temprano acaban teniendo algo especial, pero estas lo habian tenido enseguida, casi al primer golpe de vista.

El hombre que estaba ante la cancela tendria unos ochenta anos, quiza mas, y parecia que necesitaba descansar, asi que le hice pasar al porche. Dijo que le gustaba mi casita. Dijo «casita» como si yo fuera un gnomo o una princesa. Seguramente no se fijo bien en mi. Hablaba con acento argentino, lo que aun suavizaba mas sus maneras, ya de por si muy correctas. Aproveche que el hombre queria alquilar la casa para ensenarsela y estar un rato hablando con alguien. Desprendia la sensacion de pulcritud de los ancianos enjutos. Tenia los ojos claros, o se le habian puesto claros con los anos, tambien puede que con los anos se le hubiese rebajado la estatura para quedarse como yo, a dos centimetros del uno setenta. Mientras le ensenaba la casita me entro una gran angustia al pensar que estaba perdiendo el tiempo, un tiempo precioso en que otros estaban acabando carreras universitarias, acumulaban experiencia en el trabajo y se hacian jefes, escribian libros o salian en la television. No se, no se como me habia dejado llevar hasta llegar aqui sin haber hecho nada de provecho, salvo la criaturita que llevaba dentro, y ni siquiera eso lo habia hecho yo. Yo era la portadora, la encargada de traerlo al mundo, y por lo menos eso queria hacerlo en condiciones y por eso enseguida, nada mas enterarme de que estaba embarazada, habia dejado de beber y fumar, y aunque muchas veces me habia tentado la idea de fumarme un pitillo a la luz de la luna de este sitio en el culo del mundo, pesaba mas la responsabilidad.

Le dije que veria la posibilidad de que mi hermana le alquilara la casa, pero no tenia ganas de llamar a mi hermana, no queria hablar con ella, no queria que me sermoneara y me recordara que no podia vivir en plan provisional constantemente. No queria que me preguntara si regaba las plantas o si ponia la lavadora y si cuidaba la casa.

Antes de marcharse, me dijo que se llamaba Julian abanicandose con el sombrero. Y yo, Sandra, dije. Sandra, repitio. Y entonces me dijo que habia sido muy amable con el y que me cuidara porque el mundo estaba lleno de peligros que no dan la cara hasta que los tenemos encima y que ocurriera lo que ocurriera siempre pensara antes en mi integridad fisica. Luego me pidio disculpas por ser tan alarmista y dijo que le recordaba a su hija cuando tenia mi edad. Me senti un poco extrana porque me hablaba como si me conociera, como si supiera algo de mi que ni yo misma sabia, pero se me paso la extraneza cuando pense en lo mayor que era y que pertenecia a una epoca en que las mujeres eran menos independientes y que tendria que considerar lo que decia desde su experiencia.

En cuanto la visita se fue, saque de la bolsa de plastico de Calvin Klein que usaba para ir a la playa la revista con la biografia de Ira. Afortunadamente se habia secado sin que se emborronase la tinta.

Julian

Aparque el coche en el mismo lugar de la vez anterior, en el entrante de tierra, y me adentre por aquella calle tan estrecha y tan colorida, a la que ya estaban llamando los demonios. En la casita de la chica daba el sol de plano, resultaba brillante y alegre, en el tendedero habia colgada ropa blanca. Se oia musica, lo que significaba que ella estaba dentro. Toque el timbre que habia al lado de la verja y espere. A los dos minutos volvi a tocar. Y por fin salio al pequeno jardin. Iba en biquini y se le podian ver mejor los tatuajes, pero yo desvie la vista de su cuerpo, no queria que pensara que era un viejo verde, porque ademas habria sido una impresion completamente falsa, nunca me han tentado las mujeres mas jovenes que yo, como nunca me han tentado los Ferrari o las mansiones; mi mundo tiene unos limites y me gusta que los tenga. Me parecio que se decepciono al verme, tal vez esperaba a alguien, ?quiza esperaba a Fredrik? No lo creia, no creia que se pudiera decepcionar por no ver a alguien de mi quinta.

– Perdone que la moleste. Me han dicho que alquilan esta casa.

– Pues le han dicho mal. Ni se alquila ni se vende.

