impactante. Me decepcione un tanto, porque el monje hizo lo que hacemos todos en muchas ocasiones: recurrio a Dios.
– ?Dios mio, Dios mio! -dijo y se pregunto-: ?Cuando acabara esta pesadilla?
Pero yo estaba convencida de que la autentica pesadilla ya habia acabado. No creia en absoluto que el asesino se propusiera matar de nuevo. No, todo aquello era un juego que, teoricamente, debia llevarnos hasta el. Ademas, segun la linea de investigacion que sustentaba nuestros movimientos, el movil de toda la historia no habia sido otro que robar la momia y llamar la atencion. No iba a dejarme presionar en ese sentido, si teniamos prisa era por la dimension publica que el caso habia adquirido, no porque existiera riesgo de nuevas muertes.
Asi se lo dije al comisario Coronas; pero la firmeza con que lo hice no me libro en absoluto de su desabrida reprimenda.
– Petra, esto no puede seguir asi, aunque no haya otros crimenes, con dos ya tenemos mas que suficiente para que se haya organizado un circo en toda regla. Y encima usted sabe que pasamos sobre arenas movedizas: la Iglesia, un apellido conocido en la sociedad barcelonesa…
– Senor, estamos haciendo lo humanamente posible.
– Pues no es esa la sensacion que se tiene. ?Ha leido los periodicos? Por culpa del juez ahora estamos en el punto de mira con mucha mas virulencia. Tanto es asi, que he pedido al juzgado que levante el secreto del sumario y la prohibicion de informar a ese periodista en beneficio de la investigacion. Pero a mi todo esto me importa un cuerno, ?comprende?, un cuerno; lo que de verdad esta haciendo dano es la imagen policial que estamos dando. Esto dura demasiado ya. ?Por lo menos al principio me pedia operativos especiales! ?Que pasa ahora, a que viene semejante paron?
– Senor, usted ha seguido los informes dia a dia y sabe en que punto exacto estamos.
– Si, lo se, y me parece un punto muerto.
– Pero no lo es. ?Como decirlo? Estamos en un caso con contexto historico y hemos recurrido a procedimientos de investigacion historica para resolverlo; pero eso lleva tiempo, claro esta. La historia es cuestion de siglos; logico es pues deducir que nuestra metodologia se desarrolle con cierta lentitud. En realidad hemos escogido un sistema idoneo para el caso.
– ?Eso significa que si estuvieramos investigando el asesinato de un corredor de formula 1 iriamos a toda leche?
– No, senor, hablo en serio; piense en las largas misiones de los arqueologos, en todos los anos que se invirtieron en descifrar la piedra Rosetta.
– ?Cielos, Petra!, ?quiere que esto se convierta en «el eterno caso del 2008» y que sea dentro de tres generaciones cuando encuentren al culpable? No me imagino a quien podra entonces inculpar el juez.
Que hiciera chistes sobre la situacion me tranquilizo bastante. Y no me equivoque, despues de masajearse varias veces los ojos en un gesto muy suyo, dijo por fin:
– ?Sabe que le digo? Quiza no seria mala idea que le contara todo eso a Villamagna y que el se lo soltara a los periodistas. Por lo menos tiene cierto argumento de novela; seguro que les gusta y nos dejan un rato tranquilos.
– ?Y el juez?
– ?Me la sopla el puto juez! Ya nos ha creado bastantes problemas. Voy a ir a verlo ahora mismo. Usted haga lo que le digo.
Habia salido con bien del encontronazo; lo cual demuestra que el viejo adagio «Se saca mas lamiendo que mordiendo», encerraba sabiduria y razon.
A Villamagna aquella historia de los metodos arqueologicos le parecio una especie de copla pasada de moda.
– ?Joder, Petra. Le estais echando un morro a la cosa…! Te aseguro que yo soy un plumilla y se me planta delante el portavoz de la poli con ese cuento de la piedra Rosetta y lo mando a…
– ?No me digas donde lo mandas, ahorramelo! Al fin y al cabo son ordenes del jefe; de modo que tu veras.
– ?Hostias! Primero el rollo psiquiatrico, ahora el historico. Me veo diciendo a los colegas de la prensa que informen sobre oceanografia o sobre setas venenosas.
