma cautela… y Essex, fogoso, sin pararse nunca a pensar en las consecuencias de sus acciones y sus palabras.

Conociendo tambien su caracter, no me parecio sorprendente el que, al poco tiempo, Leicester lograse convencer a Essex de que fuera a la Corte.

Estaba muy dolida, claro, de verme excluida de aquella primera presentacion. Como habria disfrutado observando a aquellos ojos de halcon estudiando a mi apuesto hijo.

Mas hube de oirlo de otra gente.

Penelope, que estuvo presente, me lo conto.

—Estabamos todos muy nerviosos, claro, porque ella pensaria inmediatamente que era vuestro hijo.

—?Sigue odiandome entonces como siempre?

Penelope no contesto a esto. Con lo que indicaba que si.

—Hubo un momento en que parecio indecisa. «Majestad», dijo Leicester, todo cordialidad y sonrisa, «permitidme, por favor, presentaros a mi hijastro, el conde de Essex». Le miro entonces detenidamente y, por unos instantes, no dijo nada. Yo crei que iba a soltar algun exabrupto.

—Contra la Loba —Comente.

—»Entonces, Essex se adelanto. Es tan alto y tiene ese aire tan imponente… e incluso el que vaya un poco encorvado resulta atractivo. Tiene un modo especial, ademas, de saludar a las mujeres… es tan cortes, gentil casi, hasta con la mas humilde sirvienta… No hay duda de una cosa, senora, le gusta a las mujeres. Y la Reina es una mujer. Fue como si relampaguease algo entre los dos. He visto otras veces que le sucedia esto con los hombres a los que iba a favorecer. Extendio la mano, y el la beso con gran elegancia. Y luego ella sonrio y dijo: «Vuestro padre fue un buen subdito. Lamente su muerte. Fue demasiado prematura…» Le hizo sentar a su lado y le pregunto cosas del campo.

—?Y el? ?Estuvo airoso?

—Ella le imponia. Ya la conoceis. Puede odiarsela en privado, pero…

—Ha de ser muy en privado —comente, ironicamente.

—Desde luego, por prudencia. Pero aun odiandola, uno no puede por menos de reconocer su grandeza. Essex la aprecio. Se desvanecio su arrogancia. Fue casi como si se enamorara de ella. Es lo que ella espera de los

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