Tenia el pelo de varios tonos, que iban del rojo al negro y el pelo mas largo por unas partes que por otras. Llevaba tambien un pequeno pendiente en la nariz. Tenia ojos pardos verdosos y nariz aguilena, y el sol, al darle de frente, hacia que su mirada pareciera ligeramente ironica. De haber tenido su edad me habria enamorado en ese mismo momento de ella. Me recordaba a Raquel de joven, su forma simple y directa de ver la vida y a la gente.

– Si, es una pena porque es una casa realmente bonita, es la que mas me gusta de toda la calle. Mi mujer me ha insistido en que viniera a verla.

Miro a mi alrededor como buscando a una mujer invisible.

– Se ha quedado en el hotel, no se encuentra bien. ?No sabra usted de alguna casa parecida a esta que este en alquiler?

Me quite el sombrero panama y me abanique con el sin sentir autentico calor, lo hice por alargar el momento y no marcharme sin mas. Y dio resultado, porque abrio la verja.

– Puede pasar y sentarse, le traere un vaso de agua. Aun hace calor.

– Por curiosidad, ?cuantas habitaciones tiene?

– Tres -dijo desde dentro. Luego se oyo el chorro del agua y algun ruido mas.

– Aqui se esta muy bien -dijo tendiendome el vaso-. Todo el dia saliendo y entrando en contacto con la naturaleza. Ya ve, los arboles, las flores, el aire, el sol. Es lo que mas me conviene en estos momentos.

Se notaba que tenia los problemas tipicos de la edad, no saber que hacer con la vida, el miedo a la soledad y la energia.

– Gracias por permitirme sentarme. Me tomo una pastilla para el corazon que me baja mucho la tension.

Me dijo que me entendia muy bien porque ella al poco de llegar aqui se mareo en la playa y lo paso fatal. Arranco una camiseta del tendedero y se la puso encima.

– Estoy embarazada de cinco meses.

De cinco meses, pense para mi, esto lo complicaba todo. ?Como iba a meter a una embarazada en este berenjenal? Me levante dispuesto a marcharme como si ya hubiera descansado lo suficiente.

– ?Adonde va? -dijo alegremente-. Si la casa le gusta voy a ensenarsela.

La segui adentro, al piso superior. Si, tenia la barriga abultada, redondeada. El ya lejano embarazo de Raquel me conectaba de alguna manera con el de esta chica, algo sabia yo de esas cosas, no me sonaban a chino. No tuvo inconveniente en que le echase un vistazo a su cuarto con la cama revuelta. Parecia verlo todo normal, natural. Hablaba, decia que se encontraba en esta casa como en un monasterio y que habia venido a aislarse y reflexionar sobre su vida. Yo no preguntaba, era mejor que ella contase lo que quisiera.

– Antes no le dije la verdad. Esta casa es de mi hermana y la alquila por temporadas. Puede que el verano que viene este libre. Si quiere hablo con ella.

Le dije que de acuerdo, que tambien yo se lo comentaria a mi mujer.

– Mi nombre es Julian -le dije estrechandole la mano-. Si no le importa me pasare por aqui en otro momento.

– Sandra -dijo ella sin sonreir, pero sin estar seria. De algun modo, no necesitaba sonreir para ser agradable-. Venga cuando quiera.

Y anadio con cierta preocupacion:

– Antes iba algunos dias a la playa con unos amigos, pero han desaparecido, han dejado de venir sin darme ninguna explicacion.

Debia de referirse a Fredrik y Karin, lo que junto con lo del hotel significaba que mi presencia les habia puesto muy nerviosos.

– No se preocupe, volveran.

– Bueno, son mayores, quiza alguno haya enfermado.

– Tambien eso es posible -dije, tanto para ella como para mi mismo.

Nada mas llegar al hotel pensaba llamar a mi hija para decirle que por fin habia encontrado una casita ideal para nosotros dos, de momento no estaba libre pero seguramente lo estaria en verano. Y tambien le diria que mi estancia aqui se iba a alargar unos dias mas de los previstos. Ella insistiria en venir hasta aqui para vigilar que no hiciera ninguna locura, pero yo le diria que seria mejor ahorrar ese dinero para el alquiler de la futura casa. Y por supuesto me callaria lo de la suite, no porque deseara disfrutarla yo solo, sino porque en esta situacion una suite

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