– Bueno, tio, pues asi van haciendo cultura las masas, ?o el que lee la cronica de sucesos siempre tiene que estar instalado en lo cutre?
Se fue muy poco convencido, pero asegurando que por el no iba a quedar. Yo suspire profundamente. Bien, sorteados los escollos internos durante un tiempo, llame a Garzon.
– Vaya usted a la Biblioteca Balmesiana y supervise un poco lo que estan haciendo los dos eclesiasticos. No me gustaria nada que estuvieran perdiendo tiempo en cosas no demasiado fundamentales.
– ?Y usted?
– Yo ire a echar una mano a Sonia y Yolanda. Quiero ver como llevan el asunto de los Caldanas.
– ?Y no podriamos hacerlo al reves? Usted se maneja mejor en asuntos culturales y yo la supero en el pateo callejero.
– Es posible; pero con lo nerviosa que me ha puesto el comisario, no seria capaz de encerrarme ahora en una biblioteca.
– Usted manda.
Las chicas estaban en el barrio del Carmelo. Segun me contaron, habia alli una familia Caldana cuyo patriarca era albanil. Quede con ellas en la Teixonera y las invite a entrar en un bar.
– ?Como vais?
– ?No ha leido los informes?
– Muy por encima.
– Llevamos un monton de Caldanas sin que haya nada que resenar.
Yolanda cargaba con un ordenador extraplano en el bolso y lo coloco sobre la mesa, junto a su vaso de coca- cola. A su vez, Sonia saco una libreta bastante usada y le espeto:
– No hace falta que enchufes eso, mujer; que yo ya lo llevo todo apuntado. Son ganas de gastar bateria.
Por primera vez estuve de acuerdo con su criterio. Empezo a pasar paginas llenas de anotaciones. Mire con detenimiento a las dos jovenes policias. Debian haberse levantado muy temprano, porque tenian aspecto descuidado y no se habian pintado los ojos como era su costumbre. En el fondo me hicieron gracia, tan jovenes, tan lindas, las dos con los problemas personales propios de su edad, su vida privada y sin embargo, preocupandose por una maldita momia, por inquinas y venganzas provenientes de una epoca de la que no debian ni tener noticia. Yolanda saco conclusiones frente a mi.
– Si no hace falta ni mirar nada, inspectora, que yo ya me acuerdo. Sospechoso lo que se dice sospechoso, nada nos lo ha parecido. Eso si, hay tres familias de Caldanas que tienen hijos jovenes. Estan aqui consignadas las direcciones por si usted quiere volver e interrogarlos. Y de todos los Caldana de la lista nos faltan cuatro por visitar. Asi que usted nos dice como quiere que lo organicemos.
– Perfecto. Sonia y yo nos vamos a ver que pasa con esos jovenes. Tu sigues visitando a los que faltan de la lista.
– A sus ordenes, inspectora -exclamo Yolanda muy imbuida de su papel.
De repente se me ocurrio preguntarles:
– Estais un poco cansadas, ?verdad?
Me miraron con curiosidad y se miraron luego entre ellas. Les parecia sorprendente que el monstruo que habitaba en mi se hubiera retirado cuatro pasos dejando entrever un rostro humano. Aun asi tomaron sus precauciones. Pude distinguir el gesto que Yolanda le hacia a su companera como diciendo: «Tu mejor quedate callada».
– Es que todo esto, inspectora, resulta un poco duro de pelar. Estamos trabajando sin saber muy bien hacia donde vamos. Otras veces, aunque hagas la parte pelmaza de la investigacion, tienes unos datos en la cabeza que te ayudan a comprender para que sirve lo que estas persiguiendo, pero aqui… no se, todo este rollo de la momia, que si la parten en dos trozos, que si la parten en tres, que si el asesino en serie, que si la venganza familiar… No se, inspectora, lo cierto es que no entendemos un carajo. Ya se que nosotras no tenemos por que controlar todas las partes del caso, pero de verdad le digo que no hay dios que se aclare con esta historia.
– A lo mejor te consuela saber que yo tengo exactamente la misma impresion que vosotras.