morir en paz. ?Que habria pensado hacer Salva con ellos? Me habia dejado en herencia el objeto pero no el objetivo. Durante los ultimos anos de su vida, Raquel me decia, cuando me sentia tentado de hacer lo que estaba haciendo ahora, que me habia quedado desfasado, que las cosas funcionaban de otra manera, que habia otros medios de investigacion y que me quedara en casa. Pues bien, yo era consciente de que nadie contaba conmigo y de que nadie se acordaba de mi ni de mis servicios, mis antiguos companeros estaban como yo o aun peor y los novatos creian que habia muerto, el mundo estaba en otras manos y yo tendria que hacer las cosas a mi manera.

Fue uno de aquellos dias cuando al regresar al hotel por la noche me salio al paso el conserje de la gran peca en la mejilla. Me miraba asustado y me pidio que me sentara en unos sillones que habia en el vestibulo. Algo malo ocurria.

– ?Se trata de mi hija? ?Le ha ocurrido algo?

Hizo un gesto negativo con las manos y me tranquilice. Si mi hija estaba bien, no podia ser tan grave.

– Ha sucedido algo alarmante en su habitacion…, esta destrozada.

Le escuchaba con los ojos bien abiertos.

– ?Mi habitacion?

– Si, su habitacion. Han entrado y lo han revuelto todo. Tambien han rajado el colchon y la funda del silloncito. Tenemos cajas de seguridad. Si traia algo de valor con usted habria sido mejor que alquilara una.

Seguramente era el aplomo con que me lo estaba tomando lo que le hizo pasar del apuro a la reganina.

– El hotel no puede asumir este tipo de descuidos.

– No tengo nada de valor, si se refiere a dinero, joyas o algo asi.

Habia dejado de mirarme como a un anciano indefenso, trataba de ver mas alla de las arrugas y la decrepitud.

– Ya, y… ?drogas?

No me rei del comentario porque acababa de darme cuenta de que Fredrik me habia descubierto y habia ordenado que me asustaran. No sabia como, pero despues de lo del supermercado habia dado conmigo. Y mas alarmante todavia era que Fredrik no estaba solo, o al menos no rodeado solamente de viejos, el no podria haberlo hecho, se necesitaban fuerza y rapidez para algo asi.

– Creo que quienes hayan hecho esto se han equivocado de habitacion, no encuentro otra explicacion - dije.

El conserje me pidio disculpas y me propuso cambiar de cuarto. Podia tomarme una copa en el bar mientras trasladaban mis cosas a otro piso. Acepte pensando que lo que debia hacer era cambiarme de hotel, aunque bien mirado volverian a dar conmigo. Seguramente habrian encontrado el expediente que habia sacado de mis archivos personales. Afortunadamente me habia metido en el bolsillo de la chaqueta el recorte del periodico y las dos unicas fotos que tenia de ellos de jovenes. Ella vestida de enfermera y el en camiseta haciendo gimnasia.

Me sente en la barra de la cafeteria y me pedi un descafeinado pensando que al haber sido descubierto por Fredrik la situacion habia cambiado por completo y, lo que era mas temible, Fredrik estaba mas despierto de lo que yo suponia. Y ademas tenia gente con el, y yo estaba solo. ?Serian capaces de matarme?

A la hora volvio el de la peca para decirme que ya habian trasladado el equipaje, pero que podia pasar por el antiguo cuarto para comprobar que no hubieran olvidado nada.

– Es la primera vez que ocurre algo semejante en este hotel. Perdone las molestias. Lo sentimos muchisimo.

Le hice un gesto con la mano para que terminara de disculparse, me incomodaba que se sintiera culpable.

– No se preocupe, los viejos somos un blanco facil -dije sacando la cartera del bolsillo inutilmente porque no me permitio pagar.

En la habitacion solo quedaba el estuche de las lentillas y uno de los dos cuadernos con notas, el otro lo tenia en el coche. No era extrano que no lo hubiesen visto con tantas cosas como habia por el suelo. La almohada, la funda de la almohada, el relleno de los cojines rajados y del colchon, las mantas del armario, los pequenos frascos de gel y champu del cuarto de bano, los cajones del escritorio, unos cuadros baratos y las botellas y bolsas de frutos secos del minibar. Tambien la radio-despertador. Querian que me diese cuenta de que venian por mi.

– ?Vaya! -dije-, se han confundido, no hay ninguna duda.

