– Si; tu vete a sacarlas por el parecido y veras el barrigazo que te pegas.
– Pues mira, con solo que alguien se atuviese a los escarmientos, uno que no hiciese nada de lo que uno hizo, no te creas tu que no se quitaba ya unos pocos de golpes, el que fuera.
Ahora Mauricio asentia sonriendo.
– Eso ya si. O sea, tomarte a ti de modelo, pero a la inversa, el reves de la medalla. Ahi me parece que estas mas razonable.
– ?Eh? – dijo Lucio a los otros-. ?Que les parece? En cuanto que uno se echa barro encima, ya esta conforme. Pues mira, Mauricio, me estaba refiriendo a lo mal que lo he pasado, y nada mas, no te confundas. Pero una cosa es decir que aquel camino es malo, porque alli te salieron los perros, y otra cosa es arrepentirse de haber tirado por el. Ahi la cosa cambia, la verdad.
– Maldito caso no le haga, senor Lucio – corto el Chamaris -. Mas bien, que nos ponga la espuela, como es su obligacion, que hay que irse marchando – miro a los carniceros-. ?Eh?
– Si, si – dijo Claudio -; nos vamos todos.
– ?Ya?
Mauricio llenaba los vasos.
– A ver. Nos estan esperando por causa la cena – contesto el Chamaris -. ?Que se cree usted? Usted como no tiene familia y ademas es cuerpo santo, capaz de pasarse el dia entero sin meter nada solido por esa boca, ya se figura que todos podemos practicar lo mismo. Pero no.
– La familia que cenen y que se acuesten – dijo Lucio -. Los domingos se hicieron para esparcirse un hombre. Un hombre vuelve a casa cuando acaba con los cuartos; antes no.
– Menos este – intervenia el carnicero bajo, senalando al Chamaris -. Este no puede hacerlo. Dejelo usted que se retrase nada mas diez minutos o un cuarto de hora; y ya vera que pronto me le mandan emisarios, se presenta aqui la chiquita a por el, como este mediodia – se volvia al aludido -. ?Es asi o no es asi, muneco?
– ?Y con eso? Cuando lo hacen sera porque lo echan de menos a uno; porque no se sepan privar de mi asistencia. Como debe de ser. Y mejor para mi; no como otros, que contra menos paren por casa, mas desahogada y mas tranquila se les ve la mujer, por no tener que estarlos aguantando a lo largo la jornada.
– Pues esa es la libertad del matrimonio, ?si no, cual? – le dijo el otro -. Ni mas ni menos. Mira, tu llevas pocos anos todavia, sois un par de guayabos, como el otro que dice, pero ya lo sabras, ya llegaras a ello, no te apures; alcanzareis esa epoca tambien.
– Igual le halaga – terciaba Claudio riendo -. A este, hoy por hoy, capaz hasta de halagarle,, todo eso de que lo manden a llamar y papa que te vengas y esas cositas.
– Ya lo creo que le halaga, ?se mea de gusto! – exclamo el otro carnicero -. No hay mas que mirarlo a la cara. Pero ya; dejate que se pasen los anos, tampoco hacen falta muchos, nada mas que ella empiece a ponersele pureta, veras, veras como evoluciona. Entonces, carino, todo el que tu quieras, pero dejarlo a uno tranquilo, ?sabes? En cumpliendo uno con la casa, ya tan amigos, en paz. Y si no, al tiempo.
– ?Vaya, por Dios! – dijo Lucio -; ya quieren ustedes desbaratarle aqui al amigo la felicidad conyugal.
– ?Nosotros? ?Ca, buen cuidado! Eso ahora si que no hay quien se lo desbarate, a este. Donde hay una mujer joven, ?buh!, no hay fuerza humana que sea capaz de quitarle la ilusion. Es que ni esto.
– A buena parte viene – reforzaba Claudio -. Si que no anda el poco empicado con su Rosalia. Estas el primero, si te crees que lo vas a quitar de alli por nada.
