apreciaran bien los dibujos. Las camisas eran la oferta estrella y estaban revueltas en un expositor. Fredrik saco las suyas del carro y las dejo alli y se quedo mirando el resto de las que habia y entonces me vi impulsado a decirle desde detras de las toallas: «Se quien eres. Eres Fredrik Christensen y te voy a coger, pero primero voy a coger a la enfermera Karin».
Una vez dicho esto me quede con las ganas de haber dicho algo mas, de soltar un poco del veneno que me habia subido a la garganta, pero era mejor ser escueto y frio y dejar que su mente trabajara.
Exactamente como me habria ocurrido a mi, se quedo paralizado unos segundos, sin reaccionar, sin saber donde mirar a pesar de que la voz le habia llegado por detras. Debia de llevar demasiado tiempo sin recibir ningun susto y con la guardia baja. El problema es que me costo trabajo girar el carro por esa tendencia que tienen los carros de los supermercados de irse hacia un lado, quiza deberia haberlo abandonado alli, pero no reaccione a tiempo y cuando me di cuenta lo tenia a unos metros. Venia detras, no queria volverme para que no me viera la cara, pero sentia que era el, y lo supe con certeza cuando al apretar el paso tambien lo apreto el, su carro sonaba como un tren descarrilando. Tambien el mio, corria lo que podia para escapar de su enorme zancada, aunque yo tenia la ventaja de que mi cabeza no sobresalia, de que podia desaparecer entre los tambores de detergente. Asi que abandone el carro donde pude y me escondi tras una montana de libros. Oi alejarse el traquetear de su carro y me escabulli hacia la salida. Me meti en el coche y espere mientras me limpiaba el sudor y me serenaba. Aun no habia llegado el momento de tomarme la pastilla de nitroglicerina que siempre llevaba en el bolsillo de la camisa.
Tardo casi una media hora mas en salir, metio la compra en el maletero (por lo que se veia ni por un suceso de este calibre pensaba romper su programa) con la cara desencajada y una mirada despiadada. Me sentia mas dueno de mi que nunca. Haria las cosas a mi manera. Me dejaria llevar por la intuicion y la experiencia. Yo estaba en el fin del mundo y cuando llega el fin del mundo ya nada vale lo que valia antes. Seguramente no era prudente el paso que acababa de dar, pero por otro lado queria sacarle de sus casillas y que se pusiera en movimiento, y en cualquier caso, lo hecho hecho estaba.
Ahora debia ser prudente y seguirle a mas distancia porque aunque no me conocia podria detectarme como una presencia non grata.
Subimos al Tosalet, pero no fuimos a Villa Sol, sino a otra villa, a unos trescientos metros, que no tenia nombre, solo el numero 50. Aparque bastante mas abajo y cuando vi que a la hora no salia, me marche. Teniendo localizado este lugar seria cuestion de poco tiempo enterarme de quien vivia aqui. Con toda seguridad, uno de ellos.
Sandra
A las seis, Fred no habia vuelto del centro comercial y Karin empezo a preocuparse. No habia forma de localizarle. No tenian movil. Ninguno de los tres haciamos mucho caso del telefono. Por mi parte cuando una tarjeta se me acababa tardaba siglos en comprar otra, me parecia una manera absurda de tirar el dinero que no tenia. Y ellos no se habian acostumbrado a las nuevas tecnologias, tampoco usaban ordenador. Asi que me parecia mal marcharme dejando a Karin en esta situacion de incertidumbre y continue con el jersey. Cada vez iban saliendo mejor, mas iguales todos los puntos. Y a pesar de lo preocupada que estaba Karin por Fred, de cuando en cuando se agachaba a mirar como lo llevaba.
