hacia la oscuridad, Karin me obligo a subir con ella a su dormitorio. Aunque ya lo conocia, nunca habia tenido tranquilidad para fijarme detenidamente en el. Era muy grande y algo infantil, con muchos almohadones y munecos antiguos, que parecian de coleccion y que Frida tendria que limpiar con sumo cuidado. Los armarios, la comoda, las mesillas y el escritorio estaban llenos de curvas, como los cajones, las patas y los espejos. Las lamparitas de las mesillas eran de raso rosa plisado con borlas. Tambien la colcha, las cortinas y las pantallas de las lamparas eran de raso rosa y los adornos de los muebles, dorados. Y no hacia falta entender de alfombras para saber que eran autenticas alfombras persas. Todo era muy, muy caro. Y esa cama rosa seria la cama en que harian el amor aquellas noches espeluznantes en que yo habia creido que estaban muriendose o algo por el estilo. Iba a preguntarme que cosas habrian oido aquellas paredes y aquellos muebles tan femeninos, pero ni las paredes ni los muebles sienten ni padecen, y por eso duran mas que nosotros, soportan todo lo que no sean martillazos ni ningun tipo de destruccion directa, mientras que a las personas nos afectan las miradas, los sonidos. Los sonidos cuanto mas bajos mas nos perturban, si es que se esta hablando de nosotros.

Karin saco de las bolsas lo que habiamos comprado y lo desplego sobre la cama. Coloco el vestido y los zapatos, de forma que parecia que ella estaba dentro y que era rosa. Que bonito, dijo. Yo me sente en un pico de la cama porque no tenia ninguna gana de intuir lo que habrian hecho aqui estos dos, porque al ser yo un cuerpo vivo si que podria presentirlo.

– Creo que hemos acertado -dije.

Y entonces hizo algo tan sencillo como abrir el armario, inclinarse sobre la caja fuerte y abrirla. Cuando saco otra caja que habia dentro, una caja de madera, yo estaba mirando para otro lado para que viera que no habia estado pendiente de como la abria. Puso la caja sobre la cama al lado del vestido. Metio la mano y saco del fondo un collar de brillantes. Tambien habia uno de perlas de varias vueltas con brazalete a juego, pendientes, alguna diadema, anillos. De no saber que todo aquello era autentico me habria parecido bisuteria de la que venden en el todo a un euro, lo revolvia con la mano como si fuera chatarra.

– Antes, cuando metia el brazo en la caja, las joyas me llegaban hasta el codo -dijo.

Coloco el collar en el cuello rosa de la cama. Armonizaba maravillosamente con el rojo del vestido.

– ?Puedo? -le dije, acercando la mano a los pequenos destellos que se escapaban de la caja.

– Adelante, querida -dijo ella con esa manera de hablar un poco antigua que tenia-, pruebate lo que quieras, todo es autentico.

Cogi unos pendientes de rubies y los deje colgando de los dedos sobre las orejas, pero sin llegar a ponermelos porque no queria ponerme unos pendientes que probablemente le habian sido arrebatados a alguien, junto quiza con su vida. Me mire en un espejo de marco dorado y vi que ella me observaba.

– Aun no tienes edad de llevar estas cosas -dijo disuadiendome de que me encaprichara de ellos.

Los deje en la caja y segui sacando piezas y mirandolas a la luz, mientras tenia la vista puesta en una cajita que habia en el fondo.

– ?Por que no te pruebas el collar con el vestido? -dije-. Estoy deseando ver el conjunto.

Mientras se desnudaba, yo hacia que miraba joyas distraidamente y cuando ya lo tenia todo puesto y se estaba contemplando extasiada en el espejo, viendo a la legendaria enfermera Karin dispuesta para una fiesta mas, yo con la mano derecha abri la cajita de terciopelo y vi que en su interior habia una cruz, la cruz que habia visto en las peliculas prendida de los uniformes nazis. El corazon me dio un vuelco y empezaron a temblarme y a sudarme las manos, las meti para cerrar bien la cajita, y cuando Karin se volvio hacia mi, saque el collar de perlas y lo hice crujir entre los dedos. Me clave las perlas para tranquilizarme.

– Bellisima, Karin, bellisima. ?Quieres que te vea Fred?

– ?No! -dijo aninandose todo lo que pudo-, que sea una sorpresa.

