– Mirala bien, por favor, ?no los reconoces?
– No se que tiene de gracioso decir que respetan mi espacio.
– Porque es una frase hecha, no te pega.
Cogi la hoja y me fije en la foto. Eran…, eran Fred y Karin. Me concentre para observarla mejor.
– Si, son ellos -dijo Julian-. Nazis, criminales peligrosos. Fredrik Christensen elimino a cientos de judios, ?comprendes lo que te digo?
Me quede perpleja. No sabia que pensar.
– ?Estas seguro?
He venido tras el. No quiero que se vaya al otro mundo sin reconocer su culpa, sin pagar de algun modo. Quiza sea el unico que siga vivo a estas alturas.
– ?Por que me lo dices a mi? ?Por que no se lo dices a la policia?
– Cuando llegue aqui pense precisamente eso, hacerlo publico, amargarles la vida, pero esa seria una pobre venganza, ahora creo que ellos pueden conducirme a mas gente. Tu entras y sales de su casa, no recelan de ti. Si no estuvieras embarazada, si no pudieras ser mi nieta y si no me sintiese como un sapo pidiendotelo, te pediria que me contaras que ves alli.
– No he visto nada especial y ademas… son mis amigos.
– ?Tus amigos? Ya te he dicho que no quiero que corras ningun peligro pero quitate eso de la cabeza, ellos no son amigos de nadie, son vampiros que se alimentan de la sangre de los demas y tu sangre les encanta, les da vida. Andate con ojo.
No nos tomamos el batido. Julian sabia muy bien donde hablar conmigo para que no nos viera nadie. Pareciamos la tipica pareja de joven y viejo medio ocultos entre los arboles. Ya tenia el telefono del hotel Costa Azul, donde estaba alojado, por si queria ponerme en contacto con el, pero que bajo ningun concepto fuera alli en persona, porque estaba vigilado y era peligroso. Lo mas sensato seria que desapareciera de las vidas de los Christensen y de la suya propia y que regresara a mi vida de siempre. Me rogo que por favor no cayera en la tentacion de contarles nada a mis amigos nazis, que aguantara las ganas de contarselo porque luego me alegraria.
– Toma -dijo tendiendome la pagina del periodico-, observalos con detenimiento.
La doble y me la meti en el bolsillo.
?Que sabia yo de Julian? No sabia nada de nada. Habia aparecido un dia por mi casa y ahora me decia estas cosas tan raras. Me lo podia creer porque los nazis habian existido y todo el mundo sabia que habia neonazis, flipados con la esvastica y todo eso, pero ?Fred y Karin? Los conocia, Karin me ponia un cojin en los rinones cuando me sentaba en mi sillon favorito. Era alto, tenia orejeras y reposapies. Me respetaban el sillon junto a la chimenea, que aun no se encendia, pero que cuando se encendiese seria muy agradable. Fred no hablaba mucho, cuando estaba se limitaba a salir y comprarnos pasteles, a servirnos el te, era Karin la que llevaba el peso del grupo. Karin me estaba ensenando a hacer punto, y a veces Fred recibia alguna visita y se pasaba un buen rato hablando. ?Y que tenia eso de particular?
Julian me habia inoculado el veneno de la duda. Me acababa de contar cosas terribles de mis amigos. Me habia contado que la enfermera Karin era una criminal sin escrupulos, habia ayudado a matar a centenares de personas para prosperar junto a su marido, condecorado por el propio Fuhrer. «?Sabes cuanto hay que matar para ser digno de una cruz de oro?» Me habia obligado a dudar de Fred y Karin y a dudar de el mismo. Ya no era el viejo bondadoso del sombrero blanco que siempre hablaba de su mujer, ahora no sabia quien era. Puede que esa esposa suya hubiese existido o no. Puede que ni siquiera le interesara alquilar la casa. No me gustaba que hubiese jugado conmigo. Por lo menos los noruegos no me habian mentido, tal vez no me habian dicho la verdad, era cierto que no me habian contado su vida, lo que tratandose de gente de ochenta y tantos no era normal, pero a dia de hoy los datos que tenia de ellos era lo que habia visto y oido y mis propias conclusiones.
