correspondio enseguida y nunca me puso en el trance de tener que hacer nada fuera de lo normal.
– ?Y
– Por amistad y por odio -dijo levantando la taza de cafe con la mano vendada-. Vine por amistad hacia mi amigo Salva y me he quedado por odio hacia los monstruos que tu conoces.
– ?Y
No se por que hice esta pregunta. Le obligo a Julian a retirar la mirada hacia otro lado, hacia la camarera.
– Estoy viviendo, me siento vivo, estoy corriendo riesgos, aqui tengo algo que hacer y lo estoy haciendo sin recurrir a mi hija, aunque creo que Raquel, escondida en algun rincon de mi cabeza, me ayuda mucho.
– ?Y por nada mas? -repeti sin ninguna intencion, preguntandome por que Alberto habria querido quedarse con
– Tienes razon, no lo estoy haciendo solo, lo estoy haciendo contigo. Jamas imagine que fuera a ocurrirme algo asi. Cuando llegue aqui, Salva ya no estaba, pero estabas tu y no me ha importado el cambio -miro un poco hacia arriba como para que su amigo Salva le perdonara-. Las situaciones no se repiten exactamente iguales, y en esta uno de los dos sobraba, uno de los dos tenia que dejarte sitio a ti.
– ?Crees que esta todo planeado, que las cosas no ocurren porque si? ?Crees que en ese plan estaba previsto que tu y yo estuvieramos ahora aqui tomandonos un cafe y un zumo?
– No, no lo creo, era una manera de hablar. Somos nosotros los que vamos uniendo esto con aquello para darle un sentido bonito, pero en el fondo todo es salvaje y brutal.
– Los sentimientos no se pueden dominar, o se tienen o no se tienen -dije pensando que nunca pude sentir por Santi lo que sentia por Alberto aunque Santi se lo mereciese mucho mas.
– Sandra, he sido muy torpe contigo, no he estado a la altura, soy un viejo egoista.
Cuando le iba a pedir que no se mortificara y que alguien tenia que ensenarme las cosas que el me habia ensenado, la camarera puso el plato con la cuenta con un brusco golpe en la mesa. Era un platillo marron oscuro con una pinza que sujetaba la factura y que serviria para que en el buen tiempo, cuando pusieran afuera la terraza, el viento no la arrancara.
Me lleve la imagen del platillo con la pequena propina que habia dejado Julian hasta casa. Cuando llegue, indague que visitas habian ido por alli, y los noruegos me preguntaron donde habia estado yo, por lo que quedamos empatados.
Julian
Salva, si me hubieses visto entrando y saliendo del barco de Heim a mis anchas. Salva, si pudieras ver esto, pensaba ante el espectaculo de Heim,
Fue un martes por la manana, con buen tiempo aunque con suficiente fresco para no ir como el en pantalon corto, cuando me dedique a contemplar como Heim sacaba a la cubierta practicamente todo lo que habia abajo. La lleno de libros, de sabanas, mantas, de cacerolas, de mas cuadernos de tapas negras de hule que yo no habia encontrado. Subia y bajaba. Al final, se sento en la hamaca plegable en que solia dormitar tras las comidas a revisar una por una cada cosa, que iba apuntando en otro cuaderno de tapas negras. Alguna vez se cogio la cabeza entre sus enormes manos y luego continuo con la tarea. Todo lo que iba anotando lo iba bajando a su lugar correspondiente, asi estuvo varios dias manana y tarde. Yo le observaba a saltos, un rato por la manana y otro por la tarde, siempre saboreando un rico cafe
Lo espere. El morro salio lentamente del garaje, el iba mirando al frente sin parpadear, su cara era como una piedra debajo de la gorra. Era facil seguirle. A pesar de llevar una carroza tan impresionante estaba peor de reflejos que yo y mas aun con la inseguridad que le habia entrado. Hijo de puta, pense, ojala llegues a sentirte una mierda, un ser inutil, ojala que sientas que tu vida no merece vivirse y que pruebes tu propia medicina.
Salio del pueblo y circulo unos veinte minutos hacia el siguiente pueblo, pero antes de llegar se interno por una zona residencial que yo conocia, Apartamentos Bre-mer, donde vivia Sebastian Bernhardt, protegida a cal y canto de los extranos por guardias de seguridad. Probablemente el Carnicero venia a consultarle su problema a Sebastian, lo que confirmaba la jerarquia del Angel Negro por encima de Otto, Alice y Christensen. Me invadio una gran agitacion, iba entendiendo el funcionamiento de esta comunidad de invisibles. Era Sebastian quien habria evitado durante todo este tiempo que hicieran demasiadas tonterias, que se expusieran demasiado y quien habia buscado la forma de que tuvieran una vida exageradamente larga para no quedarse solo en un mundo ajeno. El debia de infundirles confianza y los mantendria unidos bajo los lazos de la Hermandad. El era quien aleccionaria a los jovenes. Seria la abeja reina, y muerta la reina los demas no sabrian que hacer. Para infundirles confianza les habria hecho creer que era invulnerable y que podia volverles invulnerables a ellos con un producto destinado unicamente a ellos.
A los tres cuartos de hora Heim salio por donde habia entrado, su Mercedes negro se deslizaba por las calles de un planeta al que se habian adaptado como los insectos.
Me quede por si Sebastian salia.
Sandra
Lo vi el jueves de improviso cuando iba a mi encuentro con Julian. En esta ocasion no tuve que dar muchas explicaciones al marcharme porque acababa de llegar Martin con algo que contarles a Fred y Karin dentro de la salita-biblioteca, cosas de ellos, de su Hermandad y de sus rollos patateros. Eran las tres y media y por una vez iba a llegar puntual al Faro. Sali con la sensacion de que esta historia no podria durar mucho mas. A Julian se le estaba acabando el dinero. A pesar de que no queria quejarse, a veces se le escapaba que ya no podia soportar el gasto del hotel y que tenia que poner la gasolina con cuentagotas. Tampoco un hombre de su edad podria aguantar mas tiempo semejante ajetreo, y yo no podria seguir enredandome con esta gente y su mundo aparte. Tendria que llegar el momento en que este asunto estallara o en que cada uno nos fuesemos a nuestra casa. No habia que decidir nada, lo decidiria el momento.
Sali de Villa Sol y en la calle senti un latigazo en los ojos, en el cerebro.
?Ese coche!
Dentro del coche estaba Alberto haciendo un crucigrama apoyado en el volante. Me quede paralizada sobre la moto.