Tape bien la cajita con las joyas y cuando Karin se cambio y fue a devolverlas a la caja fuerte le dije que antes mirara bien por si se nos habia caido alguna. Lo dije porque necesitaba que confiara en mi, y en efecto me hizo caso y paso la mano varias veces por entre las piedras, como si solo con el tacto supiera lo que habia. Estaba todo, asi que la deje cerrando la caja fuerte.

Antes de conocer a Karin no se me habria ocurrido pensar que la maldad siempre esta fingiendo que hace el bien. Karin siempre fingia que hacia el bien y debio de fingirlo cuando mataba o ayudaba a matar a inocentes. El mal no sabe que es el mal hasta que alguien no le arranca la mascara del bien.

Julian

A las cuatro, tal como habiamos acordado, estaba en el Faro. No me sente directamente en el banco, daba vueltas nervioso entre las palmeras pensando en mil cosas.

Desde el ano 63 llevaba viviendo aqui Anton Wolf. Seguramente los que formaban esta comunidad habrian estado yendo y viniendo ante las narices de todos, como si fueran invisibles. Pasaron de ser unos jubilados jovenes a ser unos jubilados muy, muy viejos. Una autentica infamia.

Sandra se retraso, lo que me puso mas nervioso aun. ?Que haria sin Sandra? Tenia que reconocer que nada habria sido igual sin ella. Sandra era mi testigo. Lo que hacia no caia en saco roto, no era completamente inutil porque Sandra estaba viendolo, aunque no se lo contase todo. Sandra era el repuesto que Salva habia dejado en su lugar. Y si Sandra se tomase en serio lo de marcharse, gran parte del edificio que estabamos montando se desmoronaria. Era tanto lo acumulado, era tanto el peso de lo que sabia que necesitaba mas de dos manos para sostenerlo. Menos mal que oi el ruido de la moto, el maravilloso sonido rodando sobre los guijarros y luego parando. No quise salir a su encuentro, me sente como si llevase asi todo el rato y note a mi espalda como se iba aproximando. Sandra tenia andares deportivos, largos y flexibles, pero no hombrunos. Cuando ya estaba junto a mi, me volvi y vi su cara de estupefaccion, esta era la palabra de las que yo conocia que mas le cuadraba a la cara que vi.

– No me puedo creer nada de lo que esta pasando -dijo-, parece que estoy viviendo un sueno o mejor dicho una pesadilla.

No queria interrumpir sus pensamientos y me anude mejor el panuelo del cuello. Era evidente que traia novedades de alguna clase porque me miro muy fijamente. Desde que la conocia, hacia tan poco, su mirada habia cambiado, era mas madura, mas duena de si, vagaba menos por el ambiente y seleccionaba mas.

– He visto la cruz de oro.

– ?Estas segura?

Asintio.

– Hasta ahora dudaba de todo. Cuando uno va buscando se puede encontrar cosas que encajen con lo que busca y que sin embargo forman una impresion falsa. Pero ver la cruz de oro ha sido definitivo. Tu mismo lo dijiste. La cruz de oro es la verdad. ?Por que iban a tener ellos algo asi si no fuese suyo?

Cabecee afirmativamente.

– Yo ya lo sabia -dije-, pero tu necesitabas una prueba.

– ?Y que hacemos ahora?

– Deja esto a los profesionales, tu marchate, ya has hecho bastante, te lo digo en serio, despues podria ser demasiado tarde.

– Aun no, ellos no saben que lo se, no ha cambiado nada y, sin embargo, ya no soy aquella tontita que encontraron en la playa. ?Para que me quieren?

– Puede que para nada en concreto, te quieren para lo que estas haciendo, alegrarles la vida, poner mas vida, la tuya, en la de ellos. Les haces un servicio.

– Me hare a la idea de que no se nada, de que no he visto la cruz de oro y continuare como hasta ahora. Manana celebramos el cumpleanos de Karin y no se que regalarle. Querria que fuese algo que le gustara, que la pusiera a mi favor mas todavia, asi podria enterarme mejor de su vida.

– Pero, Sandra, ya sabemos quienes son y que de ahora en adelante podras encontrar mas y mas trapos sucios en su casa y en sus cabezas. Ahora que ya sabes lo fundamental te daras cuenta de muchas mas cosas, y no podemos seguir asi indefinidamente, lo que necesitamos es dar un giro a la situacion, que se pongan nerviosos, que se delaten y que nunca sepan por donde les vienen los tiros.

– ?Y como se hace eso?

– Surge, solo hay que meter un poco de presion. Venga, vamos a comprar tu regalo. Lo cargaremos en mi

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