Pero Faustina cogio la cesta y se la queria colgar del antebrazo:
– Hagame usted el favor de quitar esto de aqui, Esnaider. Va a conseguir que me incomode.
Schneider soltaba siempre la misma carcajada medida. Recibio la cesta en las manos, pero en lugar de colgarsela, le levantaba la servilleta y aparecieron los higos, todos iguales y muy bien ordenados en circulos concentricos. Cogio con dos dedos el que estaba en el medio de todos y se lo ofrecia a Faustina, protocolariamente:
– Usted prueba, Faustita, ese higo suculento que yo tengo mucho gusto de ofrecer a usted.
Hacia un gesto caballeresco, como quien lleva guantes, y movia el higo arriba y abajo, marcando sus palabras.
– Ni Faustita ni nada
– Usted come higo y luego dice como es.
– No me hace falta probarlo para saber que estara muy riquisimo. De antemano ya lo se yo que ha de ser cosa buena, puro almibar, como todo lo que usted cria en ese huerto.
Miraba el higo mientras lo pelaba. Anadio:
– Y ademas no hay mas que verle la cara y como da la piel. Lo que no se es de que le sirve a usted tener ahi unos arboles tan hermosos y tan bien atendidos como los tiene, si luego va y no hace mas que regalar todo lo que recoge.
Y volvia a reir. Luego Faustita se llevaba el higo a la boca y el la miraba en suspenso.
– ?Cuidado que es atento este senor! – decia Lucio, senalando con la sien al pasillo.
– No me hables. La ha cogido con la perra de estarnos agradecido, desde aquello del pleito de la casa, y se presenta aqui con un regalito cada lunes y cada martes.
– Pues ?vaya con el hombre!
– Gente que son asi. Por lo que sea. La educacion que les hayan dado en su pais. Que se yo. Que se creen obligados a estarte eternamente agradecidos, por una nada que uno se ha molestado en su favor. Bien buena gente que son, pobrecillos, lo mismo el que la mujer. Despues de la canallada que les hicieron con la unica hija que tenian, que era como para estar amargados ya para siempre y aborrecer a una nacion entera.
– Algo he oido. ?Que fue concretamente?
– Un crimen que no se puede ni contar. Un sinverguenza de Madrid que se fue con ella y
– Me doy cuenta.
– Toma, pues igual que si se lo hicieran a mi Justi, Dios me libre. De lo que es eso, tan solo puede darse cuenta el que tenga una hija, y tenga solo esa, como el y como yo. ?No me comprendes? Por eso yo me hago la idea y me percato muy bien de lo que tiene que haber sufrido este pobre aleman. Y la resignacion que se precisa para llevarlo como lo llevan los dos.
Lucio miro hacia el suelo y asentia. Hubo un silencio. Mauricio hablo de nuevo:
– Ahora, eso si, tiene un huerto que es un autentico capricho. El tio debe de saber un rato largo de injertos y esas cosas. Bueno, tu ya lo has visto; si pasas en este tiempo, los arboles que tienen. Todos tan cuidaditos, todos con su papel untado de liga, para que no le suban las hormiguillas a comersele la fruta, ?eh?
– Ya; ?parecido a nosotros…!
– Desde luego; por la otra punta. Ejemplo debiamos de tomar en muchas cosas; sin que se quieran poner comparaciones. En eso mismo que tu dices, ya ves, del agradecimiento.. – Que nada, que son otras costumbres, no hay que darle vueltas; que es otra educacion muy distinta la que tienen. Y la perseverancia para todo. Aqui todo lo hacemos por las buenas, a tenor del capricho momentaneo. Y manana ya estamos cansados.
– Claro, es un teson y una constancia que aqui no lo hay. Hay otras cualidades, tampoco vas a negar; pero de eso de un dia y otro y pun pun y dale que te pego… de eso nada, fijate, ni nocion. Aqui no hay nada de eso; la ventolera y listo el bote.
– Bueno, y lo mismo que son para el trabajo, pues igual las amistades. La misma cosa tienen. Ya ves tu, que aqui hasta ridiculo parece, este hombre que te viene con ofrendas y con regalos todos los dias, y eso solo porque nosotros declaramos a favor en el pleito que tuvo; como era de razon ademas y sin faltar a la justicia de los hechos para un lado ni para otro, no te vayas a creer, cuando querian quitarle la casa. Que el mejor dia se va a pensar la gente por ahi que nos tiene comprados o poco menos.
– Di que eso no es mas que el hombre, pues que se debio de creer, como es logico, que porque esta en un pais extranjero, iba a tener a todo el mundo en contra suya y a favor de la parte del que es oriundo de aqui. Y al ver que no, que habia quien a pesar de todo sacaba la cara por el, pues se ha visto movido al agradecimiento; y es natural que pase asi.
– Pero tu no te vayas a creer que yo tenia de antes amistad ninguna con el. Lo conocia, eso si, de verlo para aca y para alla, que ya son unos cuantos anos los que lleva en San Fernando. Pero los buenos dias por la manana y sanseacabo. Otro conocimiento no teniamos. Asi que cuando tuve que declarar, lo hice por simple justicia, no creas que por amistad. Lucio miro al ventero fijamente; le dijo:
– Pero tu ya sabias lo de la hija, cuando aquello del pleito. ?A que ya te lo habian contado?
– ?Que? Si, hombre; si eso hace ya lo menos ocho anos que paso. ?Por que sacas eso ahora?
– Por nada. Porque seria lo que acabase de ponerte decididamente del lado del Esnaider, pese a que no te dieras cuenta; segun te he oido que hablabas hace un momento.
Mauricio se cogia con los dedos el labio inferior. Reflexionaba; luego dijo:
– ?Eso es lo que tu piensas? Pues ni siquiera me acorde. Miraba hacia la puerta y anadio:
– Pero tampoco quiero asegurarte una cosa ni la contraria. Vete tu a saber. Cualquiera sabe por que hacemos las cosas.
Lucio hablo lentamente:
– Yo jamas he creido en eso de obrar las personas con arreglo a la mera justicia. Al fin y al cabo no hay mas justicia que la que uno lleva dentro – se senalaba el pecho con el indice-; y hasta los que proceden desinteresadamente, date cuenta, hasta esos, tienen siempre, aunque parezca dificil, algun motivo escondido, de la clase que sea, para inclinarse a obrar de una manera, mejor que de la otra. Mauricio lo miraba; contesto:
– Pero eso si que no lo podemos saber, ni tu ni yo ni nadie.
– Pues mas a mi favor, entonces.
Caminaban aguas abajo, entre los grupos de gente.