Imagine a Fred y Karin aturdidos por el baile teniendo que asimilar la noticia de que yo estaba espiando por la tapia. Yo tambien esperaba con los brazos cruzados y el casco en la mano. Se comportaba como un portero de discoteca, como un guardaespaldas, como un vigilante de seguridad. Hoy llevaba traje y corbata y el pelo estirado detras de las orejas. Por fin cerro el movil.
– Te llevare a Villa Sol y esperaremos a que lleguen ellos.
El chico cuadrado llamado Martin salio de dentro y le entrego unas llaves. No tenia animo para discutir, solo queria secarme, ver un poco la television y acostarme.
Lo de llevarme era un decir. La moto la conducia yo y el iba sentado detras con el paraguas abierto. Cuando llegamos saco unas llaves del bolsillo y abrio la verja y la puerta de entrada. Me quite la mochila de la espalda y deje que resbalara hasta el suelo.
– No se te ocurra sentarte mojada en el sofa -dijo adivinando mis intenciones.
Seguia sin ganas de discutir. Recogi la mochila y subi al que consideraba mi cuarto, el de las florecillas azules. Debajo del almohadon continuaba como yo lo habia dejado el camison de saten. La ropa de la mochila tambien estaba humeda, solo se salvaba una camiseta, asi que me puse el camison. Sabia lo que podria parecer, pero me daba igual. Igual. De perdidos, al rio.
– No se que pretendes. A mi no me enganas. Y ellos acabaran descubriendote, no te creas que son tontos.
Esta fue su reaccion ante el espectaculo que yo ofrecia bajando la escalera. Me miraba apoyado en la pared, con los pies cruzados. Con el traje negro y el pelo mojado y estirado para atras debia reconocer que no estaba mal. Y de pronto esta impresion me desconcerto. El camison me quedaba demasiado bien, incluso ajustandoseme a la barriga, se resbalaba en la zona de los pechos, los tirantes se caian. Era ese tipo de ropa que usan las mujeres que no quieren andarse con rodeos.
Como respuesta di una vuelta sobre mi misma haciendo ondear la falda.
– Piensa lo que quieras menos que pretendo seducirte, porque la cagarias.
Me miro con desprecio infinito, aunque yo sabia, me lo decia el instinto, que le gustaba mas de lo que el quisiera. No podia evitar fijarse en los tatuajes. Era el tipico fetichista. Uno de esos tios en los que empiezas a descubrir cosas y cosas y mas cosas hasta que ya no lo puedes aguantar. Decidi que no me incomodase y fui a la cocina, sus pasos, los pasos de unos zapatos nuevos, me seguian. Abri el frigorifico y me puse un vaso de leche, lo calente en el microondas y empece a bebermelo despacio sentada en el sofa y viendo la television. Ahora lo sentia detras de mi. La ropa le olia a mojado.
– ?Quien te ha dado permiso para usar esa ropa?
– No lo necesito, es mia.
– Claro, en la mochila llevas esas cosas.
Sentia algo de frio pero aguante hasta que el se marcho a la sala-despacho, que tambien abrio con llave, entonces cogi un chal de Karin y me lo puse encima. Olia a ella, a su perfume, lo que me produjo una sensacion ligeramente desagradable porque no era como cuando me ponia un jersey de mi madre. Aunque no me entendiese con mi madre, su olor era tan familiar como la cena de Nochebuena, pero el olor de Karin en mi cuerpo en el fondo me repelia.
Cuando tuve bastante sueno, me lo quite y sin decir nada subi a la habitacion y me acoste. Al principio me mantuve alerta porque el cuarto no tenia pestillo, luego me relaje. Alberto seria una anguila, pero nada mas.
Me quede dormida como un tronco pensando que seguramente Alberto tambien queria ser el nieto favorito de los noruegos, hasta que el ruido de la puerta de la calle al abrirse y cerrarse me desperto. Hubo un cruce de palabras y bostezos en voz baja. Dude si debia salir o si seria peor para todos porque tendriamos que hablar de lo sucedido y nos desvelariamos. La verdad es que no sabia que hacer. Fui descalza hasta el hueco de la escalera y vi marcharse al majadero de Alberto. Y vi a Karin con el precioso vestido blanco con suaves plumas en el escote que en ella quedaba como un disfraz. Y sobre todo vi que Fred llevaba un uniforme que habia visto mil veces en las peliculas de nazis, con gorra y todo, y que le hacia todavia mas alto y marcaba aun mas sus rasgos ya de por si graves. Le sentaba mejor que a ella el vestido. A Alice le pegaba mucho montar fiestas de disfraces para sus amigos a la antigua usanza, cuando el mundo era elegante y las mujeres se vestian de largo todas las noches.
Me meti en la cama y apague la luz tratando de volver al sueno, y al rato les oi subir la escalera cansinamente. Habria un momento, pense, en que ya no podrian subirla y tendrian que habilitar la salita-biblioteca como dormitorio y hacer la vida abajo. Seria mucho mas practico, pense mientras se me cerraban los ojos. Pero antes de que abandonara este mundo del todo, oi que se abria la puerta de mi cuarto, que unos pies descalzos se acercaban a mi cama y que unos ojos me miraban un rato y luego se iban V cerraban la puerta. ?O estaba ya sonando?
Por la manana me estaban esperando en la cocina, Karin aun en camison y Fred arreglado de pies a cabeza para acudir a alguna cita, con pantalones gris claro y chaqueta azul, zapatos brillantes y los pomulos y los pabellones de las orejas mas relucientes que nunca. Aun estaba de pie tomandose el ultimo sorbo de te.
– Creiamos que no te gustaba esta casa ni nosotros por la forma en que te marchaste el otro dia. A la francesa, decis vosotros, ?no? -dijo Karin sonriendome de un modo que hizo que me avergonzase.
Pero su marido la corto y no tuve tiempo de dar ningun tipo de explicacion.
– Me alegro de que estes aqui, asi podras hacer compania a Karin.
Mi cara de desconcierto le desconcerto y nos quedamos mirandonos fijamente. Mi pregunta era: ?compania?, ?durante cuanto tiempo?
– Tengo que marcharme de viaje y no quiero dejarla sola. Seran un dia o dos -dijo, y se quedo pensativo-. Por supuesto se te recompensara debidamente. Te vendra bien algo de dinero para la llegada del bebe.
– Pero sobre todo -intervino Karin- me haces a mi un gran favor. Aqui estaras bien, no te faltara de nada.
Me parecia buena idea ganar dinero, para variar. Era mejor que sonar con una improbable herencia.
– Viene una empleada a diario para hacer las faenas de la casa. Tu solo tendras que ocuparte de hacer algunas compras y de estar conmigo. ?Podras conducir el todoterreno?
– Sin problema -dije.
La presencia de Fred no me molestaba. Era silencioso y amable, aun asi me parecia que la casa se aligeraria sin el; por otro lado no me agradaba responsabilizarme por completo de Karin, ?y si se ponia enferma? Tal vez este habria sido el momento ideal para preguntar por que no habian dado senales de vida durante estos dias, pero crei que ya lo sabia, querian que fuese yo la que viniera a ellos porque de lo contrario seria que no me interesaban lo suficiente. Dudarian de hasta que punto querria estar con una pareja de ochenta para arriba.
Mientras me entregaba a la lana y las agujas, mientras intentaba llegar a la perfeccion de Karin, Karin trajo de la salita-biblioteca papel y sobres y se puso a escribir unas cartas. Iba a ser su cumpleanos y queria celebrarlo. Bajo las gafas de cerca se iba desplegando parsimoniosamente una letra muy bonita, que parecia aleman, sin tener ninguna idea de como seria el noruego, la verdad.
– ?Sabe aleman? -pregunte contando los puntos.
Karin se quito las gafas para mirarme mejor.
– Un poco. Un poco de aleman, un poco de frances, un poco de ingles. Soy muy vieja, se algunas cosas.
– Ayer estaba muy guapa con el vestido blanco, la vi en la fiesta de Alice -dije para que mi espionaje dejase de ser tema tabu.
– Si, ya se que estuviste mirando. Yo tambien me habria asomado si hubiese podido subirme de pie encima de una moto -dijo riendose.
Me limite a sonreir porque cada vez me parecia mas exagerada la importancia que se le daba a aquel acto completamente inocente y mas ahora con la distancia y la luz del dia.
– Lo que no entiendo es por que no llamaste. Ya conoces a Alice.
– Yo tampoco lo entiendo, fue una tonteria. Creo que no queria ser una intrusa, interrumpir, llegar a una fiesta donde no he sido invitada.
Por el gesto de Karin entendi que la explicacion la habia dejado totalmente satisfecha. Y a mi tambien me dejo satisfecha.
Aproveche ese momento para decirle que me habia olvidado las pastillas para las nauseas abajo (empezabamos a llamar «abajo» a la casa de mi hermana) y que tenia miedo de marearme. En el fondo me