– ?Esas fichas, a ver! ?Ya estan aqui los puntos! ?Que pasa, senor Esnaider? ?Dispuesto a la pelea?

– Esto mismo – le contestaba.

A Coca-Cona el borde del marmol le tocaba en la parte mas alta del pecho, y apenas le asomaban los hombros por encima de la mesa, con aquella cabeza sin cuello, incrustada en el torax. Los dos brazos nadaban sobre el marmol, revolviendo las fichas.

– Las dos mas altas juegan juntos – dijo. Entraba un individuo con mono azul grasiento y la frente sudada. Saludo.

– ?Hoy tambien? – le preguntaba Lucio.

– Hoy tambien, senor Lucio. Ni domingos. Ahora mismo be dejado el camion.

A Schneider le toco con don Marcial.

– Sientate ahi, Carmelo – decia Coca-Cona -. Veras hoy estos, adonde van a ir.

Manolo restregaba el zapato contra el cemento del piso. Luego le dijo al ventero:

– Pues yo, con su permiso, voy a pasar.

– Bueno, hombre; haz lo que quieras. Cuando hubo salido Manolo, Mauricio decia:

– Que elemento.

– Vaya, la tienes cogida con el chico. Es una cosa corriente. Nadie aguanta a los yernos asi como asi. Aunque fuese mas bueno que San Antonio.

– ?Nada de San Antonio! Este tio es un piernas. Un cursi de aqui a Lima. Yo no lo puedo ver delante, te lo juro, con esa jeta de yeso que exhibe el gacho.

– Pues ya vera como se lo agradece – le dijo el chofer -, el dia en que le den un nietecillo y lo vea usted correr por aqui. Mauricio le puso un vaso:

– ?Por aqui? Lo que es como saliera a su padre, poquito abuelo me parece que iba a tener esa criatura. Vaya una alhaja que seria. Cosa de ver.

– Es que sacas hasta mal corazon. Aborrecer asi de antemano a una pobre criatura que no esta ni siquiera encargada. El seis doble le habia tocado a don Marcial.

– Ahi va eso – decia, poniendolo en la mesa con un gesto de asco, como quien deposita alguna cucaracha. Coca-Cona examinaba su juego:

– Se te contesta rapido.

Schneider colocaba las fichas muy delicadamente, pero Coca-Cona pegaba unos fichazos como disparos de escopeta.

– ?Ahi esta el firme! – gritaba despues.

– ?Pero que firme? – le dijo don Marcial-. Hasta los firmes de la casa te vas a cargar tu, con esos golpes. ?No te es lo mismo pegar mas suavecito?

– ?Como iba a ser lo mismo? ?Vale el doble, una ficha bien pegada! Os tenemos comida la moral y por eso protestais.

Schneider reia y colocaba su ficha, discretamente.

– Y usted no se ria; que ahora mismo lo voy a hacer pasar. En esta vuelta que viene.

– Esto yo dudo – contestaba el otro, revisando su juego-. No creo que yo va a pasar.

– Pues ya lo va usted a ver.

Carmelo se divertia con Coca-Cona y lo miraba, como muy satisfecho de tenerlo por companero en la partida.

Pero luego, al cerrarse la mano, Coca-Cona rompio a grandes voces:

– ?Caguen la mar! ?Ya metiste la pata, alma mia! ?En que estaras pensando? ?Que no te enteras! Si ves que a pitos estan ellos, pues pon la septima, cono, aunque sea, antes que abrirlos el juego otra vez. ?Para que te hacia falta la septima de cuatro, a estas alturas? Como no la estuvieras conservando para la vuelta que viene… Si es que pretendes ser demas de listo ya. ?Te pasas! ?Cencerro! ?Alobao…!

– Eh, tu, que ya esta bien – cortaba don Marcial -. Cuidado que tienes mal perder. ?A que le insultas a Carmelo? Eres igual que las mujeres, que siempre se aprovechan de que son debiles para faltarle a todo el mundo; de ahi sacan ellas la fuerza. Pues tu lo mismo. Te atreves a reganarle a Carmelo porque sabes que no te puede cascar, porque eres una jodia rana entumecida que no tienes ni media bofetada.

– ?Una rana, una rana! ?Menea ya las fichas y callate, administrador! ?Yo soy una rana en seco, pero tu eres un sapo enjugado, ya lo sabes!

– Chss; asunto profesion no te metas. Ya sabes que no me hacen gracia las bromas sobre este particular.

– Venga; yo salgo – cortaba Coca-Cona-. ?A cincos! Marco un fichazo seco contra el marmol.

– ?Y que hay de vuestra boda, Miguel? – pregunto Sebastian.

Miguel estaba tendido, con el antebrazo derecho sobre los parpados cerrados; dijo:

– Que se yo. No me hables de bodas ahora. Hoy es fiesta.

– Pues tu estas bien. No se yo que problema es el que teneis. Ya quisieramos estar como tu novia y tu.

– Ca, no lo pienses tan sencillo.

– Pues la posicion que tu tienes…

– Eso no quiere decir nada, Sebas. Son otros muchos factores con los que tiene uno que contar. Uno no vive solo, y cuando en una casa estan acostumbrados a que entre un sueldo mas, se les hace muy cuesta arriba resignarse a perderlo de la noche a la manana. Eso aparte otras complicaciones, que no se yo, un lio.

– Pues yo no es que quiera meterme en la vida de nadie, pero, chico, te digo mi verdad: yo creo que uno en un momento dado tiene derecho a casarse como sea. O vamos, comprendeme, a no ser que tenga responsabilidades mayores, por caso, enfermos o cosa asi. Pero si es solo cuestion de que se vayan a ver un poquito mas estrechos, ?eh?, economicamente, yo creo que hay que dejarse de contemplaciones y cortar por lo sano. Que les quitas un sueldo con el que han estado contando hasta hoy; bueno, pues ?que se le va a hacer! Todos tienen derecho a la vida. Y tambien, si te vas, es una boca menos a la mesa. Por eso te digo; yo que tu, no se las cosas, ?verdad?, pero vamos, que respecto a la familia, me liaba la manta a la cabeza y podian cantar misa. Mi criterio por lo menos es ese, ?eh?, mi criterio.

– Eso se dice pronto. Pero las cosas no son tan simples, Sebastian. Desde fuera nadie se puede dar una idea de los tejesmanejes y las luchas que existen dentro de una casa. Aun queriendose. Las mil pequenas cosas y los tiquismiquis que andan de un lado para otro todo el dia, cuando se vive en una familia de mas de cuatro y mas de cinco personas. No creas que es cosa facil.

– Si eso ya lo sabemos, pero con todo eso hay que arrostrar.

– Que no, hombre, que no; prefiere uno fastidiarse y esperar el momento oportuno.

Alicia bostezo, dandose con los dedos sobre la boca abierta. Miro hacia el rio. Luego le dijo a Sebas, moviendo la cabeza hacia los lados:

– No le hagas caso, Sebastian. Dejale. Lo importante no son las razones, este o aquel motivo. El quid de la cuestion esta en lo que mas pueda para uno. Uno esta siempre propenso a disculparse en aquello que mas tira de el. Lo que se habla por la boca no obedece mas que a eso. Y para todo se encuentra explicacion.

Sebas le dio a Miguel en el brazo:

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