– De todos modos, compruebe que no le falte nada. Manana el detective del hotel tendra que hablar con usted, espero que no le importe.

En compensacion por el susto me habian trasladado a una suite del ultimo piso. Era una pena que mi pobre Raquel no pudiera disfrutarla. Habia un salon con sillones y sofas y una gran terraza con plantas tropicales de enormes hojas desde la que se veia algo del puerto. Tambien Raquel habria disfrutado mucho de la banera con hidromasaje y de las flores, la cesta de frutas y la botella de champan. Sin embargo, estaba contento de que mi hija no me hubiese acompanado, porque asi solo tendria que cuidar de mi mismo. Respire al ver el expediente revuelto con camisas y pantalones. Los matones de Fredrik no lo habian descubierto.

– Que disfrute de su estancia. Si necesita cualquier otra cosa, mi nombre es Roberto.

Le dije a Roberto que se llevara el champan, que se lo bebiera con su mujer porque yo no debia probar el alcohol. Roberto sonrio y dijo que enviaria a una camarera para retirarla.

Repase las cerraduras de la puerta y de la terraza y la manera de reforzar la seguridad. Mientras estuviera dentro, seria muy dificil que me atacaran por sorpresa. El problema lo encontraria al volver de la calle.

Fredrik pensaria que tras el suceso del hotel me marcharia corriendo a mi casa. El mensaje estaba claro, podrian rajarme como al colchon y los cojines. Podrian pisotearme como a los cuadros. Y no es que tal posibilidad no me diese miedo, es que no tenia nada que perder, mientras que el retroceder a estas alturas me suponia un gran cansancio mental. Si me mataban, lo sentiria mucho por mi hija, no queria hacerla sufrir, pero tambien era cierto que estaba escrito que moriria bastante antes que ella y que por tanto en algun momento tendria que sufrir por mi perdida. Asi que decidi dormir a pierna suelta y practicamente lo consegui. Me despertaron unos tibios rayos de luz que cruzaban la suite.

De todos modos, no pensaba hacer locuras. Dadas las circunstancias dejaria respirar a los Christensen al menos por hoy. Con el nuevo dia se me habia ocurrido otro objetivo mejor, me acercaria por la casa de la chica del mechon rojo.

Era sabado a eso de las once. Hacia sol, aunque no abrasador. El verano iba remitiendo. Antes de salir de la habitacion decidi no dejarme bloquear por la cantidad de tecnologia que el enemigo pudiera estar usando y recurrir a los viejos trucos de toda la vida. Colgue en el pomo el cartel de «No molestar» para asegurarme de que no entrara la camarera y a continuacion coloque unos papelillos transparentes, cortados del celofan que envolvia la botella, entre la puerta y el cerco y entre la puerta y el suelo, que irremediablemente se moverian o se caerian cuando se abriera la puerta. Ya no tenia tiempo de ponerme al dia, de intentar ser mas sofisticado, tenia que ser yo mismo, un carcamal que no podia contar ni con su propia gente.

Sandra

Cuando pasaba alguien por el sendero, cuando venia el cartero o los empleados del agua o de la luz, cuando alguna motocicleta machacaba los guijarros y la tierra, se revolucionaba la fantasmal vida del vecindario. Y seguramente el hombre del sombrero panama que se paro ante mi casa y llamo al timbre no sospechaba que no estaba interrumpiendo ningun tipo de actividad, sino una pura y simple inactividad que me adormecia. Interrumpio pensamientos del tipo tendria que estar cosiendo algo de ropita para el nino e interrumpio mis ganas de estar y no estar con nadie al mismo tiempo. Tambien interrumpio el pensamiento de ?quien me iba a decir hace nada que me iba a acostumbrar a este par de abuelos extranjeros? Por supuesto estaba pensando en Fred y Karin, que llevaban varios dias sin dar senales de vida desde que sali de Villa Sol. Seguramente alguno habia caido enfermo o se habian marchado de viaje o habian venido familiares a verlos que les habian cambiado su ritmo de vida. Se me pasaban todo tipo de cosas por la cabeza. Tenia que admitir que los echaba de menos. Era una tonteria, porque no significaban nada para mi, y aun asi dejaba de regar si oia las ruedas de un coche sobre la gravilla de la entrada. Sus caras se me habian fijado, quiza porque tenian algo fuera de lo corriente. Todas las caras tarde o

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