Protesto el Chamaris:
– Ya vale, ?no? Ya creo que llevo bastante rato sirviendoles de tema a la conversacion general. Por hoy, ya me habeis destripado suficiente; a ver si cambiais. Ademas, hay que irse. Cobreme, Mauricio, tenga la bondad.
– Si, hombre, tiene razon; lo dejaremos que descanse hasta manana.
– Nueve cincuenta me debes.
El Chamaris se buscaba los dineros entre las hojas de un bloc espiral, de tapas amarillas muy rozadas. Coca-Cona seguia hojeando el ABC dominical.
– Estan cantando ahi dentro – le decia Carmelo a Mauricio, con una chispa en las pupilas, y orejas atentas hacia el pasillo y el jardin.
– Ya lo oigo.
Devolvio al Chamaris los dos reales que sobraban. El hombre de los z. b. miraba al suelo y tenia la mano izquierda en el pirulo de la silla donde Lucio estaba sentado.
– Tamanana – saludo el Chamaris. Con el salian los dos carniceros.
– Adios.
– Buenas noches, senores.
– Hasta manana.
– Adios.
Salieron hacia el camino anochecido.
El alcarreno habia continuado su argumento:
– Asi que ya le digo, don Marcial; aparte bromas ahora, que muchas veces me dan pensamientos de liar el petate de una vez y marchar para America con la familia.
El pastor le decia:
– ?Adonde no iras tu?
– ?De pico a todas partes! – grito Coca-Cona -. Con los pies a ninguna.
– Calla, canijo, de una vez. ?Es que no vais a ser capaces de sostener una conversacion en serio?
– ?Jajay, en serio! Con lo que salta ahora – se reia el tullido-. Ahora pretende que le tomemos en serio sus proyectos de irse para America, ?que te parece? Menuda seriedad. Para mondarse de risa.
– ?Y tu que sabes?
– Ah, no lo se. No me lo cuentes. Pues casi nada. ?Me lo vas a decir a mi?, que te vengo ya oyendo lo mismo no se los anos ya; desde que te conozco llevas con esa historia. ?Quien quieres que te haga ya caso, alma mia? ?Tu te has embarcado ya para America mas veces que el mismo Cristobal Colon!
– Eso tampoco no quiere decir nada – terciaba don Marcial-; las cosas las estamos rumiando durante mucho tiempo, hasta que se maduran. Y el dia menos pensado, catapum, las ponemos en practica.
– Ya, ya, el dia que haga bueno. Antes salen andando mis patas, date cuenta, con todo lo pesaditas que estan, que este tio menearse de aqui ni dar un paso. Fantasia, eso es lo unico que tiene; pura imaginacion que le anda bailando en la azotea.
– Eso es – asentia el pastor -; el cerebelo que tiene, nada mas, que se conoce que no le para de rebullir y rebullir, como si fuera un avispero. Y el unico que le concede algo de credito es el; pero a los demas ya no nos engatusa con ese cuento de lo embarcado, que nos lo sabemos ya todos de memoria. Se va a ir este ni cuenta que lo fundo.
– Pues, hombre, no se niega que muchas veces no son mas que cosas que se piensan por un desahogo, para dar salida a las preocupaciones – contestaba el alcarreno -. Pero tampoco son meras chifladuras. ?Y quien te dice que algun dia, a fuerza de venga y de darle en el mismo agujero, no hagamos el buraco de verdad? A saber si no os llevais el gran chasco, todavia. Por eso yo que vosotros no lo andaria jurando mucho, por si acaso.
– ?Como me llamo Amalio que te entierran aqui! ?Verdad, usted?
– Ni media palabra – asintio Coca-Cona -. ?Quien lo duda? De eso firmaba yo un documento ahora mismito. Se reian:
– Sabeis mucho vosotros. Mas que Lepe, quereis saber, por lo que veo. Pero a mi no me conoceis en todavia. Que no me conoceis; os lo digo yo.
– Nada – intervino don Marcial-; que andan con ganas de apretarlo esta tarde,