A eso de las seis y media nos metimos en la casa. Y algo mas tarde le abri la puerta al chico ancho de cuerpo de la otra noche, llamado Martin, que llevaba la misma camiseta negra sin mangas, vaqueros y zapatillas desgastadas, y al delgaducho, la Anguila, que le daba mucha menos importancia a la ropa y al
Menos mal que enseguida llego Karin. Vino del salon a la puerta de la calle con una rapidez pasmosa.
– Ya me ocupo yo -dijo.
Y se los llevo hacia la salita-despacho que habia en la misma planta baja y donde de pasada habia visto una mesa con papeles, una maquina de escribir de las de antes y libros. Alcance a oir que les decia que Fred estaba tardando mas de la cuenta y que estaba preocupada.
– Ayudan a Fred con las cuentas y los recados -dijo refiriendose a la visita cuando volvio a la cocina, donde yo no sabia que hacer, porque de pronto me encontraba metida en unas vidas que ni me iban ni me venian-. Dicen que esperemos un rato mas antes de salir a buscarle. A veces Fred se encuentra con alguien, se pone a hablar y se le pasa el tiempo volando.
Luego se cogio la cabeza con las manos, no en plan dramatico, sino para pensar mejor. Unos debiles bucles, recuerdo de los que debieron ser hermosos bucles dorados, le cubrieron los dedos.
– Si a Fred le ocurriera algo seria el fin, ?comprendes?
Si, podia hacerme una idea, pero en estas ocasiones es mejor no ahondar y no dije nada. En cuanto a mi, aguantaria un poco mas porque de marcharme ahora no podria dormir tranquila. No era tan facil entrar y salir de las situaciones como si nada. Desde fuera todo se veia de otra manera, del mismo modo que mi hijo dentro de mi las veria de una forma completamente fantastica.
Y cuando por fin Fred abrio la puerta con la llave y entro con las bolsas de la compra senti un enorme alivio como si me importase mucho, cuando en realidad no me importaba casi nada. Karin tiro las agujas a un lado, se levanto y literalmente corrio hasta Fred. Yo lleve las bolsas a la cocina mientras ellos hablaban en su lengua. Como no entendia ni patata me centre en la entonacion. Primero Karin expreso el logico alivio combinado con alegria. Fred dejo salir su voz neutra tirando a monotona y grave, lo que estaba contando era importante, no era una tonteria como que se te pinche una rueda. Karin escuchaba en completo silencio y luego contesto con sorpresa y tambien con alarma. Su voz habia recuperado la fuerza. Estaba claro que tenian un problema.
Sobre las nueve convenci a Karin de que necesitaba estirar las piernas y de que me iria dando una vuelta hasta la moto que habia abandonado en la plazoleta hacia mil anos. Fred seguia con sus ayudantes o quienes quiera que fuesen los visitantes en el despacho o lo que quiera que fuese aquella habitacion.
Baje todo lo despacio que pude las curvas que conducian al nivel del mar, nunca me perdonaria darme un golpe. No se por que habia salido de la casa de los Chris-tensen con mas miedo del que habia entrado, un miedo vago, inconcreto, miedo a todo. ?Que haria Karin si se quedaba sola y le daba un ataque de artrosis? Yo aun me podia permitir el lujo de valerme por mi misma, de ser autonoma. Cuando el nino viniera ya veriamos. Creo que el destino o Dios o lo que sea me puso a Karin en el camino para que le viera las orejas al lobo y para que supiera apreciar lo que ahora tenia, juventud y salud y un hijo en marcha.
Ya no volvi a verlos en varios dias.
Julian
En cuanto entraban en Villa Sol y cerraban el porton metalico ya no se oia nada desde fuera, y yo me marchaba al hotel. Cenaba algo por los alrededores, respiraba el aire fresco de la noche, a veces incluso me sentaba un rato en una terraza a tomarme un descafeinado y a contemplar los cuerpos semidesnudos de la gente, los ombligos, las espaldas, las piernas. Me gustaba porque no iban desnudos del todo, y me subia a mi cuarto sin una idea muy clara de como salir de este