– ?Idiota!
Tito se acerco a ella y la cogio por un tobillo y tiraba, riendose.
– ?Suelta, asqueroso, sueltame…! – gritaba Mely, agitando los brazos, para no hundir la cabeza.
Vino Fernando por detras y salto a las espaldas de Tito, hasta sumergirlo del todo. Mely, ya libre, miraba el forcejeo inestable de Fernando y adivinaba al otro debatiendose por debajo del agua.
– ?Eso es! ?Tenlo un rato! ?Por idiota! En seguida Fernando salio disparado hacia arriba, y aprecio la cabeza de Tito, entre espuma.
– ?Me alegro! ?Te esta bien empleado! – le dijo Mely, mientras el respiraba tratando de recobrar todo el aire perdido.
Se volvio de repente.
– ?Fernando, Fernando, que te va por detras…!
Se amasaron en una lucha alborotada y violenta; un remolino de sordos salpicones, donde se revolvian ambos cuerpos y
– ?Santos! – grito -. ?Sebastian! ?Que se van a hacer dano! ?Venir!
Acudieron los otros y en seguida la lucha se deshizo. Ahora Tito y Fernando se miraban agotados, jadeantes y tosiendo, sin poder hablar; se frotaban el cuello y el pecho con las manos.
– ?Joroba! – les dijo Santos -. ?Os las gastais de aupa! Fernando lo miro de reojo y levantaba el dedo, senalando a Tito, pero aun no podia decir nada.
– A pique de haberse ahogado alguno de los dos – comentaba Paulina-. Parece que no sabeis lo que es el agua.
– Venian metiendose conmigo – dijo Mely -; pero les ha salido el tiro por la culata.
Por fin Fernando pudo hablar:
– Ese… las gasta siempre asi… No sabe la medida de las bromas…
– ?Fuiste tu el que empezaste! ?Me iba yo a quedar quieto?
– Yo no te tuve casi nada. ?Tu si que eres un chulo piscina, que querias hacerselo a Mely!
– ?No vais a reganar ahora por esto? – terciaba Sebastian.
– Si es que este tio es una bestia – protesto Fernando -. No tiene ni nocion. ?Pues no se me pone a pelearse en el agua? Asi claro que las pasamos moradas los dos y ya no hay forma de separarse, por la congoja que te entra de que quieres sacar la boca a toda costa y respirar… ?El tio atontao…!
– Mira, Fernando, vamos a dejarlo, si tu quieres – dijo Tito-. Mas vale que te calles.
– ?Pues no! ?No me callo!
Se acerco a Tito y le gesticulaba contra el pecho.
– Tiene razon Fernando – dijo Mely. Sebas se interponia entre los dos.
Tito miro hacia Mely, resentido.
– ?Si, senor! – reforzaba Fernando -. Ademas, no me vuelvas a dirigir la palabra en todo el dia.
– Descuida, hijo, ni tampoco en un mes – dijo Tito. Y ponia una cara triste y se dio media vuelta y se alejaba hacia la orilla, ayudandose por el agua con las manos.
– ?Naturalmente! – dijo Fernando hacia los otros. Paulina miraba a Tito alejarse y decia con pena:
– Mira tu que bobada…! No se por que teniais que renir esta manana, tan a gusto que veniamos todos… Meter la pata y nada mas.
– Eso el. A mi no me lo digas.
– Claro que si – dijo Mely -; fue el imbecil de Tito el que…
Santos la interrumpia:
– Pues tu tampoco no malmetas a nadie. Siempre te gusta meter cizana; parece que la gozas.
– Yo no meto cizana, ?sabes? Tito me vino a molestar. Y a mi ni ese ni nadie me pone las manitas encima, ?te enteras?
– Bueno, hija, bueno – cortaba Santos -; a mi no me grites. Yo no entro ni salgo. Alla vosotros.
– Pues por eso.
Fernando y ella se apartaron.
– Esta esta cada dia mas tonta – le decia Santos a Carmen-; se lo tiene creido.
– Ya te lo he dicho yo. No es la primera vez. Siempre se cree que andan todos a vueltas con ella. Y ademas es lo que la gusta; lo esta deseando.
– Es una escandalosa. Y una repipi como la copa un pino. No la aguanto, palabra.
– Ni yo.
Se reunieron con Luci, Paulina y Sebastian.
– ?Venga, a formar el corro como antes!
– Llamar a Tito, oye – dijo Luci.
– Dejarlo; ese ya no viene. Se ha cabreado.
– ?Pero con nosotros?
– ?Pobre chico! – decia Lucita -. No lo debiamos de haber dejado marcharse asi.
Y lo buscaba con los ojos por toda la orilla. Ahora el Buda aquel gordo estaba alli con su hija y enjabonaban al perro Oro, que se debatia entre sus manos.
Fernando y Mely se habian alejado aguas abajo, hacia Miguel y su novia. Pero ya el agua les tocaba por los hombros y Mely no se atrevia a pasar mas alla.
– ?Ali! – gritaba -. ?Alicia!
Contesto Alicia con un grito jovial, agitando la mano.
– ?Cubre ahi, donde estais?
– ?Si, cubre un poco! – contestaba Alicia -. ?No vengas si te da miedo!
– ?Di que no, Mely! – dijo Miguel -. ?No os de reparo de venir; asi os soltais!
Mely denego con la cabeza y le decia a Fernando:
– Yo no voy, tu; tengo miedo cansarme. Luego grito de nuevo hacia Alicia y Miguel:
– ?Oye, venir vosotros! ?Os tenemos que contar una cosa!
– Cotilla – dijo Fernando -. ?Ya se lo vas a soltar todo entero? Pues vaya cosa importante que van a oir.
– Tonto, si es nada mas para que vengan. Fernando se sonreia:
– Si, si, para que vengan… Eres, hija mia, de lo que no hay. En cuanto se te antoja eres capaz de poner en movimiento a media humanidad. Pero, hija, luego tienes ese don, que le caes en gracia a la gente, y uno no puede por menos de aguantarte las cosas.
– ?Ah, si? – decia ella afectando un tono reticente-. ?Tantas cosas me teneis que aguantar?