– Tomate tu tiempo, no hay prisa. Por cierto, ?aparecieron tus amigos, los ancianos extranjeros?

Sandra se incorporo.

– Pues si, ahora mismo vengo de su casa. Fred se acaba de marchar de viaje y ella necesita que alguien le eche una mano y yo no tengo nada que hacer. Esa casa si que le gustaria. ?Menudo jardin! Piscina, barbacoa, cenador, arboles frutales. Tres pisos, sotano, invernadero.

– Demasiado grande para nosotros. Demasiado gasto en mantenimiento. Tendran muchos empleados.

– No se crea. Un jardinero y una asistenta que va por horas.

– ?Y tienen amigos? Estos jubilados de oro solo se relacionan con otros como ellos.

– Si, creo que si, pero tambien van jovenes por alli. Por lo menos dos espanoles se presentan de vez en cuando y hablan con Fred. Karin me esta ensenando a hacer punto, es muy agradable, muy comprensiva, se preocupa por mi.

– Es curioso -dije- que se puedan entender dos personas tan lejanas entre si.

– No se por que, todos somos mas o menos iguales.

?Como seria ahora Sandra de haber sido una victima de Fredrik y Karin? Me alegraba mucho que su alma no hubiese estado en contacto con nada semejante, que fuese generosa y que le abriese la puerta de su casa a un desconocido como yo, me alegraba que la maldad no la hubiese alcanzado.

– Manana tengo que ir al supermercado, ?quieres que te compre algo y te lo traiga? -dije-. En tu estado no deberias cargar con bolsas ni con peso.

– No se preocupe, lo mas probable es que vuelva dentro de un rato a Villa Sol y que manana me pase el dia banandome en la piscina. Si me da un telefono le llamare cuando hable con mi hermana.

Le di el telefono del hotel y el numero de la suite. Me arriesgaba a que les hablase de mi a los Christensen, pero por otro lado nuestros encuentros tenian muy poca relevancia para ser contados.

– A veces la gente no es lo que parece -le dije en un intento desesperado de que me leyese el pensamiento como habria hecho Raquel.

– Ahora me dira que usted es un satiro o algo parecido.

Medio me sonrei.

– Podria ser -dije-. Uno nunca sabe donde esta el peligro hasta que lo descubre.

Sandra me despidio con la mano y se metio para adentro bostezando. Llevaba unos pantalones anchos indios de seda y sandalias de tiras en los pies. Sandra no sabia en lo que estaba metiendose, yo tampoco, y me preocupaba. Con esto no habia contado, con que se cruzara alguien que necesitara proteccion.

Raquel se habria enfadado. No, se habria puesto furiosa. Me habria dicho que mi actitud era canallesca y que dejara en paz a esta chica, que no la involucrara, que ella no tenia por que ser una victima mas. Pero no es tan facil, Raquel, son ellos los que se la han llevado a su terreno, yo no la he metido alli, han sido ellos, y ella se ha dejado conducir como un cordero. Aunque era cierto que si no se enteraba de nada, si era completamente ignorante del tipo de gente con la que estaba tratando, el peligro seria minimo. Mientras Sandra viese a Fredrik y Karin fuera del infierno, le parecerian angeles en lugar de demonios. Y tal vez los angeles no existian, no existia el bien absoluto, pero podia asegurar que si existia el mal absoluto.