Decidi no discutir con el. Lo mas sensato seria no preguntar y no querer saber mas. Lo mejor seria no dejar a este extrano hombre aqui tirado y acercarlo al pueblo y una vez alli regresar junto a Karin.
?Y
Tal como me temia, al llegar al gimnasio, Karin me estaba esperando enfurrunada.
Me disculpe diciendole que me habia quedado sin gasolina y cuando llegamos a Villa Sol subi al cuarto y guarde el recorte de prensa en el fondo de la bolsa en que habia traido la ropa.
Julian
Fui muy torpe con Sandra, la asuste, pero en algun momento tenia que abrirle los ojos, ya me habia paseado demasiado arriba y abajo, no podia quedarme esperando a que en algun momento alguna de las jovenes bestias de Fredrik me diera un golpe en cualquier esquina, y entonces ella no llegara a saber en que manos estaba. No habia tiempo que perder. Por una parte Sandra se habria puesto menos en peligro no sabiendo, pero por otra tampoco habria sabido contra que tenia que defenderse. Aun estaba a tiempo de salir corriendo y dejar todo esto atras y recordarlo como una de las cosas mas extranas que le habian pasado en la vida. Tal vez le serviria para juzgar en su justa medida lo que habia abandonado para venir aqui.
Mi eleccion, por el contrario, estaba hecha. Seguiria hasta el final, probablemente el mio, pero no me iban a quitar de en medio por las buenas. Eso si, me preocupaba mucho la cantidad de dinero que me estaba gastando y que tenia guardado, mas que para sobrellevar mi propia vejez, para la de mi hija. Tampoco mi mujer lo veria con buenos ojos. Solo habiamos tenido una hija, y Raquel decia que ya que no podriamos evitarle los disgustos y sinsabores propios de la vida, que por lo menos no tuviera muchos problemas de dinero. Y yo lo estaba gastando en una necesidad o en un capricho, segun se mirase.
Incluso al cambiar el coche de alquiler tuve que hacer un desembolso extra. En cuanto me entregaron el nuevo me embarque en otro seguimiento a Fredrik con cierta tranquilidad, por lo menos hasta que volvieran a descubrirme.
Lo segui comodamente hasta el parking del Nordic Club, lleno de relucientes coches de gama alta. Era la segunda vez que lo pisaba. Deje el mio en un lugar discreto y en cuanto vi que ya habia entrado Fredrik fui detras. Me habia quitado la chaqueta y habia envuelto con ella los prismaticos, pero me deje puesto el sombrero, que me daba un conveniente aire de extranjero. Contaba con que el portero me diera el alto y antes casi de que pudiese hablar dije que venia con Fredrik.
– Estaba aparcando el coche -dije a modo de explicacion.
Me tomo por su chofer o por un amigo, el caso es que me permitio el paso con toda naturalidad. En algun punto asomo la cabeza de Fredrik y me puse a buscarlo, pero sus largas piernas, que movia como si tuviese las plantas de los pies abrasadas, a la par que levantaba los hombros a cada paso, lo habian llevado fuera de mi alcance. Me asome a distintos salones y fue en uno de ellos donde lo vi hablando con un individuo que habia debido de ser muy fuerte y que ahora era gordo. Tenia los ojos claros y una buena papada y aun se le apreciaba un sablazo en la cara. Podria ser perfectamente Otto Wagner, fundador de la organizacion Odessa y ademas ingeniero, escritor y mas cosas, un cabron inquieto y aparentemente con buena salud, que seguro que no se contentaba con jugar al golf. Me apoye en la pared para tranquilizarme. Estaba emocionado y triste, aunque en mi estado la emocion era menos recomendable que la tristeza. Y al cabo de cinco minutos, gracias a unas cuantas aspiraciones profundas, logre quedarme solo con la tristeza. Me pesaba que estos monstruos disfrutaran de la vida como jamas llego a disfrutarla Salva, ni yo, ni Raquel, por mucho que lo intentara, ni siquiera mi hija. Me pesaban su lozania y sus ganas de vivir y pasarlo bien.
Los vi montarse en un cochecillo y alejarse sobre el cesped. El Nordic Club era una maravilla: porches con