Y luego agregue en plan confidencial:
– ?Ha habido alguna novedad?
– No, que yo sepa. Bueno…, el detective quiere verle.
Sin consultarme, Roberto cogio el telefono, informo de que yo estaba ahora mismo en el hotel y colgo.
– El detective se llama Tony y le espera en el bar. ?Ha comido ya?
Asenti pensando en si debia o no subir a la habitacion a coger las pastillas.
– Entonces puede aprovechar para tomar cafe.
Me sacudi el sombrero en la pierna, que desprendio algo de arena, y fui hacia el bar.
Roberto debia de haber hecho una buena descripcion de mi persona porque, al entrar, un chico robusto, que en un par de anos seria gordo, vino hacia mi, me tendio la mano y me condujo a una mesita, un velador, diria Raquel, con una lamparita encendida a pesar de que era de dia, lo que no impedia que el bar estuviera siempre en penumbra para crear un clima de intimidad.
– Sentimos mucho el incidente del otro dia en su habitacion.
– Bueno, son cosas que pasan.
Tony empunaba una botella de cerveza en su fuerte mano. Yo me pedi un cafe, muy bueno por cierto, y mientras lo saboreaba, Tony volvio a pedirme disculpas. Demasiadas disculpas en conjunto. Llevaba una chaqueta que parecia que se le iba a rajar por la espalda cuando se encorvaba sobre la mesita velador.
– Llevo en esto mucho tiempo -dijo Tony mirandome fijamente con ojos algo saltones- y todo tiene siempre, y digo siempre, una explicacion.
Me quede pensando en esta frase con la taza en los labios.
– Hijo, entonces podra explicarme que ha ocurrido.
Creo que no le gusto que le llamase hijo, a mi tampoco me habria gustado, lo hice adrede para comprobar el grado de seguridad en si mismo. No tenia mucha.
– Aun no puedo, pero podre -dijo poniendose mas serio-. ?Lo vamos a tener por aqui mucho tiempo?
– Espero que si, por lo menos mientras haga buen tiempo.
– Me han dicho que cree que le han confundido con otro.
– ?No es lo mas logico? -dije.
– Tal vez -respondio, y se tomo un ultimo y largo sorbo.
Yo tambien di fin de la taza. Nos levantamos.
– Esperemos que no vuelva a repetirse -dijo.
Me parecio que la frase iba dirigida a mi y la recogi. Trato de recomponerse la chaqueta, de removerse dentro de su segunda piel. Rebusque a alguien de mi pasado que se pareciera a Tony y encontre a varios. No eran precisamente de Premio Nobel, pero lograban que el mundo acabara siendo tal como ellos lo veian.
Estaba casi seguro de que Tony habia hecho el destrozo de la habitacion por orden de Fredrik Christensen o que habia permitido que lo hicieran. Habia algo en el movimiento de los ojos que lo delataba. De camino a los ascensores le dije a Roberto que necesitaba cambiar de coche porque este no iba muy bien. Roberto asintio con gesto de haber barajado esta posibilidad. Ya no me miraba como el primer dia, me miraba con mas respeto e interes.
Tuve que usar una botella de agua del minibar para tomarme la medicacion, algo que me repateaba porque dentro del minibar todo era varios euros mas caro. Y cada euro de mas que gastaba se lo estaba sisando a la herencia de mi hija. Nadie nos iba a recompensar ni a ella ni a mi por este servicio. A nadie le importaba, habia otras cosas en que pensar, otros enemigos. Yo me habia quedado atras, en mi mundo, alli estaban mis odios, mis amigos y mis enemigos, y no tenia fuerza ni cabeza para nada mas. Y para ser sincero era la primera vez que no esperaba recompensa ni reconocimiento, era la primera vez que nadie se enteraria de si fracasaba o triunfaba, era la primera vez que la opinion de los demas me importaba una mierda, y me sentia libre.
Me eche la siesta y cuando me desperte atardecia. Ahora el sol se ponia un minuto antes cada dia, como mas o menos le ocurria a mi vida. Y un minuto era mucho tiempo. No me arrepenti de haber dormido mas de la cuenta, porque necesitaba descansar. ?Dios!, hacia tiempo que no me encontraba tan bien. Si no fuera por lo caro que salia el telefono habria llamado a mi hija para decirselo, pero una llamada lleva a otra y si un dia dejase de llamar ella se preocuparia, asi que preferia decirselo con el pensamiento. Mi mujer si que habia llegado a leerme el pensamiento, lo habia comprobado muchas veces, y solia decirme bromeando que tuviera cuidado con enganarla aunque solo fuera con el pensamiento porque podia leermelo, y yo lo creia a pies juntillas. Estaba convencido de que sus ojos negros eran capaces de penetrar hasta lo mas profundo de mi mente.
Dedique media hora a recorrer el hotel, la escalera normal, la escalera de incendios, la azotea, ascensores, puertas de servicio, cocinas, restaurante, recovecos, sotano. Me quedaban por ver la lavanderia, los lavabos de uso comun, examinar pasillo por pasillo y la despensa de la cocina. Si los huespedes supiesen lo deficiente que era el sistema de seguridad, saldrian corriendo en lugar de dejarse aqui sus ahorros, pero asi era la vida, unos sabian y otros no. Me haria un plano lo mas detallado posible y disenaria un plan de fuga adaptado a mis posibilidades. No sentia sueno, tenia tanta vitalidad que me eche a la calle. Refrescaba y la chaqueta no me molestaba nada en absoluto. Por un momento quise olvidarme de que era un viejo achacoso. El aire arrastraba olor a flores. Quiza era el momento ideal para acercarme por casa de Sandra y comprobar si ya habia regresado.
Conduje despacio disfrutando del momento de torcer por la calle estrecha e ir acercandome a la casita, pero tambien con el temor de no encontrar a Sandra, con el temor de no poder cruzar unas palabras con esta chica que podria ser mi nieta, una nieta enviada para poder entregarle solo las cosas buenas que me habia dado la vida. De todas las personas a las que habia conocido al llegar aqui solo ella me hacia sentir que me quedaba algo de vida por delante, que habria vida despues de Fredrik y Karin. El camino estaba casi oscuro y ni siquiera la casita tenia la luz del porche encendida. Una chica en su estado, esperaba que no le hubiese ocurrido nada. Por nuestra conversacion anterior habia deducido que no tenia amigos por aqui, sin embargo, ya se sabe como son los jovenes, los jovenes enseguida hacen amigos. Mientras pensaba cosas por el estilo me quede como atontado junto a la verja sin moverme, esperando que quiza de pronto se encendieran todas las luces, cuando oi a alguien detras de mi, creo que tambien senti una mano en el brazo y me estremeci aunque hice un esfuerzo para que no se notara.
– ?Es usted? -dijo Sandra.
Sandra, Sandra. Habia llegado. Estaba aqui.
– Me alegro de verte -dije tratando de disimular la alegria.
Mas que a Sandra, veia las sombras de Sandra. El pelo, los brazos, las sombras de unos picos cayendo sobre la sombra de los pantalones.
– Perdona que venga a estas horas, pero hasta hace un rato no he logrado hablar con mi mujer. Espero no haberte asustado.
Sandra se rio.
– No soy miedosa. Me he visto en algunas mas gordas que esta.
Volvio a reirse, aunque no parecia una chica que expresara su alegria con risas. Creo que lo hizo por mi, para que me sintiera comodo.
– Pase, no se quede ahi -dijo mientras abria la verja.
Luego abrio la puerta de la casa. Espere dando una vuelta por el jardincillo aspirando su olor y de pronto se encendio la luz del porche y las plantas se hicieron visibles. Sandra salio y se tumbo en una hamaca.
– Iba a ofrecerle una cerveza pero no tengo. No me ha dado tiempo de ir al supermercado.
– No te preocupes, prefiero no beber alcohol.
– Yo tampoco, desde lo del embarazo ni bebo ni fumo, y no lo llevo nada bien, estoy deseando volver a las andadas. Ahora me fumaria un pitillo bien a gusto.
Era una chica confiada, creia en su derecho a estar en el mundo sin que le ocurriera nada malo, sin que la agredieran ni se aprovecharan de ella. Seguramente no se le ocurria que las cosas pudieran ser de otra manera. Me sente en un lateral de la otra hamaca sin llegar a tumbarme.
– Bueno…, he venido por lo del alquiler de la casa, podriamos esperar hasta el verano que viene, si a tu hermana le parece bien.
– Hablare con ella, pero no ahora mismo. Ahora mismo no quiero agobiarme. No soportaria que me preguntara si ya he pensado que voy a hacer con mi vida.