3 El veneno de la duda

Sandra

Tuve que llevar a Karin en el todoterreno a gimnasia. Lo llamabamos gimnasia por no llamarlo rehabilitacion. El gimnasio estaba en el centro, en la calle principal, donde era imposible aparcar, asi que la dejaba en la puerta y me iba a buscar sitio y a darme una vuelta. Al cabo de una hora volvia a recogerla preguntandome cuanto me pagarian por esto y tambien pensaba que Fred sentiria cierto descanso al descargarse de estas obligaciones. Aparte de la gimnasia, estaban las revisiones medicas eira comprar al centro comercial. Tambien le gustaban los mercadillos, buscar cacharros antiguos, ir a la peluqueria y dar un paseo junto al mar o por el Paseo Maritimo si no se podia por la playa. Le gustaba parlotear sobre su infancia en la granja noruega, sobre la belleza incomparable de su madre, sobre la belleza varonil de su padre y sobre la belleza de sus hermanos y de ella misma. Sobre la belleza del salmon que solian comer para cenar y la belleza de las luces en medio de la noche. Cuando se cansaba, me preguntaba por mi vida porque no soportaba el silencio. Yo tambien cai en sus garras, durante los dias que llevaba viviendo en su casa me iba acostumbrando a ella, y Karin no necesitaba hacer nada especial para que mi prioridad fuese contentarla.

A saber que se le antojaba hoy. La deje en la puerta del gimnasio, arranque y al llegar a la esquina un hombre me saludo quitandose el sombrero. Reconoci a Julian, el que queria alquilar la casa de mi hermana. Le hice un saludo con la mano, pero el se acerco al todoterreno.

– ?Puedo subir3 -dijo abriendo la puerta.

Me pregunto si me apetecia tomarme un batido. Habia descubierto un sitio en el Faro en que los hacian con frutas naturales. ?Que me parecia?, ?me arriesgaba a ir con el? Le dije que dentro de una hora en punto tendria que estar de vuelta, y nada mas decirlo me sono raro, como si no fuese yo misma, que llegaba tarde a todas partes. Fn ese momento me di cuenta de que no soportaria la mirada de Karin reprochandome que la hiciera esperar.

Nos pusimos en camino sin sospechar que a partir de ese momento Villa Sol no volveria a ser la misma, como si se hubiesen descorrido las cortinas del teatro y por fin hubiese una historia. No lo comprendi de golpe, de primeras no quise comprender, me asuste. Julian iba serio. Tenia el entrecejo fruncido, la mirada triste. Saco un recorte de prensa del bolsillo, tal vez fuese el anuncio de alguna otra casa en venta.

– ?Y su mujer? Nunca la veo-pregunte con la sensacion de que habia algo tirante o desagradable en el ambiente.

– Mi mujer fallecio, nunca ha estado aqui.

En ese momento pense que en cuanto bajasemos del coche de una sola patada en los huevos me lo quitaba de encima. Pense que de un solo empujon fuerte podria tirarlo y que tardaria tanto en levantarse que mientras tanto podria correr kilometros.

– Siento haberte mentido -dijo-, pero es mejor asi.

– No te entiendo -dije sintiendo su mirada y tuteandole como hacia el conmigo. Yo no desviaba la vista de la carretera.

– Nunca te habria metido en esto, te lo juro, el caso es que cuando te conoci ya estabas metida.

?Metida? ?En que podia estar yo metida que me pasaba la vida entre plantas del jardin o entre ancianos?

– Creo que es mi deber decirte cual es tu situacion real.

No me gustaba nada que alguien intentara manipularme ni que jugasen conmigo, por eso levante la voz mas de lo debido.

– ?Ya se cual es mi situacion!

– No, no lo sabes -dijo el mientras yo aparcaba.

Con la hoja de periodico en la mano me condujo a un banco de piedra desde el que se veia el mar.

– ?Como se portan contigo Fredrik y Karin?

– ?Fred y Karin?

– La pareja de ancianos noruegos.

No tenia ni idea de por donde iba la cosa cuando le conteste que bien, que eran carinosos, que sabian respetar mi espacio y yo el de ellos. Lo del espacio le hizo sonreir vagamente. No me gusto que se riera de algo que yo decia, me puso de malhumor.

– No querria tener que ensenarte esto -dijo mostrandome la hoja de periodico.

En la hoja habia una foto, la foto de una pareja. De momento solo vi eso porque me habia quedado colgada de la sonrisa ironica y no me importaba nada mas.

Вы читаете Lo que esconde tu nombre
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату